EN EL primer aniversario del ataque más mortífero de la historia reciente del país, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, prometió cumplir con los objetivos de la guerra contra Hamás en Gaza y contra Hezbolá en Líbano, de lo que calificó de "misión sagrada".
Mientras Israel estaba de luto, el movimiento islamista palestino Hamás y el libanés Hezbolá (aliado del primero), lanzaron salvas de cohetes contra su territorio. El ejército israelí, a su vez, bombardeó nuevamente la Franja de Gaza y Líbano.
Las ceremonias de conmemoración empezaron en Reim, el lugar del festival de música Nova donde al menos 370 personas murieron el 7 de octubre, con un minuto de silencio.
Otra ceremonia tuvo lugar en la noche en Tel Aviv, con familiares y amigos de las personas fallecidas o capturadas ese día por milicianos de Hamás, durante el sangriento ataque que desencadenó la guerra en Gaza.
En un mensaje difundido en televisión, Netanyahu, declaró que los “objetivos de la guerra” fueron definidos e incluyen "derrocar a Hamás [que gobierna Gaza]" y "traer a casa a todos los rehenes, tanto los vivos como los muertos".
"Estamos en vías de alcanzarlos. Se trata de una misión sagrada y no nos detendremos hasta conseguirlo", sostuvo el primer ministro, que prometió seguir "luchando". Aseguró que Israel estaba cambiando "la realidad" en el terreno para que no hubiera más ataques como el del 2023.
El ataque del 7 de octubre cobró la vida de 1.206 personas en Israel, la mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en cifras oficiales israelíes, que incluye a los muertos durante su cautiverio en la Franja de Gaza.
De las 251 personas secuestradas ese día, 97 siguen retenidas en Gaza, 34 de las cuales fueron declaradas muertas por el ejército israelí.
“Guerra de desgaste”
Un año después de su letal ataque contra territorio israelí, el brazo armado de Hamás afirmó que quiere librar una "larga batalla de desgaste" contra el Estado hebreo. También calificó la situación de los rehenes israelíes retenidos en Gaza de "muy difícil".
"Decimos [a los israelíes] que habrían podido recuperar vivos a todos sus rehenes hace un año", subrayó el portavoz de las brigadas Ezedin al Qassam, Abu Obeida.
Un total de 105 rehenes fueron liberados a cambio de 240 presos palestinos, durante la única tregua que se logró entre ambos bandos, que duró una semana a finales de noviembre.
En la devastada y asediada Franja de Gaza, el ejército israelí prosiguió su ofensiva y afirmó haber atacado el hospital Al Aqsa de Deir al Balah, en el centro del territorio, donde afirmó que operaban centros de mando de Hamás.
El jefe del Mando Central de los Estados Unidos, el general Erik Kurilla, habló en Israel de la "amenaza constante que supone Irán" y reiteró el "compromiso inquebrantable" de Washington con su aliado israelí.
“Dolor” en todo el mundo
Dirigentes de todo el mundo expresaron este lunes su "dolor" por los "atroces" ataques cometidos por Hamás contra Israel hace un año y manifestaron su apego a la paz, sin olvidar la situación de los palestinos, por los cuales están previstas varias manifestaciones.
Desde Washington a Tokio, pasando por Londres, el Vaticano, Madrid o Ankara, numerosas declaraciones y manifestaciones de la comunidad judía, y también propalestinas, marcaron el primer aniversario de esa masacre, la más mortífera de la historia reciente de Israel.
El primer ministro británico, Keir Starmer (laborista), afirmó que su país "no flaqueará en la búsqueda de la paz" en Oriente Medio.
El presidente israelí Isaac Herzog llamó al mundo a "apoyar a Israel en su lucha contra sus enemigos" y dijo que el 7 de octubre dejó "una cicatriz en la humanidad".
"Nunca volveremos a ser los mismos", subrayó el embajador de Israel ante la ONU en Ginebra, Daniel Meron, durante una ceremonia.
El presidente francés, Emmanuel Macron, cuyo país acoge a la mayor comunidad judía de Europa, estimó también en X que "el dolor sigue igual de vivo un año después, el del pueblo israelí, el nuestro, el de la humanidad herida". En la noche la Torre Eiffel apagó sus luces en recuerdo a las víctimas.
Desde Madrid, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, condenó el "atentado cruel y despiadado" de Hamás y dijo que "aquellos ataques desencadenaron una espiral de violencia que ha provocado la muerte de miles de civiles inocentes en Gaza, Cisjordania y ahora Líbano.
Ataques contra Israel
En tanto, los hutíes de Yemen, respaldados también por Teherán, reivindicaron ataques con misiles y drones contra Israel, que aseguró haber interceptado un misil del grupo rebelde.
Tras un año de una devastadora guerra, el jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa), Philippe Lazzarini, denunció el "sufrimiento indescriptible" de los rehenes de Gaza.
Pero también subrayó que la guerra había reducido Gaza a un "mar irreconocible de escombros y un cementerio para decenas de miles de personas".
"Fue un año oscuro. Perdimos a muchos familiares, amigos, a nuestras casas y nuestra fuente de ingresos", relató Ramzi Baker, un palestino desplazado en Deir al Balah.
El 9 de octubre de 2023, dos días después de lanzar su ofensiva, Israel impuso un asedio "completo" al territorio de 360 km2.
La guerra fue desatada por los ataques del 7 de octubre de Hamás, catalogado como organización "terrorista" por Estados Unidos, la Unión Europea y el Estado hebreo.
El grupo utilizó explosivos y excavadoras para traspasar la barrera que rodea el territorio palestino y mató indiscriminadamente en kibutz, bases militares y en el sitio del festival Nova.
Joe Biden, Kamala Harris y Donald Trump anhelan la paz
El presidente Joe Biden estadounidense afirmó en un comunicado que "sigo plenamente comprometido con la seguridad del pueblo judío, la seguridad de Israel y su derecho a existir".
El 7 de octubre será recordado también "como un día negro para el pueblo palestino por el conflicto que Hamás desató. Demasiados civiles han sufrido demasiado durante este año de conflicto", añadió Biden.
La vicepresidenta y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, dijo que está "devastada por el dolor y el duelo" provocados el 7 de octubre, antes de plantar un granado en el jardín de su residencia oficial.
Acompañada por su marido Doug Emhoff, de confesión judía, Harris, afirmó que: "No nos rendimos. Estamos haciendo todo lo que podemos por un acuerdo de alto el fuego y la liberación de los rehenes en Gaza", dijo, tras recitar los nombres de los siete estadounidenses, "vivos o muertos", que siguen retenidos en la Franja de Gaza.
Por su parte, su rival republicano Donald Trump, tocado con una kipá negra, visitó la tumba de Menachem Mendel Schneerson, un rabino ultraortodoxo en Nueva York, donde participó en una oración.
"Las atrocidades (...) del 7 de octubre nunca habrían ocurrido si el presidente Trump siguiera en la Casa Blanca", ha dicho su equipo de campaña en un comunicado.
Es "imperativo", añade, que, Trump gane las elecciones para "poner fin al derramamiento de sangre causado por el régimen terrorista iraní, que hoy es más fuerte y más rico gracias a la debilidad y la incompetencia de la Administración Biden-Harris".