Con la promesa de acelerar la economía y el reto de administrar el legado de reformas de antecesora, la socialista Michelle Bachelet, el conservador Sebastián Piñera asumió su segundo mandato en Chile que culminará el 2022.
El presidente del Senado, el socialista Carlos Montes, fue el encargado de tomar juramento a Piñera y de imponerle la banda presidencial que le acababa de entregar una emocionada Bachelet, quien por segunda vez en los últimos ocho años, ayudó al nuevo mandatario a ceñírsela antes de darle un beso y abandonar el hemiciclo junto a su gobierno.
"Agárrense las manos que vienen tiempos mejores", el lema de su campaña electoral, coreaban sus seguidores.
Sin embargo, fue Bachelet la estrella de la muchedumbre concentrada primero en el palacio presidencial La Moneda, en Santiago, y después alrededor del Congreso: "El pueblo unido jamás será vencido", gritaba la multitud y en medio de gritos de "Gracias Michelle".
La presidenta, la última mujer jefa de Estado en ejercicio de América Latina, emprendió durante su segundo mandato un ambicioso paquete de reformas para desmantelar la herencia de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) y que Piñera tendrá que administrar a partir de ahora.
"Siento que ahora tengo más experiencia, madurez, más sentido de la importancia de unir a los chilenos. Más humildad para escuchar, con los ojos y los oídos más atentos", reconoció esta semana Piñera, de 68 años, vencedor en la segunda vuelta en diciembre ante el oficialista Alejandro Guillier.
El magnate -con una fortuna valorada en 2.700 millones de dólares por la revista Forbes- ha prometido convertir al país en una nación desarrollada en ocho años. Los mercados respondieron con optimismo a las propuestas de Piñera de incentivar la inversión, apostar con fuerza a la creación de empleos y reducir gradualmente la tasa impositiva a las empresas.
Sin mayoría en el Parlamento, el presidente ha suavizado sus postulados de campaña y ha dado un giro al centro para captar votos de la izquierda moderada y en particular de la Democracia Cristiana y poder sacar adelante su programa de gobierno.
Piñera quiere reformar el actual sistema de pensiones creado en la dictadura de Pinochet, que estableció un sistema de capitalización al que solo contribuye el trabajador y que Bachelet no logró reformar. También ha prometido mantener la gratuidad de la educación que instauró Bachelet y que actualmente beneficia a unos 300.000 estudiantes de bajos recursos.
Nieta de Allende preside Cámara
El nuevo Congreso de Chile quedó constituido en una variopinta de partidos y movimientos, sin mayoría definida. La coalición oficialista 'Chile Vamos' tiene 19 senadores y 72 Diputados, mientras que la nueva oposición de centroizquierda tiene 16 escaños en la Cámara Alta y 43 en la Baja. La izquierda radical -agrupada en el llamado Frente Amplio- subió de tres a 20 diputados y cuenta por primera vez con un senador.
El ascenso del Frente Amplio, una coalición de pequeños partidos liderada por parte de los exlíderes de las protestas estudiantiles de 2011, es considerado el remezón más grande que ha tenido la política chilena desde la vuelta a la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
El gobierno de Piñera "puede hacer poco porque tiene trabado el Congreso. Creo que va a haber mucha discusión pero lo que intentará hacer es mostrar resultados desde la gestión. Más política pública que agenda legislativa", explica la analista de la Universidad de Santiago Lucía Dammert.
La nieta de Salvador Allende, el mandatario socialista que se suicidó en medio del alzamiento militar que encabezó Pinochet el 11 de septiembre de 1973, fue electa como presidenta de la Cámara de Diputados. Maya Fernández Allende, de 47 años, diputada socialista electa para un segundo período en un distrito de Santiago, fue escogida por la mayoría de los diputados tras un acuerdo entre las fuerzas políticas de izquierda