El presidente de Brasil, Michel Temer, aprovechó el mensaje de Navidad emitido en la noche del domingo para pedir de nuevo al Congreso que apruebe su controvertida reforma jubilatoria, y destacó los logros económicos de su gestión, que enfrenta niveles muy bajos de popularidad.
"No es una cuestión ideológica o partidaria, es una cuestión del futuro del país y para garantizar que los jubilados de hoy y los de mañana puedan recibir sus pensiones", afirmó en su alocución emitida en cadena de radio y televisión.
"Nuestro país vecino, Argentina, en un gesto consciente y de unión por el país, dio ejemplo y acaba de aprobar su reforma", añadió en referencia a la polémica ley que derivó en una ola de protestas contra el gobierno de Mauricio Macri.
El endurecimiento de las condiciones para jubilarse, rechazado por la mayoría de la población, es considerado una pieza vital del ajuste emprendido por la administración conservadora de Temer, aliado de los mercados, para reencauzar las cuentas públicas.
Pero, al mismo tiempo, se ha convertido en una causa difícil de apoyar para los legisladores, que no quieren respaldar medidas impopulares en vísperas de las elecciones de 2018. Hace apenas diez días, la votación acabó siendo aplazada para el próximo año, en un movimiento que contrarió al mandatario.
Temer, que asumió el poder en 2016 tras el impeachment a Dilma Rousseff (PT, izquierda), enfrentó un 2017 agitado, con dos denuncias por corrupción -archivadas por el Congreso- y arduas negociaciones con los legisladores para aprobar las impopulares medidas de su plan de ajuste fiscal.
Sin hacer ninguna referencia a los escándalos que pusieron en juego su mandato, el presidente centró su discurso navideño en los avances de la economía brasileña en 2017, al que calificó como "un año de grandes desafíos para todos nosotros".
"En un corto espacio de tiempo colocamos la economía en orden, salimos de la recesión y tenemos las tasas de interés más bajas de los últimos años", aseguró.
El PIB de la mayor economía latinoamericana creció 0,6% en los primeros nueve meses del año respecto al mismo período de 2016, después de dos años de profunda recesión, en los que se contrajo 3,5%, tanto en 2015 como en 2016, aunque el despegue se desaceleró en el tercer trimestre.
El crecimiento no sirvió, sin embargo, para levantar la baja popularidad de Temer, cuya gestión es rechazada por un 71% de los brasileños según la última encuesta de Datafolha en diciembre.
"No adoptamos modelos populistas, ni escondimos la realidad. Nada de esperar por milagros y contar con salvadores de la patria", afirmó Temer defendiendo sus "conquistas".
El mandatario, de 77 años, ha asegurado en varias ocasiones que no concurrirá a las elecciones presidenciales del próximo octubre.