LA IRREFRENABLE migración ilegal, el record en las solicitudes de asilo y el desbalance tanto en la acogida como en la ayuda a los cientos de personas que a diario alcanzan, tras peligrosa travesía, poner pie en tres países, llevó al Parlamento Europeo a impulsar una reforma a la política migratoria que ayer, a regañadientes, fue aprobada.
Fueron cuatro años de controversia y profundas divisiones entre los Veintisiete que conforman la Unión Europea (UE). Y finalmente recibió luz verde en un sí mayoritario y reclamos de varios partidos que consideran que no evitará el arribo de migrantes y, además, es un retroceso en la protección de los derechos fundamentales de esta población vulnerable.
Con el argumento de que habrá un mayor control de las fronteras exteriores de la UE y que como colectivo todos deben aportar para solucionar esta grave crisis que ha crecido con el paso de los años, el pleno del Parlamento aprobó el Pacto de Migración y Asilo, el que entrará a operar en 2026 luego de que se presente -este junio- un programa detallado para su implementación y los países miembro lo voten favorablemente.
Con las premisas de “solidaridad activa” y “responsabilidad” compartida, principios fundacionales del colectivo comunitario, se aprobó este Pacto que, en pocas palabras, permitirá una real ayuda financiera a los más agobiados por esta situación, es decir, a donde llega la totalidad de migrantes (Italia, España y Grecia), así como un trámite expedito tanto para los asilos como para la deportación.
Pese a años de negociaciones y preacuerdos, entre los que se contempló establecer una cuota de reparto entre los Veintisiete para acoger a miles de migrantes, no había sido posible determinar, en consenso, una hoja de ruta comunitaria en este tema.
Lo recién acordado es tan solo un primer paso y aunque está lejos de ser una solución efectiva para este creciente problema, que no es solo por el número de personas que llegan a la UE sino el difícil proceso de integración a culturas diametralmente opuestas a las suyas, si es un marco legal regulatorio para enfrentarlo.
En pocas palabras, el avalado Pacto de Migración y Asilo da dos opciones a los gobiernos de la UE: acoger un determinado número de los 30.000 migrantes que se busca reubicar cada año o pagar una compensación de 20 mil euros por cada traslado rechazado. Es decir, les permite eludir vía financiera recibir a estos ‘sin papeles’, bajo los principios rectores de esta reforma que son la ‘solidaridad activa’, que es realmente una ‘solidaridad a la carta’, así como la ‘responsabilidad compartida’.
También se mejorará la identificación a la llegada a suelo comunitario y serán obligatorios los controles sanitarios, de seguridad y de vulnerabilidad para los migrantes llegados por rutas irregulares.
El modelo de “solidaridad a la carta” también se aplicará al mecanismo de crisis o fuerza mayor para el que el Parlamento Europeo -y países como España e Italia en un primer momento- defendieron sin éxito que debía contar con un sistema obligatorio de cuotas de acogida que se activara únicamente en situaciones extremas.
La decena de expedientes que forman esta reforma migratoria y de asilo pactada el pasado diciembre entre los equipos de negociadores del Consejo y de la Eurocámara, tras años de bloqueo por las profundas diferencias entre gobiernos, supera así el penúltimo trámite para que el nuevo marco común sea legislación, cuya ratificación culminará una vez que los Veintisiete den también su visto bueno, proceso que debe surtirse este mes.
La reforma, aunque controvertida y blanco de ataques especialmente de la izquierda, las ONG y organismos defensores de derechos humanos, reforzará los controles fronterizos, acelerará las resoluciones de asilo y, en caso contrario, la devolución de los postulantes a sus países de origen, recibió el apoyo de los tres principales grupos del Parlamento: socialistas y demócratas, el Partido Popular Europeo (PPE, derecha) y los centristas de Renovar Europa.
La presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, aseguró que “hicimos historia. Hemos creado un marco legislativo sólido sobre cómo abordar la migración y el asilo en la UE. Han pasado más de diez años en su elaboración, pero cumplimos nuestra palabra", destacando que hay un equilibro entre “solidaridad y responsabilidad”.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, consideró por su parte que este es “un logro enorme para Europa que hoy celebra un día histórico”, mientras que la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, dijo que con la reforma la UE "podrá defender mejor nuestras fronteras exteriores, al igual que asegurar una gestión ordenada de los flujos migratorios y “devolver rápidamente a aquellos que no son elegibles para quedarse”.
De esta forma, con el mayoritario sí del Parlamento Europeo concluyen ocho años de diferencias entre los gobiernos respecto a cómo atender al equilibrio entre la “solidaridad” con los países de la primera línea, como España e Italia, y la “responsabilidad” que les reclaman a estos otros socios con miedo a los movimientos secundarios.
Reacciones ‘desencontradas’
Un grupo de activistas fracasaron en el intento de frenar la sesión de votaciones con su grito, desde la tribuna del Parlamento, de "El pacto mata, no lo voten", expresando no sólo su rechazo al Pacto, sino exigiendo proteger a los cientos de migrantes que por las difíciles situaciones en sus países de origen decidieron buscar el sueño ‘europeo’, arriesgando sus vidas en la travesía por el Mediterráneo.
Vale recordar que esta fue la ruta más mortífera para los migrantes el año pasado, con al menos 3.129 decesos y desapariciones reportadas el año pasado, un récord frente a los años inmediatamente anteriores.
En tanto, los grupos de la Izquierda Europea y de los Verdes en la Eurocámara votaron negativamente por considerar que faltan garantías para los más vulnerables, pero también expresaron su rechazo al que consideraron un triunfo de la extrema derecha, señalando que la nueva legislación es demasiado laxa.
En este contexto, los ponentes europarlamentarios de cada expediente pidieron antes de la sesión el voto a favor del Pacto a pesar de las dudas porque, alertaron varios de ellos, era una oportunidad histórica para establecer una base común en la gestión y control migratorio.
Uno de los ponentes, el socialista Juan Fernando López Aguilar, admitió que en toda negociación “hay que hacer concesiones” y por ello “el resultado tiene limitaciones “, pero también ha afirmado que es “mejor” ofrecer “seguridad jurídica” y “no abandonar a los Estados miembro a su suerte”.
El español de izquierda, Manu Pineda, lamentó que con el voto de este miércoles "la UE entregó su política migratoria a la extrema derecha".
A ojos de otra de las ponentes, la liberal holandesa Sophie in’t Veld, la reforma asegura que el asilo tendrá una “respuesta europea que se ajuste a los valores” de la UE, pero para la eurodiputada de los verdes, Saskia Bricmont, “este es un día triste”, porque las nuevas reglas “sacrifican los derechos fundamentales y la solidaridad sobre el altar de la Europa Fortaleza”.
En una nota, la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja pidieron a los miembros del colectivo comunitario que "garanticen condiciones humanas para los solicitantes de asilo y los migrantes afectados".
Este es el paso más decisivo que ha dado hasta ahora la Unión Europea para enfrentar la crisis de migrantes, porque si bien ha negociado acuerdos con países de origen y tránsito -como Mauritania, Túnez y Egipto- en una tentativa de reducir el número de llegadas a las fronteras del bloque, ahora con una legislación definida podrá reforzar los controles, activar las deportaciones y que cada uno de los miembros asuma responsabilidad en este grave problema.