Brasil, como pocos, ha sido un incómodo país para las grandes corporaciones de Sillicon Valley, este pequeño poblado a unos minutos de San Francisco, Estados Unidos, donde tienen sus sedes empresas como Twitter, Meta, Google y Alphabet -y otras más de tecnología-.
Los ejemplos de estos choques abundan. Uno de los más representativos, entre empresas de tecnología y Brasil, fue cuando algunos medios brasileños renunciaron hace 10 años a subir contenido a Facebook, diciendo que no publicaban allí, en defensa del costo que supone crear contenido y que la plataforma no reconocía. Se anticiparon, una década antes, a lo que estamos comprobando: a las redes sociales les importa cada vez menos lo medios, mientras que ellos dependen cada vez más de ellas, por su monopolio de las audiencias.
Ahora, en otro frente, Elon Musk ha vuelto a chocar con Brasil. Esta vez no ha sido con los medios, sino con sus jueces. El sábado, el equipo de Asuntos Gubernamental Globales de X (antes Twitter) publicó en su cuenta de esta red social que había sido obligado a bloquear “ciertas cuentas populares en Brasil”.
El Tribunal Supremo Federal de Brasil, la máxima autoridad judicial del país, ha ordenado que se tome esta acción, en defensa de la soberanía nacional. ¿Se trata de una decisión arbitraria que va en contra de la libertad de expresión? ¿Con Brasil, y las recientes directrices europeas sobre redes sociales e inteligencia artificial, empieza una nueva etapa en la que regiones y estados comienzan a limitar el dominio irrestricto de Sillicon Valley sobre la discusión pública y la blogosfera?
Debate
“¡Son las exigencias más draconianas de cualquier país de la Tierra!”, dijo Elon Musk, dueño de X, en un post del mismo sábado. “Probablemente perderemos todos los ingresos en Brasil y tendremos que cerrar nuestra oficina allí”, sentenció. “Este juez ha traicionado descarada y repetidamente a la Constitución y al pueblo de Brasil”.
Los trinos de Musk iban dirigidos a uno de los miembros del Tribunal Supremo de Brasil y exministro de Justicia y Seguridad Pública, Alexandre De Moraes, quien lidera las investigaciones sobre las “milicias digitales” (las bodegas virtuales) en Brasil desde 2019 por su tendencia a compartir y viralizar noticias falsas.
Durante la toma del Parlamento de Brasil por parte de seguidores de Jair Bolsonaro, en 2022, De Moraes ordenó la suspensión de Telegram -plataforma de mensajería instantánea-, por ser el lugar donde se compartía la mayor cantidad de noticias falsas que ayudaban a radicalizar a los extremos políticos en Brasil, uno de los países más polarizados del mundo con Colombia, Argentina, Estados Unidos y Turquía, según el Barómetro de Edelman 2023.
Regulación
La regulación de las redes sociales se ha vuelto una tendencia de región. En Europa, donde las autoridades tienden a ser más proclives a regular que en otras partes del mundo, el año pasado fue aprobada la “Ley de Servicios Digitales”, con la que los estados miembros pueden limitar el gobierno de las redes sociales y sus dueños sobre la esfera de las discusiones públicas que tienen lugar en la región.
Brasil parece ir por el mismo camino, incluso intenta ir más allá. A diferencia de Estados Unidos, país de origen de las conglomerados empresariales de Sillicon Valley, en donde existe además una irrestricta defensa constitucional y legal sobre la libertad y, en este caso, la libertad digital, los brasileños y sus tribunales tienen una lectura diferente en la que se pondera el derecho de la libertad de expresión de estas plataformas con la defensa de la soberanía nacional y la democracia.
Estas diferencias de principios son importantes a la hora de entender, no sólo a los países, sino a las mentes que están detrás de la dirección de las redes sociales. Pues, la lectura de Elon Musk sobre las decisiones de los tribunales brasileños va más allá de una cuestión de ingresos.
Para Musk, la libertad -y la libertad de expresión en específico al tratarse de redes sociales- es un derecho sagrado, el más importante en un ordenamiento jurídico. Podría decirse que Musk, como lo describen revistas como Wired o Time, defiende el tecno-utopismo o utopismo tecno-libertario, una doctrina contemporánea que se opone a cualquier restricción que impida el libre flujo de ideas y bienes en internet. Su mayor exponente es el teórico Jack Dursey, un desarrollador web y referente intelectual de Musk, también citado varias veces por Jeff Bezos y otros líderes de Sillicon Valley.
Algunos comparan a los líderes de Sillicon Valley con los librecambistas del siglo XIX de la Escuela de Manchester, que veían cualquier regulación o intromisión del Estado y sus instituciones en el mercado como una violación del intercambio libre y espontáneo. Como afirma Glen Diessen, académica noruega, se trata de un poder que actúa “sin habilitación constitucional” o un marco jurídico asociado a los estado nacionales.
Ley 2630
Durante el gobierno de Bolsonaro, el Congreso presentó el proyecto de ley 2630 con el que intentó regular el uso de las redes sociales en Brasil, pero el texto no ha sido aprobado y hoy tiene menos posibilidades de éxito, dado que la mayoría del legislativo es opositora a Luiz Inácio Lula Da Silva, uno de los promotores de la regulación de la red social.
Según el PL2630, se debe respetar “libertad de expresión, libertad de prensa, acceso a la información, fomento de la diversidad de información en Brasil y prohibición de la censura en el entorno en línea”, entre muchos otros principios. El proyecto también apunta a que se elimine todo contenido que contenga “crímenes contra el Estado Democrático de Derecho; crimen de inducción, instigación o ayuda al suicidio o a la automutilación; crimen de racismo establecido”.
Como el Congreso ha cerrado las puertas a regular las redes sociales, todo parece que Lula busca que jueces como De Moraes tomen decisiones que limiten la acción de compañías como X. Está por verse hasta qué punto un país puede regular esta red y si un exceso de regulación, que eventualmente lleve a un bloqueo total, sería leído como una violación de la libertad expresión, comparable a lo que pasa en países gobernados por regímenes autoritarios como China.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.