Un año de guerra en Ucrania… ¿y cuándo acabará? | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 19 de Febrero de 2023
Redacción internacional con AFP

NADIE se atreve vaticinar cuándo y cómo acabará la guerra en Ucrania, pero hay una generalizada percepción de que se prolongará meses e inclusive años, porque más allá del control territorial de un corredor estratégico para Rusia lo que está en juego es un nuevo orden mundial.

Desde el momento mismo en que el presidente Vladimir Putin sorprendió al mundo en la madrugada del pasado 24 febrero con el “inicio de una operación militar especial” en el país vecino, ahondó las fracturas con sus tradicionales ‘enemigos’ por la globalización y revivió “sin querer queriendo” la política de bloques con Rusia en la órbita china y Europa en la estadounidense.

La invasión no era un secreto. Más que voces, el movimiento de 200 mil militares rusos en su frontera y Crimea fueron una alerta más que temprana desoída por los mandatarios europeos, incluido el ucraniano Volodomir Zelenski, así como por la Otan, cuyo jefe Jens Stoltenberg admitió que no se sorprendió porque “sabíamos” que era una posibilidad real.

A cinco días de que esta guerra cumpla su primer año y en la antesala del discurso de Putin sobre el estado de la nación (este martes) no hay señal alguna de que su final esté cerca. Por el contrario, estancados sobre el terreno, sin mediación diplomática alguna, con la mira centrada en ganar y con la creencia de que el tiempo juega a su favor, este conflicto europeo -el peor desde la Segunda Guerra Mundial- tiene más visos de escalar que de solucionarse.

Puede sumarse que el monolítico bloque occidental, liderado por el presidente estadounidense Joe Biden, acelera el envío de carros de combate y entrenamiento de operarios, lo que se suma a moderno armamento ya desplegado en esa nación, como el sistema Himars y otros misiles de largo alcance, que han frenado el avance de las tropas rusas en el este ucraniano, cuya conquista pareciera ser el objetivo real del Kremlin.

Mucho se especuló de que cuando Putin inició su “ofensiva especial” en pro de una “desmilitarización y desnazificación de Ucrania” argumentando genocidio de los prorrusos en la región del Donbás y la amenaza a su seguridad nacional por los planes expansionistas de la Otan con la solicitud de adhesión de Ucrania su plan era llegar hasta Kiev, deponer al gobierno Zelenski e imponer uno aliado.

Ante la superioridad de hombres y armas se creyó que sería un operativo fugaz, como el que realizó años atrás cuando anexó de Crimea. Sin embargo, hoy aún se desconoce si ese era el plan original del Kremlin o si tuvo que replantearlo ante una tan inesperada como feroz resistencia ucraniana.

Sin datos oficiales sobre muertos y heridos (tanto uniformados de ambos bancos como de civiles) pero se sabe que son decenas de miles, millones de refugiados y desplazados internos, ciudades destruidas por los bombardeos y alto impacto en la economía global, la guerra sigue en curso, amenaza con intensificarse y ser de largo aliento, pese a este balance devastador.

Así lo visualizan jefes de gobierno, militares, analistas e inclusive el jefe de la Otan quien estos días advirtió que la Organización debe estar lista para un largo período de peligrosas tensiones con Rusia. “Estamos listos para un largo camino, esto puede durar muchos, muchos años”, afirmó Stoltenberg que si bien no descartó que se abra camino para una mejor relación con el Kremlin, “con el comportamiento del actual régimen ruso no hay forma…El presidente Putin quiere una Europa diferente, una Europa donde pueda controlar vecinos, en la que decida aquello que los países pueden hacer".

En el mismo sentido se han pronunciado analistas como Jon Alterman, del grupo de reflexión estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) quien sostiene que “no hay signos de estar cerca del final ya que cada parte siente que el tiempo está de su lado y que llegar a un acuerdo ahora es un error".

Este escenario es más que posible ante las radicalizadas posiciones de los bandos y sus objetivos diametralmente opuestos. El mandatario ruso concentra su ofensiva en la región del Donbás que alberga Donetsk y Lugansk con salida al mar de Azov, controla Zaporiyia donde está la central nuclear más grande de Europa y busca reconquistar Jersón para implementar una franja que comunique el suroeste ucraniano con Crimea.

Tras algunos éxitos recientes en esa zona de guerra se presume que el bando ruso emprenderá una gran ofensiva en la primavera boreal, que arranca este 20 de marzo, máxime tras la inminente caída de la localidad de Bajmut, un paso más en su hoja de ruta militar.

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Mientras tanto, Ucrania se muestra decidida a recuperar el territorio perdido, ayudada por Estados Unidos y gobiernos europeos, que alistan la entrega de tanques Leopard (entregarán más de 130) que consideran el arma efectiva para detener el avance del enemigo y llevar la guerra a un punto de inflexión.

Zelenski, quien mantiene la solidaridad mundial, así como la millonaria ayuda en dinero y especie de la coalición occidental, les instó el viernes a “acelerar” el envío de los prometidos misiles y carros de combate. "Necesitamos acelerar. Velocidad para concluir nuestros acuerdos, velocidad de entregas para reforzar nuestra lucha, velocidad de decisiones para limitar el potencial ruso. No hay alternativa a la velocidad, porque de ella depende la vida", dijo a los participantes de la conferencia de seguridad de Munich.

Estimó además que "no hay alternativa a la victoria ucraniana", denunció que el presidente Putin, "intenta ganar tiempo para su agresión" y alertó que “es claro que Ucrania no será su última etapa. Va a continuar (su ofensiva) hacia otros Estados del antiguo bloque soviético".



A diferencia de otros discursos no se refirió a su intención de recuperar la península de Crimea, en el mar Negro, que Rusia anexionó en 2014, consciente de los recelos que esa ambición despertó entre sus aliados.

Liana Fix, del centro de reflexión estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores, considera que con la ayuda pesada occidental "el escenario más probable es que los avances ucranianos conduzcan a una victoria suficientemente buena seguida de continuos combates en algunos territorios mientras Rusia intenta mantener Crimea”, pero advierte que “ello no significa que la guerra termine con una clara derrota rusa”.

El tipo de armas que se entregue a Kiev “será decisivo” según Dimitri Minic, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri) porque “Con artillería de largo alcance puede romper el ciclo ataque, contraataque y defensa, debilitando la capacidad rusa para recuperarse y lograr un triunfo”.

Para el experto, una victoria "estratégica" para Kiev podría consistir en "dividir en dos el despliegue del ejército ruso en Ucrania a través de Zaporiyia", pero también advirtió que “rendirse” no está en las consideraciones del Kremlin. Todo lo contrario, “los rusos harán cualquier cosa, incluso movilizarse sin límite y empobrecer a todo su país si es necesario, para mantener los territorios ocupados y continuar sus conquistas", asegura.

Por su parte Alterman imagina –admitiendo que es demasiado pronto- varios escenarios: desde Moscú "consolidando algunas conquistas" hasta "una transición de liderazgo en Rusia que ponga fin a la guerra", pasando por "algún tipo de tregua".

Pero en las actuales circunstancias, con los rusos avanzando lento pero seguro y los ucranianos confiados en cerrarles el paso con el armamento prometido, ningún bando considera volver a la mesa de negociación, suspendida desde hace diez meses y sin posibilidad de acuerdo alguno ante las ‘líneas rojas’ reiteradas por ambos.

Vale recordar que Zelenski presentó un plan de paz de 10 puntos que incluye el reconocimiento por parte de Rusia de la integridad territorial de Ucrania y la retirada de sus tropas, que de inmediato fue rechazado por el Kremlin.

Para el experto del Ifri, Rusia podría aceptar "temporalmente" la independencia de Ucrania e incluso un poder pro-Unión Europea y pro-OTAN en Kiev, pero "a cambio de un reconocimiento de las conquistas rusas en Ucrania…Una línea roja que Kiev nunca cruzará.

 Amenaza nuclear

Desde Putin y su amigo chino Xi Jiping hasta su homólogo estadounidense Biden han descartado escalar la guerra hasta el ámbito nuclear, pero la amenaza persiste y de cuando en vez el Kremlin da señales veladas de su poderío atómico, como ocurrió esta semana al desplegar buques de su Flota Norte, los mismos que en la época de la Guerra Fría navegaron con armas atómicas. Un hecho inédito en tres décadas, según informó Noruega.

Si se llegara a ese grave escenario, según Minic, la disidencia interna en Rusia podría estallar debido al temor de una guerra nuclear y porque el uso de armas nucleares podría percibirse como revelador de la debilidad del presidente Putin, quien desde hace semanas enfrenta presiones del fundador de la milicia Wagner, Yevgueny

Prigozhin, para que lance una cruenta batalla final en Ucrania.

Las próximas citas electorales podrían tener una enorme influencia en el futuro de la guerra, entre ellas las elecciones legislativas en Ucrania en octubre y la presidencial de Estados Unidos en 2024. Para este año, el apoyo estadounidense está asegurado, pero la aprobación por el Congreso de un nuevo programa de ayuda a Ucrania no es seguro. Entre tanto, algunos gobiernos aliados en Europa podrían enfrentarse al cansancio de los votantes y a la oposición política contra la guerra, si se prolonga.

En ambiente electoral "será más difícil explicar por qué continúa esta guerra" y se empezará a cuestionar “la millonaria ayuda” sostiene por su parte la experta del Consejo de Relaciones Exteriores, para quien Ucrania se ve obligada a registrar "importantes avances".

Remezón geopolítico

Como reseñamos, esta guerra aumentó la tensión y aceleró la marcha hacia la consolidación de grandes bloques alrededor de Washington y Pekín, confirmando este último en alianza con Moscú su proyecto de un nuevo orden mundial.

Asia Central, Cáucaso, Balcanes, África, Indo-Pacífico... Varias regiones son escenario de silenciosas luchas de influencia -económica, militar o diplomática- entre potencias como China, la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia o Turquía.

El conflicto debilitó por ejemplo la posición rusa en sus antiguas repúblicas de Asia Central y dio a Turquía grandes oportunidades diplomáticas.

Para el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, "todo es un arma: energía, datos, infraestructuras, migraciones".

"Esta caótica recomposición es real, pero probablemente transitoria", estima Pierre Razoux, de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos, al tiempo que destaca que “mecánicamente, el final de la guerra verá un debilitamiento y un desgaste de Rusia y de Europa. Los dos grandes vencedores podrían ser Estados Unidos y China".

¿Esto implicará una división total del mundo? En el contexto actual, países emergentes como Brasil o India intentan aparecer como potencias de "equilibrio", evitando alinearse claramente.

China, que se ve primera potencia mundial en 2049, se pregunta, al igual que Estados Unidos, cómo inscribir esta guerra en su agenda. Pekín apoya a la Rusia de Vladimir Putin, aunque intenta que su posición aparezca como aceptable por los occidentales.

Un informe de los servicios secretos de Estonia, exrepública soviética y miembro de la UE, califica de "error" considerar el "apoyo reducido" de Xi a la guerra de Putin como una "muestra de distanciamiento".

Aunque Pekín no ayuda a Moscú como Washington lo hace con Kiev, "la relación económica se reforzó", apunta Alice Ekman, experta sobre China del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea.

Pero Rusia, con un mayor arsenal nuclear que China, corre el riesgo de verse relegada al rango de potencia subordinada.

"Rusia no está en posición de negociar con China, que tomará lo que quiere de Rusia y no le dará lo que desea", como armas o algunos componentes, estima por su parte Agathe Demarais, responsable de pronóstico del Economist Intelligence Unit.

Para Razoux, "para evitar un vasallaje económico y estratégico", Moscú apuesta por "diversificar sus relaciones geopolíticas, económicas y estratégicas: Turquía, Oriente Medio, Irán, África".

Entre tanto, la Unión Europea está en una encrucijada. ¿La guerra le permitirá reafirmarse como un tercer actor importante o la relegará a peón de Washington?

Juntos en el apoyo a Kiev, Europa quiere "reforzar la relación con Estados Unidos, pero se da cuenta que un día podría encontrarse sola" si en la presidencial del año entrante gana un republicano, estima Razoux.

Espoleada por sus miembros más atlantistas, que sólo ven su seguridad bajo el paraguas estadounidense y la OTAN, la UE buscará reducir otras dependencias estratégicas como en materias primas críticas, semiconductores, alimentos, etc.

Para el investigador francés Bruno Tertrais, de la Fundación para la Investigación Estratégica, los europeos se arriesgan a encontrarse contra la pared si no reaccionan y sostiene que esta guerra representa "una distracción estratégica" para Washington.

Por otro lado, el caso de Ucrania permite prepararse para un eventual conflicto con China sobre Taiwán, recordó recientemente el comandante de las tropas estadounidenses en Japón, James Bierman, al diario Financial Times.

Golpe económico

Las sanciones económicas impuestas por Europa, Estados Unidos y otros aliados de Ucrania a Rusia asestaron un golpe muy duro al ya debilitado librecambismo globalizado, impulsado tras la Guerra Fría, mientras la guerra ha sido un “misil” para la economía global, con efectos visibles y cotidianos.

Así, disparó los precios de tres elementos básicos para la humanidad -alimentación, calefacción, luz- en muchas regiones, de la África en desarrollo a la próspera Europa.

Y aunque esta "crisis del costo de la vida" se vislumbraba antes de la pandemia, como lo apuntó el Foro Económico Mundial en su último informe sobre los riesgos mundiales, es innegable que la agravó este conflicto militar.

Se vivió inicialmente una guerra de cereales, (Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania de maíz, trigo y también cebada) se pasó a la de combustibles, por ser el gigante país uno de los mayores proveedores de petróleo y gas (disparando sus precios a nivel global), la escasez de fertilizantes, así como de materias primas especialmente minerales (níquel y barras de hierro).

El efecto inmediato en la llamada aldea global fue una galopante inflación que llevó a que el 2022 estuviera marcada por una “oleada sin precedentes” de manifestaciones sociales, motivando a drásticos virajes políticos en la conducción de los países, especialmente en América Latina.

Rozando el primer año de esta primera guerra del siglo XXI quedan en evidencia varias cosas: que no fue tan rápida como se presumía, no ha sido una batalla con aires de David contra Goliat, que el mundo entero ha sufrido su impacto económico, que cambió la geopolítica global y que con los ‘inamovibles’ de las partes no se vislumbra acercamiento alguno. ¿Cuándo acabará? Es un enigma. /