No lo ha acabo ni la hiperinflación de Isabel Perón (1972), ni la crisis de la deuda, ni los escándalos de los Kirchner. El peronismo ha sido inquebrantable como Monzón en la lona, pero aún más fuerte y dinámico, y singularmente indescifrable. Con él como protagonista central de la política argentina han transcurrido 70 años. Hasta hoy, posiblemente.
Este domingo, en las elecciones presidenciales, el peronismo puede quedar de tercero y confirmar que se ha convertido en una fuerza secundaria frente a las alternativas de cambio que plantea la centroderecha macrista o el movimiento libertario. El escenario, de confirmarse esta noche, rompería todos los esquemas políticos y mentales sobre la manera cómo se ha concebido la política en Argentina, donde siempre se ha pensado en cada elección en el peronismo y, luego, en los demás.
“Yo soy el león”
El favorito para llevar al peronismo a un lugar de poca trascendencia es coincidencialmente su mayor enemigo, Javier Gerardo Milei. “El peluca” controvertido libertario, del que todos los medios hablan, ha dominado el primer lugar en las encuestas desde que se lanzó a la presidencia en junio y hoy le apunta a ganar con el más del 40% de los votos y una diferencia con el segundo de 10 puntos para convertirse en el virtual presidente de Argentina.
En las PASO -las primarias argentinas-, que sirven de radiografía para medir las fuerzas de cada grupo político, el candidato de la Libertad Avanza (Milei) logró el 30% de los votos, seguido del candidato de la Unión por la Patria (peronismo), Sergio Massa, con 28%, Patricia Bullrich (15%) y Horacio Rodríguez (11%). La realidad de las encuestas no cambia mucho frente a las PASO. En un promedio de 20 mediciones sobre intención de voto publicadas por El Clarín, Milei aparece con el 34%, Massa logra 30% y Bullrich llega a 26%.
La apuesta de Milei es ampliar su votación en distritos estratégicos al interior del país (Córdoba y Santa Fe) y mejorar su desempeño en la provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo, donde el actual gobernador, Axel Kcillof, ha movilizado las bases del kirchnerismo y el justicialismo para apoyar a Massa, exministro de Economía.
Habitada por más de 15 millones de personas, la provincia de Buenos Aires es la que suele cambiar la balanza electoral en el país albiceleste. Desde hace décadas el peronismo se ha dedicado a fortalecer sus bases de la mano de sindicatos y movimientos sociales que reciben enormes dádivas a cambio de lealtad política. Es lo que, en otro artículo en este Diario, se ha llamado “Corporativismo y patria subsidiada”, una estructura del peronismo en la que se combina asistencialismo absoluto con política.
Este sistema ha funcionado con ciertas imperfecciones, pero se está agotando por las precarias condiciones de vida en Argentina. La pobreza, según el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos), ha pasado de 26% en 2017 a 40% este año, la indigencia roza el 10% y la inflación interanual alcanza 138 %. A eso se le suma que Argentina debe al Fondo Monetario Internacional (FMI) 44.000 millones de dólares y el Banco Central no tiene reservas en dólares para pagar el préstamo.
Le puede interesar: ¿Levantará Venezuela inhabilidad a Machado, segura ganadora de primarias?
Milei busca que se le suman más votantes de los sectores populares atraídos por su mensaje contra la casta. En la provincia de Buenos Aires tiene como objetivo ampliar su votación en los municipios de Bahía Blanca, La Matanza, San Martín y Lomas de Zamora, en donde asistió esta semana a un mitin político con una motosierra -símbolo para “cortar” la casta política”-.
También le apunta a crecer en la capital, Buenos Aires, que representa el 7% del padrón electoral, y donde alcanzó una votación baja en las PASO, por una mezcla de abstención, apoyo al exalcalde Rodríguez Laretta y peronismo.
Los cálculos de Milei son claros, sin embargo, enfrentan un enorme desafío: su equipo. No sólo él ya de entrada es un histriónico candidato que representa rechazo en varios sectores, sino que los que lo rodean buscan enfrentarse al Papa Francisco, han negado las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura o han presentado proyectos de ley a favor de padres que no quieran reconocer a sus hijos.
El camaleón y la estructura
Mientras que Argentina se desmorona entre deuda e hiperinflación, Sergio Massa ha sido capaz no sólo de criticar al gobierno de turno, del que es ministro de Economía, sino de lanzarse de candidato. Es el político más camaleónico de la historia reciente del país. Ha sido kichnerista, anti-kirchnerista, peronista, de todo, y hoy es -si algo puede ser- la carta del peronismo para seguir imponiendo un modelo estatista fracasado.
Hoy tiene un 30% de los votos, según los sondeos.
La intención de Massa es evitar que la conservadora Patricia Bullrich se acerque al 30% de intención de voto que él ha tenido desde que entró de lleno en la campaña, dado que cuando se realizaron las PASO (agosto) había renunciado reciente al ministerio de Hacienda. Para conservar este porcentaje, busca afianzar sus bases en toda la provincia de Buenos Aires con el apoyo del aparato peronista, que se constituye de movimientos sociales de base como La Cámpora o el mayor sindicato de Argentina, la CGT, y crecer un poco en el interior (Tucumán, Salta, bastiones peronistas que han perdido).
En enero, éste no era el escenario que Patricia Bullrich tenía en mente cuando ya se sabía confidencialmente que era la carta del expresidente Mauricio Macri. La exministra de Seguridad apostaba por rivalizar con el candidato del peronismo y acumular todo el descontento del momento, pavimentado el camino hacia la presidencia. Pero apareció Milei, y hoy está en el medio entre el radical libertario y el oficialista camaleónico de Massa.
En el equipo de Bullrich, dice La Nación de Buenos Aires, consideran que hay un empate técnico entre ella y el oficialista Massa. Por dos motivos lo dicen. El primero es que confían en que son endosables los votos de Rodríguez Laretta que, sumados a los de ella, le dan 28, y las encuestas la posicionan a menos de cuatro puntos del peronista Massa.
También, en segundo lugar, creen en la estructura de la coalición que la acompaña, Juntos por el Cambio, la más votada en las elecciones al Congreso y regionales, tiene la fuerza para posicionarla más arriba, teniendo en cuenta que tiene a su haber varias gobernaciones claves: Santa Fe, Jujuy, San Luis, y otros.
Por los números y movimientos de las últimas semanas, no parece viable que ningún candidato logre el 40% de los votos o, si lo consigue, tome una distancia de más de 10 puntos frente al segundo. Argentina se aproxima a una segunda vuelta o balotaje el 19 de noviembre. Si pasan Milei y Bullrich, ¿para dónde se irán los votantes de Massa o los peronistas?