Educación debe ser el camino para superar la violencia | El Nuevo Siglo
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Domingo, 27 de Octubre de 2019
Mario F. Hurtado
Odios, tensiones y las diferencias políticas desembocan en la violencia. Preocupa que parte de ella se incube en movimientos estudiantiles que deberían ser ejemplo de acciones políticas inteligentes y no de la radicalización de la violencia.

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AMÉRICA Latina se encuentra en una crisis que se ve a diario en los medios de comunicación. Una violencia desbordada en Chile, caos, vandalismo, quema del metro, saqueos y destrucción de inmobiliario urbano y de centros comerciales. Bolivia, movilizaciones y disturbios por unas elecciones con irregularidades. Colombia, estudiantes movilizados por casos de corrupción en la Universidad Distrital o simplemente molestos por el modelo económico vigente. Ecuador, protestas y movilizaciones por la eliminación de los subsidios a la gasolina. En varios países de la región, malestar generalizado.

En todos se han pronunciado un gran número de estudiantes, el asunto es que en varios casos con altos niveles de violencia que sido justificada desde varios sectores que consideran que la violencia es un camino válido para expresar el malestar o el cansancio. Preocupante ver estudiantes rompiendo cristales, lanzando bombas, quemando estaciones de metro, destruyendo las ciudades.

¿Es ese el camino por él que se deben orientar las reivindicaciones sociales?

Latinoamérica vivió gran parte del siglo XX bajo la sombra de las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Desde un debate ideológico, hasta conflictos armados que generaron en la generaciones de estudiantes acciones marcadas dentro de la ilegalidad: capuchas, bombas, quema de buses, ataques a los que se consideraba representa al establecimiento o al capitalismo, en un contexto de represión militar y de las oscuras acciones de los militares.

En 1990 cae de forma gradual el comunismo y con él surge la expansión de la democracia, esto lleva a construir otra amenaza y los discursos no se alejan de la añoranza del modelo socialista y de las acciones violentas como mecanismo de protesta. Han pasado casi 30 años y la región no ha podido superar el operar violento.

La educación escolar y la superior están en deuda con la región. Seguir validando las acciones violentas como mecanismo de reivindicación social es algo retrógrado. Son expresiones que solo trasmiten odio, resentimiento y generan miedo. Hay que pensar en otras formas de proceder, consecuentes con la educación, la tolerancia, el respeto por la diferencia.

Si bien el movimiento estudiantil y la movilización social en general permiten transformaciones sociales es preocupante como algunos estudiantes y sus líderes asumen las situaciones desde el dogmatismo y la radicalización. ¿La protesta justifica la violencia y la destrucción del mobiliario?

La violencia física o simbólica no puede ser la justificación de la reivindicación de los derechos. Estamos fallando como sociedad. Porque las justificaciones se validan de acuerdo a la orilla ideológica y ni la sociedad civil debe ser cómplice de la violencia y el vandalismo, ni el Estado debe utilizar los mecanismos de represión como forman de intimidación y orden.

Sociedades europeas y asiáticas han avanzado en el sentido de pertenencia de lo público, porque los transportes públicos, las vías y el mobiliario también son recursos públicos. Por ello, defender los recursos implica cuidar lo que se ha hecho con ellos. Los discursos del odio no deberían existir, podemos ser una sociedad crítica, reflexiva, combativa, sin la necesidad de destruir, discriminar o violentar.

La academia debe reflexionar al respecto, en cómo se incuban esos sentimientos de odio, por qué no los orientamos a una mirada compleja de los problemas sociales, del funcionamiento del Estado. Defender la democracia y las libertades desde la plena conciencia de cómo opera el sistema, cómo se organizan las finanzas, cómo son de valiosos los recursos y cómo debemos proceder frente a los derechos y a los deberes.