El pensamiento político de Bolívar | El Nuevo Siglo
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Domingo, 27 de Octubre de 2019
Alberto Abello

Entre los aspectos que tiene muy en claro Bolívar se destaca su visión del Nuevo Mundo, por lo que podrá ser un lector de Rousseau, como muchos de sus contemporáneos, más no por eso va creer en la bondad natural del hombre, mucho menos en la de los de nuestra región. Rousseau, nunca estuvo en Hispanoamérica y su visión artificial de los primitivos habitantes de América la toma de terceros como el padre Las Casas, lo que lo lleva a afirmar que los hombres nacen buenos por naturaleza y la sociedad los corrompe.

El realismo de la mente de Bolívar le impide tragar ese cuento, en tanto conoce la naturaleza de los aborígenes, quienes, por estar unos siglos detrás en la evolución y el desarrollo no dejan de ser buenos, malos o ambas cosas, según su naturaleza y circunstancias en las que les corresponde actuar, como el resto de la humanidad en otros estadios de la cultura. Quizá, por esa misma razón, pese al inmenso influjo que ejerce Rousseau sobre sus contemporáneos, en especial sobre los radicales franceses y los liberales españoles y americanos es diferente en Bolívar. (El término liberal en sentido político, que es diferente al de generoso, se acuña por primera vez en el Congreso de Cádiz) Esta peculiar circunstancia del escepticismo político de Bolívar sobre “el buen salvaje” le impide dejarse seducir por la visión del mundo americano que venden los europeos y que aquí siguen muchos criollos a rajatabla, incluso cuando las circunstancias y la realidad muestran el error garrafal de esas teorías cuando de interpretar a los habitantes del Nuevo Mundo se trata.

Crítica al modelo afrancesado

Si bien durante la Primera República de Venezuela Bolívar se deja llevar por el entusiasmo general por esas teorías, dada su simpatía de entonces por el Generalísimo Francisco de Miranda, a quien trajo de Londres a sabiendas de sus estrechos vínculos con el gobierno inglés, que de alguna manera le garantizaba el apoyo de esa potencia que tanto admiraba, la cual se disputaba con los Estados Unidos el influjo que aspiraban a obtener en Hispanoamérica al derrumbarse el Imperio Español.

Precisamente será el nefasto experimento político que produjo la implantación del modelo afrancesado liberal en Venezuela lo que lleva a Bolívar a apartarse y combatirlo por su debilidad e inoperancia en estas tierras:  “el más consecuente error que cometió Venezuela al presentarse en el teatro político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante, sistema improbado como débil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo”.

“Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñar la ciencia práctica de gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose Repúblicas Aéreas, han procurado alcanzar la perfección política presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se resintió extremadamente, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada”.

“De aquí nació la impunidad de los delitos de Estad0, cometidos descaradamente por los descontentos”.

“La doctrina que apoyaba esta conducta tenía su origen en las máximas filantrópicas de algunos escritores que defienden la no residencia de facultad en nadie, para privar dela vida a un hombre, aún en el caso de haber delinquido éste en el delito de lesa patria. Al abrigo de esa piadosa doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón se sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar, porque los gobiernos liberales deben distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia criminal, que contribuyó más que nadie a derribar la máquina que todavía no habíamos santeramente concluido!”

“Las repúblicas, decían nuestros estadistas, no ha menester de hombres pagados para mantener nuestra libertad. Todos los ciudadanos serán soldados cuando no ataque el enemigo. Grecia, Roma, Venecia, Génova, Suiza, Holanda, y recientemente, el norte de América, vencieron a sus contrarios sin auxilio de tropas mercenarias, siempre prontas a sostener el despotismo y a subyugar a sus conciudadanos”

“El sistema federal, bien que sea el más perfecta y capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados.  Generalmente hablando, todavía nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de ejercer por sí mismos y ampliamente sus derechos porque carecen de las virtudes políticas que caracterizan el verdadero republicano, virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos en donde se desconocen los derechos y los deberes del ciudadano”.

“Por otra parte, ¿Qué país del mundo por morigerado y republicano que sea, podrá, en medio de las facciones intestinas y de una guerra exterior, regirse por un gobierno tan complicado y débil como el federal? No, no es posible conservarlo en el tumulto del combate y de los partidos. Es preciso, por decirlo así, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y del carácter de los hombres que lo rodean. Si estos son prósperos y serenos, él debe ser dulce y protector, pero si son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse terrible y armarse de una firmeza igual a los peligros sin atender a leyes ni constituciones”

Cuenta que el sistema Federal condujo a la ruina y la destrucción Venezuela: “Yo soy del sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas, seremos indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones civiles y conquistados y vilipendiados por ese puñado de bandidos que infestan nuestras comarcas”.

“Las elecciones populares hechas por los rústicos del campo y por los integrantes moradores de las ciudades, añaden un obstáculo más a la práctica de la federación entre nosotros porque los unos son tan ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente y los otros tan ambiciosos que todo lo convierten en facción, por lo que jamás se vio en Venezuela una votación libre y acertada, lo que ponía el Gobierno en manos de hombres ya desafectos a la causa, ya ineptos, ya inmorales. El espíritu de partido decidía en todo, por consiguiente nos desorganizó más de lo que las circunstancias hicieron. Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornaron a la esclavitud¨.

El pensamiento político de Bolívar cobra notable actualidad al leer el extraordinario documento en el cual asienta los pilares de su doctrina, el cual repasamos hoy, cuando el próximo año se cumplen 190 años de su nacimiento. La vigencia de sus ideas se comprueba al constatar los males y debilidades que denuncia en el modelo europeo liberal de moda para gobernarnos y que habíamos copiado de Francia y de Estados Unidos.

Para conjurar esos males de la democracia en ciernes, en el Manifiesto de Cartagena considera que debíamos forjar un nuevo Estado fortalecido y gobernarnos por leyes adecuadas a las circunstancias, capaces de ayudarnos a superar nuestros males y contribuir al engrandecimiento moral y el desarrollo económico y social de nuestros pueblos.

El mal está en el modelo constitucional a la francesa, por lo que remata Bolívar: “Entre las causas que han provocado la caída de Venezuela debe colocarse en primer lugar la naturaleza de su Constitución”.