EL NUEVO SIGLO: ¿Qué aspectos deberían tener en cuenta los colombianos para elegir un buen líder a la Presidencia de la República este año?
ROSITA MANRIQUE: En una sociedad tan polarizada como la nuestra, quien aspire a llegar a la Presidencia de Colombia debe ser capaz de entender varias cosas. La mayoría de los problemas que enfrentamos son sistémicos y complejos, en un entorno que viene cambiando aceleradamente. Esto implica que hay que enfrentarlos de una manera innovadora y colectiva, ya que las soluciones para muchos de ellos no están a la vista y desbordan la capacidad de un solo individuo.
No hay duda que hay muchas situaciones que requieren poner la casa en orden en nuestro país. La gente tiene el derecho de esperar que el Estado cumpla con su rol a nivel nacional y en las regiones. Para estos casos, las soluciones ‘técnicas’, basadas en experiencias anteriores, pueden funcionar si se ejecutan bien.
Desde la cabeza del gobierno, se necesita la capacidad de dar una orientación gerencial para orquestar el concurso de las diferentes instancias del Estado que deben de intervenir en estos casos. Esto implica dar directrices claras y ser capaz de controlar la implementación de lo acordado para lograr resultados visibles y sostenibles. Cuando esto no se da, las frustraciones de la gente son grandes. La falta de gerencia institucional es un mal endémico que se debe corregir.
Por lo tanto, es importante la faceta gerencial del futuro presidente pero no es suficiente. El mayor reto que enfrenta esta persona en los próximos cuatro años es que hay muchos problemas que no se resuelven técnicamente. Hay un gran número que requieren desarrollar la capacidad de adaptación en la sociedad.
Para estos casos, un buen gerente no sirve, se necesita un buen líder. El buen ejercicio del liderazgo permite lograr que se produzcan cambios profundos en la mentalidad de la gente. Implica que logre que haya una responsabilidad colectiva para adaptarse a las nuevas realidades del entorno, a nivel local, nacional e internacional.
Para liderar los procesos de transformación que necesita nuestra sociedad, el futuro presidente debe de ser claro con la gente y acotar sus expectativas. Recordemos que no hay soluciones sencillas para muchos de los problemas complejos que enfrentamos. De hecho, es muy posible que para algunos de ellos, no haya una respuesta en el corto plazo porque se desborda la misma capacidad institucional del Estado para responder.
Ante un entorno tan complejo, afectado por las dinámicas internas del país, pero cada vez más por las externas a nuestras fronteras, el éxito de futuro presidente estará condicionado a que promueva un liderazgo colectivo en los diferentes niveles de la sociedad. Necesitamos construir una visión común de país que nos convoque y no que nos divida. Pero también, que ejerza el liderazgo con el ejemplo y la coherencia de sus actos.
ENS: ¿Se confunde liderazgo con caudillismo?
RM: El más grande peligro hoy en día es que la gente busca a un mesías o a un caudillo para que les resuelva fácilmente todos sus problemas. Y como la vimos, la complejidad de los problemas actuales no permite que esto sea así. El populismo que hoy vemos, en cabeza de caudillos políticos, se basa en ofrecer lo imposible y en enfrentar a la gente, en lugar de construir una causa común de país.
ENS: ¿Cómo puede un buen líder hacer que le crean en la Presidencia en un país polarizado?
RM: La esencia de la credibilidad del líder está en la coherencia entre lo que dice y sus actos públicos y privados. Un buen ejemplo fue el expresidente Mujica en Uruguay. Hay gente que se deja llevar por la oratoria de un dirigente político, y se les olvida mirar su trayectoria anterior.