Los diez años de la Operación Jaque | El Nuevo Siglo
Foto archivo Xinhua
Sábado, 30 de Junio de 2018
Redacción Nacional

Cuando el 2 de julio de 2008, el ejército de Colombia logró en el marco de la Operación Jaque interceptar las comunicaciones de radio entre el líder de las Farc Mono Jojoy y el jefe guerrillero César, quienes mantenían secuestrada a Ingrid Betancourt y a otros catorce prisioneros, se abrió el panorama para que las Fuerzas Militares asestaran uno de los peores golpes a los delincuentes.

Durante una de las transmisiones, el ejército se hizo pasar por la operadora de radio del Mono Jojoy y ordenó al jefe César que agrupara a sus rehenes en un punto de la selva.

La orden del falso Mono Jojoy indicaba que un helicóptero de una ONG recogería a los prisioneros para intercambiarlos más tarde por guerrilleros de las Farc encarcelados.

En la primera fase de la operación los rescatistas se hicieron pasar por miembros extranjeros de una misión humanitaria, para lo que incluso imitaron distintos acentos. Se acercaron a los guerrilleros y se ganaron la confianza del jefe César. Se identificaron como supuestos reportero y camarógrafo para distraer al líder guerrillero. Le entrevistaron mientras el resto de los miembros de la operación reunían a los secuestrados, que desconfiaban de los recién llegados. Así se logró el rescate en pleno corazón del Guaviare de siete militares, cuatro policías, tres ciudadanos estadounidenses y la excandidata presidencial Ingrid Betancourt en una de las operaciones de inteligencia militar más grandes en Colombia.

Planificación

 

El general (r) Fredy Padilla de León, excomandante de las Fuerzas Militares, sostuvo en su momento que “fue una operación planificada, inspirada, comandada y ejecutada por colombianos”.

Infiltrar a la entonces guerrilla de las Farc no era fácil, fue un trabajo que llevó mucho tiempo.

 “Era posible llegar hasta donde estaban los secuestrados”, agregó el general Padilla.

El riesgo para los secuestrados era latente, pues existía un gran temor de ser asesinados. “Más cuando la filosofía en aquel entonces del “Mono Jojoy” era que, intento de rescate era tener que asesinar a los secuestrados”, contó el sargento Julio Buitrago, liberado en Operación Jaque.

Sin embargo, en medio de un cinematográfico rescate, los quince secuestrados recuperaron la libertad.

“Son dos miedos que he tenido en mi vida muy fuertes; y es el día que se produce la toma y el día que se produce nuestra liberación”, indicó el coronel Javier Rodríguez, liberado en la Operación.

Hoy diez años después, quienes protagonizaron esta hazaña recuerdan que algunos, víctimas del secuestro, lo perdieron todo.

“Algunos compañeros no encontraron sus padres, otros de pronto la crianza o la relación con sus hijos no fue la más acorde”, dijo el sargento Buitrago.

Volver a la vida, a la cotidianidad, no fue sencillo, pues el mundo había cambiado en una década.

“Fue el avance tecnológico, porque sale uno de donde nuestra tecnología fue durante muchos años el televisor de perilla y el teléfono fijo”, agregó el sargento Buitrago.

Rehacer la vida fue un gran reto para estos guerreros, que nunca perdieron la esperanza. Sus victimarios después de éste y otros golpes recibidos por parte de la Fuerza Pública decidieron negociar y hoy poco a poco se reincorporan a la vida civil. “Ese fin del fin, del que hablábamos en el año 2010, hoy está dando sus frutos, aseguró el general Padilla.

 

Más secuestros

Sin embargo, esta hazaña de las Fuerzas Militares no ha frenado el secuestro de colombianos por parte de guerrilleros o bandas criminales.

El secuestro el pasado 23 de marzo y posterior asesinato de los periodistas ecuatorianos Javier Ortega, de 32 años y el fotógrafo Paúl Rivas, de 45, así como su conductor, Efraín Segarra, de 60, por el disidente de las Farc, alias ‘Guacho’, marcó un antes y después en el desarrollo de esta abominable conducta en Colombia por parte de los grupos guerrilleros y bandas criminales.

Informes de inteligencia señalan que el Eln, pese a adelantar una negociación con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, aún mantiene a cinco personas secuestradas, especialmente en Norte de Santander, casos que se suman a los plagios cometidos el año pasado en Arauca, Cauca, Nariño y Valle. 
Aunque en el país se sigue cometiendo este delito -calificado como un crimen de lesa humanidad-, en los últimos diecisiete años ha venido cayendo. En el 2016 se reportaron 199 secuestros, mientras que el año pasado hubo 190, lo que muestra una disminución del 5%. 

Esa estadística, comparada con las cifras del 2000, muestra una reducción del 94%. Ese año, Colombia alcanzó el pico más alto en secuestros con 3.572 casos denunciados, por lo que en promedio diez personas eran secuestradas al día. Fue un año marcado por el accionar de las Farc y los llamados secuestros políticos, sumado a los extorsivos contra comerciantes, ganaderos y empresarios, como una forma de financiar la guerra.

A la par estaban las grandes redes criminales especializadas en este delito que contaban con la infraestructura para mantener por meses a los plagiados y lograr el pago exigido por su liberación.

Al drama del secuestro se suma el dolor de las familias que perdieron a sus seres queridos en cautiverio. En el 2017, además del caso del líder asesinado Isarama Forastero, se recuperaron los cuerpos de seis personas asesinadas mientras estaban secuestradas.

 

El símbolo de Libertad 1

Sin duda el Libertad 1, MI-17 EJC 3375 de la Aviación del Ejército, se convirtió en el símbolo de esta hazaña militar y actualmente realiza labores de tipo humanitario.

De acuerdo con el Ejército, la aeronave que también marca en su costado la sigla SAR (Salvamento Aéreo y Rescate), se ha dedicado al desarrollo de misiones de este tipo, volando más de 2.000 mil horas en estas operaciones.

El Libertad 1 sigue surcando los cielos de Colombia, realizando todo tipo de misiones de apoyo humanitario y atención de desastres. Una aeronave que el Ejército Nacional ha dispuesto para servir a los colombianos durante el día y la noche.

Las tripulaciones de este MI-17, aguerridas y altamente entrenadas para cumplir su misión, han sido protectores del medio ambiente al evitar daños a ecosistemas causados por incendios forestales en Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Santander; recientemente llegó cargado de esperanza a Puerto Valdivia; allí transportó más de 24.000 kilos de ayudas humanitarias a la población afectada por la creciente del río Cauca.

La flota de helicópteros MI-17, aeronave escogida para la Operación Jaque, se ha convertido en una de las más importantes por las misiones que cumple; en estas robustas máquinas se realizan evacuaciones aeromédicas, movimiento de personal, abastecimiento, extinción de incendios con el sistema bamby bucket, transporte de carga, entre otras. 

 

Actualmente la Aviación del Ejército de Colombia tiene una flota de 23 MI-17, aeronaves de gran capacidad que han sido utilizadas, en su mayoría, en misiones de apoyo humanitario. La tripulación de este helicóptero está conformada por el Piloto al Mando, Piloto, Ingeniero de Vuelo, Jefe de Tripulación y Técnico de Vuelo. En el 2018 se conmemoran diez años de la Operación Jaque, una operación que además de ser símbolo de libertad y esperanza, es muestra de la astucia y profesionalismo de los Soldados del Ejército colombiano