DE un extremo al otro. Así fue el comportamiento electoral de los franceses en tan solo una semana ya que, tras el masivo apoyo al ala dura de la derecha, representada por Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen el pasado domingo, en la segunda vuelta avalaron a la mayoría de candidatos de la coalición de izquierda, Nuevo Frente Popular, que dio un zarpazo que ni ellos mismos esperaban.
A la espera de datos oficiales, todas las proyecciones a boca de urna coincidieron en que ninguno de los tres grandes bloques (los dos anteriormente mencionados y la coalición Juntos por el Cambio liderada por el presidente Emmanuel Macron) logró la mayoría absoluta, lo que abre un período de incertidumbre sobre quién será el jefe de gobierno.
Para sorpresa de todos, la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), que en una conveniente jugada con la oficialista formó el transitorio ‘frente republicano’, que básicamente fue un compromiso de retirar alrededor de 200 candidatos en aquellas circunscripciones donde había dos de los partidos que hacían parte de sus bloques para evitar el triunfo del aspirante del ala dura de la derecha, en posición de fuerza tal cual se evidenció con los resultados de la primera vuelta este 30 de junio.
La estrategia funcionó (frustrar la victoria del ala dura del conservatismo) pero fue más favorable para los izquierdistas, ya que según la proyección de Ipsos a la medianoche de este domingo, obtendrían entre 177 y 192 escaños de la Asamblea Nacional (cámara baja), seguida de la alianza de centroderecha del presidente Emmanuel Macron con entre 152 y 158 y del partido RN y sus aliados con entre 138 y 145, según la última proyección de Ipsos.
Los asientos en juego eran 577 y, por ende, la mayoría absoluta se logra con 289.
Los resultados son un duro revés para el partido liderado por Marine Le Pen y presidido por Jordan Bardella, quien a sus 28 años se perfilaba como el nuevo jefe de gobierno. Hace una semana, en la primera vuelta, obtuvieron más del 33 % de votos, seguidos de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), que sumó 28 %, mientras que la alianza oficialista Juntos por el Cambio, que incluye al macronismo, apenas superó el 20 %. El cuarto lugar fue para Los Republicanos, conservadores con 6,5 %.
"Nuestro pueblo ha rechazado claramente el peor escenario posible", declaró el líder de izquierda radical Jean-Luc Mélenchon, para quien el NFP, que carece de mayoría absoluta, deberá "gobernar", pero sin "entablar negociaciones" con la alianza de Macron.
Sin embargo, la coalición macronista tiene la posibilidad, tal cual lo expresó el ministro del Interior, Gérald Darmanin, de aliarse con el partido “Los Republicanos” (LR, derecha), que pese a su división por el apoyo que su presidente, Eric Ciotti, dio al ala dura del conservatismo para estas legislativas, lograría entre 63 y 67 escaños.
El ministro Darmanin sostuvo anoche que "nadie puede decir quién ganó la elección", mientras que el joven primer ministro, Gabriel Attal, dijo que renunciará este lunes, pero que continuará "mientras el deberá lo exija", a menos de tres semanas de los Juegos Olímpicos de París.
Por su parte el izquierdista Mélenchon celebraba desconociendo el ‘frente republicano’ que gestó con la coalición oficialista para esta cita de las urnas y Bardella, de Agrupación Nacional, denunció una "alianza del deshonor" y reiteró que su partido "encarna la única alternativa" para "enderezar" a Francia.
Agregó que estos acuerdos electorales arrojan a Francia en brazos de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon" y que los mismos buscaban "impedir por todos los medios a los franceses elegir libremente una política diferente”. Sin embargo, destacó que su partido "está logrando hoy el avance más importante de toda su historia".
"La marea sube. Esta vez no ha subido lo suficiente, pero sigue subiendo y, en consecuencia, nuestra victoria sólo se ha aplazado", añadió por su parte Marine Le Pen, quien tiene el ojo puesto en la presidencial del 2027.
Un gobierno de su formación habría sido el primer ultraderechista en Francia desde la Liberación de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y uno nuevo en la Unión Europea, junto a Italia, entre otros.
Por su parte el líder del partido Renacimiento, Stéphane Séjourné, (coalición macronista) consideró que el Nuevo Frente Popular "no puede gobernar Francia", por la obvia razón de que ninguna coalición alcanzó la mayoría en la Asamblea Nacional.
El también ministro de Exteriores en funciones subrayó que el resultado -aún sin confirmar- de su formación, que habría quedado en segundo lugar pese a que en la primera vuelta estuvo por detrás del ultraderechista Agrupación Nacional y del Frente Popular. "Contrariamente a lo que algunos predijeron, el moderado bloque central republicano sigue ahí, en pie", enfatizó.
Asimismo, ha tenido palabras de agradecimiento para los candidatos a diputados que han perdido el escaño o que se "han retirado en nombre de los valores republicanos". "Hoy, nuestra familia política ha sabido movilizar a millones de franceses en torno a un proyecto republicano, progresista, europeo y humanista. Hoy Juntos por la República ha participado en la clara victoria de los demócratas. Decenas de millones de franceses han dicho consciente, soberana y masivamente no a la extrema derecha", ha aplaudido.
Con todo, ha indicado que "el momento es demasiado grave para no estar a la altura" de su "responsabilidad colectiva", para "responder a los problemas cotidianos de los franceses", entre los que incluye el poder adquisitivo, la seguridad, el empleo o la ecología. "Seguiremos defendiendo nuestros valores” e hizo hincapié en que serán "intransigentes" en la defensa de los mismos y en contra tanto del racismo como del antisemitismo.
¿Y ahora…?
Muestra de que los comicios eran cruciales, la cifra oficial de participación (59,71% a las 17H00) fue la más alta desde 1981, e incluso el expresidente socialista François Hollande volvió a la política y logró un escape.
Macron había adelantado las legislativas previstas en 2027 para pedir una "aclaración" política a los franceses, a raíz de la victoria de RN en los comicios europeos del 9 de junio, en una decisión "arriesgada" e “innecesaria”, según los analistas.
La respuesta de los electores fue reconducir los tres bloques surgidos de las elecciones de 2022 -izquierda, centroderecha y extrema derecha- pero con una nueva relación de fuerzas y sin mayorías absolutas.
La presidencia francesa aseguró que Macron esperará a conocer la "estructura" de la nueva Asamblea, que se instalará el 18 de julio, antes de decidir a quién llamará para formar gobierno.
Durante la campaña surgieron varias hipótesis: una coalición entre la izquierda y el oficialismo, o incluso un gobierno tecnócrata con apoyo parlamentario en la segunda economía de la Unión Europea.
Pero una eventual coalición parece difícil por las críticas cruzadas entre La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) de Mélenchon, primer socio del NFP, y la alianza de Macron, que acusó a este partido de "antiparlamentario" y "antisemita".
"Vamos a tener que comportarnos como adultos", aseguró Raphaël Glucksmann, símbolo del ala socialdemócrata del NFP, para quien "dialogar" es "un cambio de cultura política" en una Francia poco acostumbrada al parlamentarismo.
Tanto aliados como rivales de Francia en la escena internacional siguieron de cerca estas legislativas, máxime cuando París, potencia nuclear, es uno de los motores de la UE y uno de los principales apoyos de Ucrania contra Rusia.
Entró Francia en un periodo de incertidumbre política, sin una mayoría clara que debilita tanto al jefe de Estado como al futuro gobierno y que Le Pen, perdedora de las presidenciales de 2017 y 2022, podría aprovechar para presentarse como un baluarte de estabilidad. Por ello tiene la intención de presidir el partido en la nueva Asamblea Nacional.
En los últimos dos años, la dirigente de esta ala dura del conservatismo ha demostrado su capacidad para colocarse en el centro del debate político. Ante una futura coalición de gobierno de la que poco se sabe todavía, ella podría aparecer como una de las principales opositoras, siguiendo el modelo de la jefa de la derecha italiana Giorgia Meloni, quién así se convirtió en primera ministra, devolviendo la estabilidad a ese país. Con menos de dos años al frente del Ejecutivo, no sólo ha tenido buena gestión, sino que se ha posicionado como una de las líderes de mayor influencia en Europa.
Zarpazo de la izquierda unida, batacazo del ala dura de la derecha, leve recuperación de la coalición centrista y una incertidumbre mayor a la que había antes de la segunda vuelta legislativa es, en resumen, la agenda política con la que amaneció Francia.