El aumento de personas que han resultado lesionadas por el uso de productos de pirotecnia en este diciembre, incluyendo la celebración navideña, debe llamar a tres tipos de reflexión.
La primera es más que obvia: la tarea de las autoridades locales para regular la compra y venta de pólvora es insuficiente. No en lo que hace a los productores legales y vigilados, que incluso comercializan elementos con bajo nivel de riesgo y su principal cliente no es la ciudadanía, sino las empresas que se dedican a espectáculos pirotécnicos que son organizados por profesionales certificados y en donde el público no es más un alegre espectador.
El verdadero problema está en que una gran cantidad de elementos pirotécnicos comercializados informalmente en muchas ciudades y municipios son de contrabando o producidos de manera artesanal en zonas semiurbanas o veredales de varios departamentos. Se trata, en muchos casos, de negocios de vieja data sin ningún tipo de control ni vigilancia, en donde trabajan muchas personas en situaciones de alto riesgo. Familias e incluso barrios enteros que saben de la ilegalidad de su actividad, pero replican que no tienen otro medio de ingreso.
En segundo término, resulta claro que las campañas de prevención ciudadana no están dando los resultados esperados. Prueba de ello es que, según las estadísticas del Instituto Nacional de Salud, ya este diciembre van más de 659 lesionados por el uso de artículos de pólvora, un 5,7% más que el año pasado. Bogotá, Antioquia, Norte de Santander, Atlántico, Cundinamarca y Cauca son los departamentos con más casos. Más grave aún es que hay dos personas fallecidas: un niño de seis años por intoxicación y una joven de 17 años herida de gravedad cuando usaba uno de estos elementos pirotécnicos.
La irresponsabilidad sigue presente. Esto porque de los 659 lesionados por pólvora, 228 son menores de edad y 25 estaban con un adulto bajo los efectos del alcohol. Todo ello pese a las fuertes sanciones penales que están vigentes por exponer a los niños y adolescentes a esta clase de peligros.
Visto todo lo anterior, ‒tercer elemento del debate‒ es muy posible que una vez más se abra el debate en torno a si debe procederse en Colombia a prohibir de manera definitiva la producción y comercialización al público en general de la pirotecnia, exceptuando lo vendido a empresas de espectáculos públicos o privados.