UN FUERTE cambio se presagia en el diálogo Colombia y Venezuela a partir del próximo 10 de enero, cuando Maduro tiene previsto posesionarse, a pesar de que la oposición asegura que hubo fraude en las elecciones de julio pasado y que el ganador fue Edmundo González. El presidente Petro advirtió que no reconocerá ese mandato si el gobernante no presenta las actas de votación que demuestren su triunfo. No obstante, es poco probable que la Casa de Nariño rompa relaciones, entonces, ¿qué tan funcionales pueden ser para el país mantenerlas con un Estado al que no le considera legítimo su Gobierno?
EL NUEVO SIGLO consultó la opinión de expertos sobre este probable nuevo escenario en las relaciones Colombia-Venezuela en materia diplomática, económica y comercial, pues no se cree que Maduro haga públicas dichas actas.
Algunos analistas señalan que si el sucesor de Hugo Chávez no ha demostrado su presunto triunfo desde las elecciones del pasado 28 de julio, no tendría por qué hacerlo a menos de un mes de su polémica posesión, más teniendo en cuenta que Edmundo González partió a España, donde solicitó asilo político por las amenazas del régimen de detenerlo, y que María Machado, la principal líder de la oposición, está en la clandestinidad, pues también la podría capturar la policía de Maduro.
El presidente Petro restableció las relaciones diplomáticas y comerciales con el vecino país poco después de que llegó al poder en agosto del 2022, luego de que su antecesor Iván Duque las rompió por la posesión de Maduro tras triunfar en 2019 en unos comicios en que no se presentó la oposición alegando falta de garantías.
Duque calificó de ilegítimo el gobierno de Maduro Moros y, por el contrario, su gobierno reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, al ser designado por la Asamblea Nacional de ese país.
El Consejo Electoral de Venezuela dio como ganador de las polémicas elecciones de julio pasado a Nicolás Maduro y luego, en medio de las protestas generalizadas de la ciudadanía, el Tribunal Supremo ratificó su presunto triunfo. En ese escenario, la mayoría de países calificaron de fraude lo ocurrido; sin embargo, el Gobierno de Colombia se cuidó de expresar una posición en uno en otro sentido, es decir, no dio a González como ganador y puso como condición a Maduro presentar las actas para reconocer su supuesto triunfo.
Hace poco el presidente Gustavo Petro dijo al diario O Globo de Brasil que “creo que un frente común sobre Venezuela, cualquiera que sea la política, ya no va a existir. Creo que fue un error las elecciones, miradas después, yo fui partidario de que se hicieran. Pero no hay un voto libre, si hay un bloqueo”.
En tanto que, el pasado 27 de noviembre, el canciller Luis Murillo se refirió a la invitación que llegó desde el Palacio de Miraflores, en Caracas, a la Casa de Nariño, dirigida al presidente Petro para que esté presente en la posesión de Maduro el próximo 10 de enero. Al respecto, el ministro ratificó la postura que Colombia ha expresado sobre el eventual reconocimiento al próximo gobierno de Venezuela.
“Vamos a responder a la invitación en su debido momento. Ha habido un mal entendimiento. Nosotros hemos sido claros en que si no hay actas, no hay reconocimiento”, manifestó el ministro de Relaciones Exteriores.
Agregó Murillo que “vi unas discusiones que se dieron últimamente sobre el tema. La posición de Colombia siempre ha sido muy clara: si no hay actas, no hay reconocimiento. El presidente planteó que estaba revisando el proceso, dio una opinión. Nosotros dimos otras opiniones sobre ese proceso, pero siempre nos hemos mantenido en el hecho de que si no hay actas, no hay reconocimiento. Ya le daremos respuesta a la invitación que ha recibido el señor presidente”.
Análisis de la situación
Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, mencionó que la “situación con Venezuela es bastante compleja y Colombia no tiene las mismas características que tienen otros estados frente al relacionamiento con este país, particularmente por la frontera que compartimos, por la dinámica de población en condición de movilidad, tanto colombianos en Venezuela como venezolanos en Colombia, y por la recuperación de las relaciones comerciales”.
El académico advirtió que “Colombia tiene que ser muy cuidadoso en cómo aborda este tema, tristemente la situación en Venezuela no es la de una democracia, es un régimen autoritario que se está consolidando y que está dando pasos en esa dirección, y que a partir del próximo 10 de enero, si ya se consideraba teóricamente una dictadura, queda completamente establecido lo mismo”.
No obstante, Rodríguez puso de presente que “no sería la primera dictadura con la que el Estado colombiano tiene relaciones. En este caso va a tener que hacerse un ejercicio de diplomacia muy fuerte para conservar el diálogo con Venezuela, tratar en lo posible de mantener las relaciones consulares, comerciales y eventualmente si se puede las diplomáticas”. Agregó que en ese eventual escenario nuestro país debe abogar por la defensa de los Derechos Humanos.
Consideró Rodríguez que en ese tipo de regímenes “es mejor estar que no estar, y tristemente muchos países en la estrategia de autoaislamiento que ha decidido implementar el régimen venezolano, han salido de Venezuela, empezando por Chile y otros países que no son propiamente de derecha, pero que no tienen representación diplomática, lo que deja en desprotección a sus ciudadanos”.
Empero el académico manifestó que “lo preocupante es que el presidente Petro no tiene las capacidades diplomáticas para manejar una situación tan compleja, no ha demostrado el manejo adecuado de las relaciones exteriores, y todo parece indicar que Murillo va de salida. Lo cual dificulta aún más el relacionamiento con un vecino tan complejo como es Venezuela y con el cual se tiene tanta interdependencia”.
Por su parte, el internacionalista Sebastián Bitar Giraldo, profesor de la escuela de gobierno de la Universidad de los Andes, conceptuó que “hay que hacer una diferencia entre reconocer a un gobierno y legitimar a ese gobierno como democrático. Uno puede reconocer que el dictador de Venezuela es Nicolás Maduro y tener relaciones con él. Colombia tiene relaciones con países que son dictaduras, Colombia no tiene una política exterior solamente de relaciones con democracias”.
Sin embargo, enfatizó: “Lo que no tendría ningún sentido es hacer algún acto que le dé legitimidad al gobierno de Venezuela como si fuera democrático, y eso incluye ir a la posesión, mandar al embajador a que se tome fotos como lo hacía Benedetti, aparecer en eventos públicos como si se estuviera legitimando que uno tiene una relación de estrecha cercanía, de ideología y de amistad con un gobierno que no es democrático”.
Hace unos días, Fernando Cepeda Ulloa, exembajador de Colombia ante la OEA, la ONU y Estados Unidos, dijo a este Diario que no cree que Petro llegue a romper relaciones, “pero no puede nombrar embajador y mantendría la cosa comercial, y ahí es donde viene el tema de los consulados y de alguna representación comercial”.