Frente a lo que planteó en su campaña electoral y ratificó el día de su posesión, el 7 de agosto de 2018, respecto a lo que sería su gabinete, hay una cosa que ha logrado cumplir el presidente Iván Duque casi a rajatabla: que sea más técnico que político.
Frente a otros aspectos, como que los ministros duraran cuatro años o que fuera permanente la paridad de género, las circunstancias le han impedido un cumplimiento cabal.
Una primera mirada a la composición del gabinete permite señalar que existe una relativa paridad entre integrantes claramente políticos y los presumiblemente técnicos, con nueve ministros en cada grupo.
Entre los que ostentan una representación política, cabe mencionar en primer lugar los ministros conservadores, es decir Wilson Ruiz, de Justicia, y Rodolfo Zea, de Agricultura, pero también el recién llegado de Ambiente, Carlos Eduardo Correa, quien llegó a la Alcaldía de Montería avalado en 2011 por el Partido Conservador. Aunque incluso entre los mismos conservadores se discute su filiación, el titular de Hacienda, Alberto Carrasquilla, es al menos cercano a esa colectividad.
En cambio no hay duda del uribismo de los ministros Carlos Holmes Trujillo, de Defensa, y Alicia Arango, del Interior.
El reconocimiento por parte de Cambio Radical de los ministros Fernando Ruiz, de Salud, y Karen Abudinen, de las TIC, tampoco admite incertidumbres.
Sin embargo, aunque el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, fue congresista del Partido Social de Unidad Nacional (La U), y algunos legisladores de la actual bancada de esa colectividad en Cámara y Senado reconocen su nombramiento como un gesto hacia su organización política, no se le tiene propiamente como una cuota en el gabinete.
Hasta ahí son nueve los jefes de carteras considerados como militantes partidistas.
Sobre los nueve relativamente técnicos, algunos de los cuales tienen un pasado político y ciertamente ninguno es de izquierda, su filiación es más difícil de determinar. La relación arranca con la canciller Claudia Blum y la ministra de Transporte, Ángela María Orozco; la primera fue congresista de Cambio Radical, pero su presente no está en ese partido, mientras que la segunda hace parte del círculo más cercano de la vicepresidente Marta Lucía Ramírez, pero no es del Partido Conservador.
Situación similar tienen Diego Mesa (Minas), José Manuel Restrepo (Comercio), María Victoria Angulo (Educación), Jonathan Malagón (Vivienda), Carmen Vásquez (Cultura), Mabel Gisela Torres (Ciencia) y Ernesto Lucena (Deporte).
Aunque están pendientes varios ajustes ministeriales, lo que va a ser difícil de recuperar es la paridad de género, pues quedan solo siete mujeres en el gabinete (Arango, del Interior; Abudinen, de TIC; Blum, de Relaciones Exteriores; Angulo, de Educación; Orozco, de Transporte; Vásquez, de Cultura; y Torres, de Ciencia), frente a 11 hombres (los Ruiz, Salud y Justicia; Trujillo, de Defensa; Zea, de Agricultura; Carrasquilla, de Hacienda; Cabrera, de Trabajo; Correa, de Ambiente; Mesa, de Minas; Restrepo, de Comercio; Malagón, de Vivienda; y Lucena, de Deporte).
Reemplazos
En total, el presidente Duque ha hecho 11 cambios en su gabinete, la gran mayoría (exactamente siete) este año, cuatro de ellos en los últimos seis meses.
“Quiero un gabinete de cuatro años. A mí la representación política es la que menos me preocupa. Yo quiero un gabinete que una al país, que le dé un nuevo aire y le permita refrescar la política pública. Si hacemos eso bien, le vamos a dar una buena bocanada de aire fresco”, dijo Duque en su momento, agregando que “yo no creo que la gobernabilidad se vea afectada por el cómo uno escoja el gabinete. No me gustan esos demasiado anclados en una región. Yo espero que aquí se logre algo como lo que pasó en Canadá: personas de una nueva generación con buen conocimiento técnico y gran capacidad de comunicación. Eso ayuda mucho. Yo creo que el mundo le está dando prelación a personas que conozcan muy bien los temas, que tengan duración y permanencia en el cargo y refresquen el ambiente político”.
En el transcurso de poco más de dos años, la verdad es que una parte de ese propósito se cumplió, aunque no con las mismas caras.
El ambiente político le cambió las perspectivas al presidente Duque. En principio algunos sectores comenzaron a quejarse porque había mucho técnico y poco político en un gabinete que tenía que trabajar de la mano con el Congreso.
La primera en sufrir ese embate, más político que técnico, fue la primera ministra de Justicia, Gloria María Borrero, quien tuvo que dimitir del cargo no solo porque no se pudo adelantar en el Congreso la primera reforma judicial presentada por Duque, sino porque por esos días el ambiente político estaba caldeado por la negativa de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) a permitir la extradición de ‘Jesús Santrich’. También renunciaron entonces el fiscal Néstor Humberto Martínez y la vicefiscal María Paulina Riveros. A la cartera de Justicia llegó la exmagistrada Margarita Cabello.
El segundo en dejar el cargo fue el ministro de Defensa, Guillermo Botero, a quien el Congreso estuvo a punto de castigar con una moción de censura. Ya la oposición lo tuvo en la mira, solicitándole rendir cuentas varias veces desde que medios nacionales e internacionales habían revelado una circular con la que supuestamente se autorizaba a los militares a revivir el doloroso fenómeno de los falsos positivos.
Pero luego a esa bancada minoritaria se sumarían la independiente y parte de la oficialista cuando el senador Roy Barreras, de La U, reveló que el Estado Mayor de las Fuerzas Militares había autorizado un bombardeo a un campamento de un grupo armado ilegal en el Caquetá donde había menores de edad. Pese a las explicaciones del ministro Botero, este tuvo que dimitir del cargo pues era seguro que en el Congreso se iba a aplicar, por primera vez, la moción de censura.
En ese momento, el presidente Duque cambió a Botero por el canciller Trujillo, quien a su vez, sería remplazado por Blum.
A finales del año pasado se comenzó a especular sobre la posible entrada de Cambio Radical a la coalición de gobierno, conformada todavía hoy por los partidos Centro Democrático, Conservador, La U, MIRA y Colombia Justa Libres.
Esa posibilidad se abrió camino con la salida del ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, quien renunció por motivos personales, cuya sustitución podría ocurrir dando representación partidista en el gabinete.
La cartera duró varios meses en interinidad y a cargo del entonces viceministro Iván Darío González, quien renunció en febrero para darle paso al médico Ruiz, que aparte de cumplir con los requisitos para ser jefe de la cartera es cuota representativa de Cambio Radical.
Junto a Ruiz llegaron también remplazos en las carteras de Trabajo y Agricultura. A Trabajo llegó Cabrera y días antes el presidente Duque había anunciado que reemplazaría en la cartera del Interior a Nancy Patricia Gutiérrez por Arango, quien estaba en la de Trabajo.
En Agricultura, Duque reemplazó al jefe de la cartera Andrés Valencia por el conservador Zea, quien era presidente de Fiduagraria.
Seis meses
En los últimos seis meses se produjeron cuatro cambios. En primer lugar, en los ministerios de las TIC y Minas, con la salida de Sylvia Constaín y María Fernanda Suárez, para que llegaran Abudinen (en mayo) y Mesa (en julio), respectivamente.
De la cartera de Justicia salió Cabello en agosto para postularse (y ser escogida) como procuradora y un mes después fue designado el exmagistrado Ruiz.
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Finalmente, la semana pasada fue relevado Ricardo Lozano en el Ministerio de Ambiente por el exconsejero presidencial Correa.
A estos cambios (11 en total) habría que sumar las nuevas carteras, Deportes y Ciencia (Lucena y Torres), porque estos funcionarios tampoco estuvieron en la foto del 7 de agosto de 2018.