Por duplicidad normativa, vicio de trámite y violación de libertades individuales, el representante por Bogotá, Carlos Eduardo Acosta, de Colombia Justa Libres, solicitó el archivo del proyecto que prohíbe el uso del castigo físico.
Para Acosta, “este proyecto es una clara usurpación del papel de la familia”, explicando que su posición va en el sentido de defender el derecho de los padres a educar a sus hijos.
“El maltrato infantil es un delito debidamente tipificado en nuestro ordenamiento legal, en nuestra Constitución y en múltiples tratados internacionales. Preocupa que el legislador y el Estado mismo interfieran de tal forma en la institución familiar”, señaló.
El proyecto en cuestión es el número 179 de 2019 Cámara, “por medio del cual se prohíbe el uso del castigo físico o cualquier tipo de violencia como método de corrección, contra los niños, niñas y adolescentes y se dictan otras disposiciones”, radicado el 20 de julio por el representante caqueteño Harry González, del Partido Liberal. El articulado está recibiendo segundo debate en la plenaria de la Cámara.
González precisó, al defender la iniciativa, que “el cuidado personal de los hijos en nuestro país, durante los últimos 46 años, se ha desarrollado con base en los criterios de corrección y sanción moderada, por ello es común que exista una conducta mayoritariamente aceptada, que indica que la corrección y sanción a los hijos incluye el castigo físico”.
Pero Acosta sostuvo que “defendemos los niños, pero también el derecho de los padres a educar a sus hijos. Esta es una muy buena campaña, pero es una mala ley”.
“¿Ahora por ley pretendemos estandarizar la crianza? Esto atenta contra todas las libertades individuales”, expuso Acosta, para quien no se puede imponer un único modelo de crianza. “¿Un padre de familia al no dejar salir a su hijo a un centro nocturno le está restringiendo el derecho a la libre personalidad? Preocupa que el legislador y el Estado mismo interfiera de tal forma en la institución familiar”, señaló.
Pero González anotó que “participar en la crianza y formación de un hijo es complejo. En muchas ocasiones la respuesta de los padres y de la persona encargada del cuidado personal del niño es reaccionar con un castigo físico, frente a una acción cuestionable del menor de edad. Es común recurrir a la correa, la chancleta, el rejo, el planazo, el pellizco y hasta la varita de la corrección, como un asunto meramente cultural y social, necesario para disciplinar”.
En todo caso, planteó el representante González, “con esta idea promovemos una transformación cultural, por ello se da un mandato al Gobierno nacional para que desarrolle una estrategia nacional pedagógica y de prevención, que logre sustituir el castigo físico, por prácticas de disciplina y crianza sin violencia”.