A los gobernadores y alcaldes del país elegidos por voto popular en octubre del año pasado ya se les fue, prácticamente, el primer año de su gestión tratando de sobrevivir a una crisis que no estaba en los planes de nadie y para la que nadie estaba preparado.
Por cuenta de la pandemia del coronavirus, cuando los mandatarios locales y regionales comenzaban apenas a ajustar sus gabinetes de Gobierno y a finalizar el empalme con sus antecesores, les llegó el mal momento: el confinamiento obligatorio.
Si bien, es una medida dictada al amparo de la Emergencia económica, social y ecológica para hacerle frente a una pandemia que llegó sin ser invitada, que a pesar de todos los esfuerzos ha cobrado ya más de 26 mil vidas en todo el país, nunca estuvo contemplada en los planes de desarrollo.
Han sido ya seis largos meses desde que comenzó la emergencia sanitaria, y aunque paulatinamente la nueva normalidad se ha venido abriendo espacio, no menos cierto es que el impacto de la crisis comenzará a verse apenas en los próximos meses.
Incluso, los expertos no descartan que sus efectos, sobre todo los políticos, comiencen a pasar factura a los mandatarios locales y regionales a partir de los meses venideros.
Ello obedece a que “a la gente se le olvida lo que hacen sus gobernantes” aún en los momentos más difíciles “y más cuando no se trata de obras tangibles, de cemento, sino que son decisiones impalpables”, como dice el profesor Ancízar Marroquín, catedrático del Centro de Altos Estudios para la Administración Pública.
Al experto no le falta razón si se considera que este año era el equivalente a “las primeras de cambio”, es decir, la época indicada para hacer empalme con la administración saliente, definir el gabinete y equipo de inmediatos colaboradores, además de comenzar a proyectar la ejecución del plan de gobierno que presentó al electorado.
Falencias al desnudo
Aunque no estaba previsto, la crisis sanitaria ha dejado al descubierto una serie de falencias en todos los sistemas públicos que, necesariamente, obligará a los gobernantes locales y regionales revisar y reajustar sus planes de desarrollo.
Por ejemplo, explica el profesor de Cátedra de Administración Pública, Mauricio López, la emergencia por cuenta del covid permitió que las administraciones “descubrieran que el sistema de salud está peor de lo que se imaginaban alcaldes y gobernadores; que la mayoría de niños ni tienen un computador en su casa y mucho menos Internet. Que en muchas ocasiones los padres saben utilizar estas herramientas; que el país no tiene tanta conectividad como preconiza el Gobierno nacional, y que ni siquiera los profesores estaban preparados -desde primaria hasta posgrados- estaban capacitados para dictar cátedra virtual”.
A ello, agrega el experto, se suman otras falencias que han quedado al desnudo con la pandemia, como “la incapacidad del aparato de seguridad del Estado para proteger a toda la población en momentos de crisis por falta de empleo, de ingreso y de alimentos; o que los subsidios estatales no llegan a los que tienen que llegar porque las bases de datos están desactualizadas ni solucionan ningún problema social”.
Significa este panorama que, efectivamente, los gobiernos descentralizados tendrán que replantear sus estrategias para no solo reactivar sus economías, sino para recuperar el tiempo perdido y los menores ingresos que han dejado de percibir por culpar de esta emergencia.
Y las cifras muestran que el futuro no pinta de azul: desempleo de 16,8% -llegó a estar en 20,2%-; más de cinco millones de personas tratando de volverse a ubicar laboralmente; la economía nacional dejó de percibir $21,6 millones; la producción industrial bajó 8,5% a julio pasado, solo por citas algunos indicadores.
La situación es tan crítica, que el Gobierno nacional tuvo que aprobar un documento Conpes en agosto pasado para hacerle frente a la emergencia. Solo una cifra: la apropiación de recursos en el Presupuesto General de la Nación (PGN) de este año para financiar os diferentes programas estatales de atención a la población vulnerable, al empleo y al tejido empresarial, ascenderá a $25,3 billones.
La clave: reinventarse
Uno de los dirigentes que más sabe de descentralización en el país, el exministro y exgobernador Eduardo Verano de la Rosa, considera que el impacto para las regiones va a ser “enorme” en los próximos años, no solo por cuenta de lo que se perdió en materia de ingresos, sino por lo que se gastó en rubros que no estaban previstos.
“Todo esto va a repercutir en los programas de gobierno locales y el mayor impacto o sentirá la población más vulnerable que estaba esperando una obra, un acueducto, una carretera, un centro de salud”, dice.
Verano, impulsor de la creación de regiones, explica que a pesar del impacto negativo que puede causar la pandemia, alcaldes y gobernadores “tienen que reinventarse, buscar alternativas, tratar de ganar tiempo para compensar sus ejecutorias”.
En ese sentido, sostiene que aunque “el impacto económico ha sido severo”, la crisis también ha permitido fortalecer otros frentes que no estaban como prioritarios pero que quedarán para futuras administraciones.
Se refiere a la dotación de las unidades UCI en muchos hospitales regionales, su infraestructura y dotación, la nueva realidad en términos educativos.
A su turno, el profesor Marroquín cuestiona que ningún mandatario local o regional había trabajado antes en planes de contingencia para salvar sus planes de desarrollo de crisis emergentes como la actual.
“Esperamos que el año entrante puedan comenzar a replantear su prioridades, sus estrategias de Gobierno. De resto, señala el catedrático, estos mandatarios solo tendrán tres caminos: dejar endeudadas a sus administraciones, culpar de la crisis al Gobierno central y “aplicar el principio de sálvense quien pueda, porque ninguno de ellos ha empezado a gobernar”.
Reactivación económica
Mientras tanto, en muchas regiones del país ven en el turismo su tabla de salvación pues este sector de la economía es de los que más ingresos y empleos genera.
De hecho, hace apenas un par de semanas, los gobernadores del país le presentaron al Ejecutivo un plan de inversiones para la reactivación económica. Este plan contempla, la reactivación de infraestructura de transporte aéreo, fluvial y terrestre, así como de telecomunicaciones, sistemas de acueducto, alcantarillados y tratamiento de aguas residuales, entre otros.
Pero, además, los mandatarios seccionales plantearon una serie de medidas alternativas que van desde la posibilidad de ampliar el cupo de endeudamiento hasta planes sectoriales y la posibilidad de que el Gobierno se haga cargo de algunas obligaciones pensionales y fiscales así sea de forma temporal.
Lo cierto es, como dicen las fuentes consultadas, los mandatarios locales y regionales no han despegado oficialmente su administración y prácticamente ya perdieron el primer año, y quien no logró aprovechar la crisis para revisar y ajustar su plan de Gobierno, perdió dos veces.