ACERCA DE la suspendida mesa de negociación con el Eln, el consejero Comisionado de Paz, Otty Patiño, advirtió que la suerte de este proceso depende exclusivamente de esta organización, y también enfatizó que es inadmisible que acuda al terrorismo contra la población buscando doblegar al Gobierno.
De igual forma, Patiño hizo en diálogo con EL NUEVO SIGLO un balance del estado de los procesos que su oficina lleva con distintos grupos armados, y aunque dijo que es poco el tiempo que le queda al Gobierno para obtener frutos en su política de paz, todavía es posible.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué va a pasar con el proceso de paz con el Eln?
JOSÉ PATIÑO: Lo que pase con el proceso con el Eln depende fundamentalmente del Eln. El balón no está en el centro de la cancha como dice ‘García’ (‘Antonio’), está en la cancha de ellos, pero sobre todo si el juego es con tiempos indeterminados y en la lógica de quién le mete más goles al otro. Cree ‘García’ que metiéndole terror a la población puede agachar al Gobierno, lo cual es una pretensión absurda e inadmisible. Ese no es el camino de la paz.
ENS: ¿Lo ve definitivamente suspendido o hay chance de que reviva?
JP: Siempre hay chance para que reviva un proceso o para que se empeoren las condiciones. El Gobierno le apuesta a lo primero. El Eln necesita revolucionar su pensamiento y de pronto sus estructuras de mando. Ojalá esa revolución interna no sea cruenta porque en su tradición de resolver esas contradicciones han apelado a los fusilamientos, práctica absolutamente condenable.
ENS: ¿Cuál cree que ha sido el mayor error en estos diálogos con el Eln?
JP: El mayor error que ha cometido el Eln es no haber oído lo que piensan sus mandos y sus bases en Colombia. De persistir en ese error habrá nuevas implosiones como la de Comuneros en Nariño, no porque el Gobierno esté buscando fracturarlos. Nada más indeseable que hacer muchos acuerdos en lugar de hacer uno solo, pero que reconozca las dinámicas territoriales.
No es lo mismo el sur del Chocó que el sur de Bolívar o el occidente de Arauca. Esa diversidad es un tema sustancial en la paz porque es la que permite integrar a la población y a los combatientes en los procesos de transición a la civilidad, y en los procesos de transformaciones económicas y sociales en los territorios.
Proceso con las disidencias
ENS: Pasemos ahora al tema de las disidencias de las Farc, ¿este proceso en que va?
JP: Hay dos disidencias de las Farc, las que se llamaron EMC Farc y las de la Segunda Marquetalia. La primera implosionó y unos quedaron bajo la orientación de Iván Losada o ‘Iván Mordisco’. Los otros siguen en la mesa y tienen básicamente dos frentes: uno en la región amazónica bajo el mando de ‘Calarcá’; otro en el Catatumbo cuyo mando es ‘John Mechas’, que tiene prolongaciones hasta Antioquia. Con ellos se sigue dialogando con buenas expectativas.
Con los primeros se espera que reflexionen y oigan el llamado a la paz que están haciendo las comunidades, los líderes sociales y las autoridades civiles y eclesiásticas en el Cauca, especialmente monseñor Omar Sánchez, arzobispo de Popayán.
En cuanto a Segunda Marquetalia, llevamos apenas un ciclo y unas conversaciones que se hicieron en Tumaco, un evento muy concurrido y muy esperanzador. La Segunda Marquetalia tiene otros frentes en el país y un mando por fuera de Colombia. Esa complejidad toca atenderla para acompasar esas realidades territoriales, nacionales e internacionales.
Clan del Golfo
ENS: En el caso del Clan del Golfo, ¿cómo opera el proceso de paz?
JP: Con el Clan del Golfo apenas estamos empezando, tenemos varias dificultades que no dependen del Ejecutivo. Es un tema muy complejo por la multicriminalidad en que se mueven, sobre todo, lo que tiene que ver con criminalidad transnacional y porque han crecido sobre la huella del paramilitarismo.
Con el Clan del Golfo estamos en la fase de la creación de confianza, aún no tenemos mesa. Es un proceso difícil, el Clan del Golfo se expande, uno no sabe si es una gran empresa económica con un brazo militar o lo contrario.
Sea como sea, es como un octópodo, tienen tentáculos en la política, en la economía, en las organizaciones sociales, en la justicia, en fin. Y se han nutrido de la experiencia militar de exmilitares, expolicías y hasta de exguerrilleros. Sus relaciones no son doctrinarias, el lenguaje es básicamente el del dinero. Y eso es muy fuerte, sobre todo en zonas donde la pobreza es el azote de las comunidades y de la población en general.
ENS: Quedan 22 meses de este Gobierno, ¿considera posible sacar un proceso de paz en ese tiempo o se necesitaría que la administración que venga tenga una política de paz similar?
JP: El tiempo que le queda al Gobierno para abrir los caminos hacia la paz total es poco, sin embargo es posible. En un comienzo se pensó que lo fundamental era cumplir con los acuerdos del 2016 y hacer el acuerdo con el Eln, y lo demás era residual.
Después de 2 años, vemos que nada es residual y que las claves de la paz residen en los territorios, sin esas claves de nada sirven los acuerdos nacionales por muy bien concebidos que estén. No podemos perder un día, una hora ni un minuto en los avances territoriales, la transformación territorial de la que habla el Presidente tiene que articularse con la transición hacia la superación de las violencias. De resto, es reciclarlas.
ENS: Preocupa que siga la extorsión en departamentos como Huila, Arauca, Cauca y Caquetá, ¿qué hacer frente a esto?
JP: Lo que más rechaza la gente es la extorsión por los grupos ilegales, independientemente que se llamen grupos políticos o bandas delincuenciales. Está tan generalizada y la gente se siente tan aburrida e indefensa frente a este tipo de delito, que es el que más socava la credibilidad en esas organizaciones y en los procesos de paz, de desarme o de sometimiento.
Para mucha gente el nombre de la paz es el fin de la extorsión, para ello no bastan los diálogos. Es necesaria la acción mancomunada de la Fiscalía, de la Fuerza Pública, de la ciudadanía. Es un problema más de seguridad ciudadana, y en lo que podamos contribuir nosotros como agentes de paz estaremos dispuestos.
ENS: ¿Cuál cree que ha sido el mayor obstáculo en la llamada paz total?
JP: El nombre de paz total es ambicioso y eso me gusta. Lo que es importante es saber que hoy estamos en una paz más de superación de la violencia que de un conflicto armado interno. Como todo lo que ocurre en Colombia, uno no puede caer en las simplicidades, lo importante es reconocer esas impurezas, esas complejidades y asumirlas.
Efecto Venezuela
ENS: ¿La crisis en Venezuela ha afectado el proceso de paz con las disidencias de las Farc?
JP: La crisis venezolana es algo que nos afecta en las negociaciones. Creo que el presidente Petro y nuestro canciller han manejado esto con mucho tino, pero no deja de ser preocupante y hemos estado muy atentos. Pero hay otros factores que gravitan en la paz colombiana: Estados Unidos, Ecuador, Panamá, sus gobiernos en lo que tiene que ver con sus políticas criminales nos afectan de manera directa, y esa realidad toca manejarla, imposible desconocerla.