¿Llegó la hora de Óscar Iván? | El Nuevo Siglo
ÓSCAR Iván Zuluaga sumó en la segunda vuelta presidencial de 2014 siete millones de votos, uno menos que Petro en 2018
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Viernes, 9 de Julio de 2021
Redacción Política

“… Se lo resumo en una sola idea: con Óscar Iván (Zuluaga) en el juego, hay que barajar y repartir de nuevo porque todo cambia”. Esa fue la respuesta que un alto dirigente del Centro Democrático le dio ayer a un periodista de EL NUEVO SIGLO cuando le preguntó cuál sería el efecto inmediato de la posible irrupción del exministro y excandidato en la precampaña presidencial del uribismo de cara a 2022.

Si bien desde comienzos del año se viene hablando (al igual que pasó en la antesala de los comicios de 2018) de una posible postulación de Zuluaga, lo cierto es que hace cuatro años ese lanzamiento no se produjo porque el exministro consideró que no era el momento dadas las investigaciones que seguían en curso por el caso del hacker Andrés Sepúlveda y su presunto espionaje al proceso de paz en plena campaña presidencial de 2014.

Aunque en enero de 2017 la Fiscalía había archivado el proceso contra Zuluaga, determinó continuar la indagación preliminar contra David Zuluaga Martínez, hijo del ex candidato presidencial y su gerente de campaña.

Ese proceso penal contra su hijo más la investigación que desarrollaba el Consejo Nacional Electoral al excandidato por el presunto ingreso de dineros de la multinacional Odebrecht a su campaña, determinaron que pese a haber sumado 7 millones de votos en la segunda vuelta presidencial de 2014 diera un paso al costado y no ingresara en el proceso de encuestas internas que el uribismo utilizó a finales de 2017 para escoger a su aspirante a la Casa de Nariño, mecanismo que ganaría en diciembre el entonces senador y hoy jefe de Estado, Iván Duque.

De hecho, hasta último momento se esperó a la precandidatura de Zuluaga, más aún porque el 24 de octubre de 2017 el CNE archivó las pesquisas contra su campaña 2014.

El exministro pasó, entonces, a colaborar en la campaña de Duque, quien ganaría en línea la consulta popular interpartidista en marzo de 2018 así como la primera y segunda vueltas presidenciales, en mayo y junio siguientes.



Larga espera

Desde el mismo momento en que Duque fue confirmado como presidente electo se especuló con que Zuluaga sería designado en un alto cargo ministerial, sin embargo no hizo parte del primer gabinete, al tiempo que tampoco fue a las embajadas más importantes, desde EU, Madrid, Francia y Londres. El Gobierno le ofreció en varias ocasiones pero siempre declinó.

Lo cierto es que el exministro se concentró en sus actividades privadas mientras esperaba que la Fiscalía resolviera el caso de su hijo, de quien siempre defendió la inocencia, al igual que la de otro de los investigados, Luis Alfonso Hoyos, absuelto en juicio en 2019.

Otro tema que se le atravesó fue que en septiembre de 2019 el CNE, con base en las investigaciones de la Fiscalía, volvió a abrir los procesos por el presunto ingreso de dineros de Odebrecht a las campañas de Zuluaga y Juan Manuel Santos en 2014. Estas pesquisas siguen vigentes.

Paso al frente

El pasado miércoles, como se sabe, la Fiscalía decidió oficialmente archivar el proceso contra el hijo de Zuluaga y, de inmediato, el nombre del exministro se posicionó para entrar en la baraja de los precandidatos del Centro Democrático.

De hecho, tras la muerte en enero pasado del entonces ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien se proyectaba como seguro candidato presidencial, y la decisión de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez de no renunciar en mayo para postularse a la Casa de Nariño el próximo año a nombre del conservatismo, no en pocos corrillos políticos se aseguró que la candidatura de Zuluaga se imponía ahora.

La realidad política es una sola: si bien en el uribismo hay, por lo menos, diez nombres de senadores, representantes a la Cámara y dirigentes en la baraja de precandidatos, ninguno de ellos tiene el antecedente electoral ni el peso político específico  del exministro caldense, sobre todo para enfrentar a otros dos pesos pesados como Gustavo Petro (8 millones de votos en la segunda vuelta de 2018) y Sergio Fajardo (4,6 millones de votos en la primera vuelta).

Otro hecho que juega a favor de Zuluaga es que así como su nombre es bien visto por el a la más moderada del Centro Democrático, la franja más radical, aquella que tiene una creciente actitud crítica contra el gobierno Duque, lo ve como un “uribista purasangre” que por estar más identificado conceptual y programáticamente con las ideas del partido, no aplicaría en el Casa de Nariño el “centrismo” que le achacan al actual mandatario.



De igual manera, es claro que en el uribismo hay dos tendencias electorales cada vez más visibles. Una primera, del ala más férrea, que sostiene que el Centro Democrático debe apostar por un candidato fuerte de sus entrañas que sea tanto capaz de ganar la consulta interpartidista de la coalición de centro-derecha en marzo próximo así como de competir con posibilidades de triunfo en la primera y segunda vueltas presidenciales. Es allí en donde consideran que Zuluaga es el candidato más fuerte para esa tarea para jalonar el partido y la propia coalición.

Es claro, así públicamente no se admita, que hay una franja del uribismo que considera que no solo hay que derrotar a Petro y Fajardo, sino garantizar que, de un lado, el nuevo Presidente salga del Centro Democrático, que es el partido mayoritario, y, de otro, que gobierne con las ideas y el programa de la centroderecha. De nuevo ven a Zuluaga como el más indicado.

Hay otro sector del uribismo que es de la tesis de que, visto lo poco que marcan los nombres del partido en las encuestas (incluido el de Zuluaga), la prioridad no debe ser tanto llevar a uno de los suyos a la Casa de Nariño sino atajar a como dé lugar a Petro y Fajardo, así toque respaldar un candidato de otro partido o sector de la centroderecha. Quienes así piensan, por ejemplo, consideran viable un acercamiento con Alejandro Char, Enrique Peñalosa o Federico Gutiérrez.

Sin embargo…

Ahora bien, en el camino definitivo de la precandidatura hay cuatro retos que debe despejar rápidamente Zuluaga.

En primer lugar, que el expresidente Uribe le dé su ‘bendición’ y lo proyecte como la carta definitiva del Centro Democrático, sin someterlo a procesos internos desgastantes con precandidatos mucho más débiles, esto mientras Petro, Fajardo y otros aspirantes mejor posicionados en las encuestas aceleran sus campañas para la Casa de Nariño.

Zuluaga debe vencer otro obstáculo: para nadie es un secreto que muchos de los congresistas y dirigentes del partido que hoy son precandidatos apuestan principalmente a que el exmandatario repita con alguno de ellos lo que hizo con Duque en 2018, es decir que los pase en cuestión de seis meses del cuasi anonimato político a la Jefatura del Estado.

En tercer lugar, es evidente que Zuluaga y Duque han estado distanciados en materia política y gubernamental. Mientras algunos sectores en el uribismo consideran que un acercamiento entre ellos sería necesario para unir vertientes del partido, otros sugieren que eso no conviene, dado el alto desgaste del Presidente en las encuestas y la mala calificación de su gobierno.

Por último, es claro que Zuluaga no se ha podido desprender del lío de Odebrecht y sus rivales lo atacarán por ese flanco a lo largo de la campaña. Sin embargo, como lo indicara ayer un dirigente uribista, “… Petro tiene una cantidad de procesos y sanciones, en tanto a Fajardo lo tienen en la mira la Fiscalía y Contraloría… Así que nadie puede lanzar aquí la primera piedra”.

Como se ve, son muchos los flancos en la posibilidad de un lanzamiento de Zuluaga, pero lo cierto es que ayer, en todos los corrillos, ya se daba por inminente su precandidatura, lo que impactaría no solo el escenario político uribista, sino el de toda la contienda por la sucesión en la Casa de Nariño.