Los 78 años de Biden y la política colombiana | El Nuevo Siglo
BIDEN llegó a la Casa Blanca con 78 años. Un alto contraste con un país como Colombia cuyo mandatario actual asumió en 2018 con apenas 42 años
Foto montaje El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Enero de 2021
Redacción Política

El hecho de que Joe Biden haya asumido días atrás la presidencia de Estados Unidos con 78 años cumplidos, sin duda resulta un hecho político que impacta en los paradigmas que suelen traerse a cuento cuando se evalúan los puntos fuertes y débiles que tiene tal o cual dirigente para aspirar a un cargo de elección popular, más aún tratándose de dirigir los destinos de una nación.

¿Podría en Colombia repetirse una situación similar? Para ahondar en la respuesta a este interrogante se puede empezar por revisar las edades con que los mandatarios de las últimas tres décadas asumieron el poder.



El hoy jefe único del partido Liberal, César Gaviria, de 73 años, fue electo presidente en 1990 cuando apenas tenía 43. Le sucedería en el poder el también liberal Ernesto Samper, hoy con 70 años, que asumió el mando en 1994 cuando tenía 44.

Después vendría el conservador Andrés Pastrana, hoy con 66 años, que llegó al Solio de Bolívar en 1998 cuando bordeaba también los 44. Le sucedió en el poder Álvaro Uribe, que hoy cuenta con 68 años, y quien tenía 50 cuando arrancó su primer periodo en 2002 y 54 al inicio del segundo, en 2006.

Luego llegó Juan Manuel Santos, que hoy tiene 69 años, pero que en 2010, al llegar a la Casa de Nariño, contaba con 59 y 63 cuando ganó la reelección en 2014.

Ya para terminar, Iván Duque asumió en 2018 con 42 años cumplidos y dejará el poder con apenas 46, convirtiéndose así en el expresidente más joven del país en las últimas décadas.

Ahora bien, si volvemos al caso Biden, que tras más de cuatro décadas de carrera política asumió el poder el pasado 20 de enero con 78 años cumplidos, se puede concluir que ninguno de los expresidentes colombianos vivos lo supera en edad. Gaviria está cinco años atrás, Samper ocho, Pastrana doce, Uribe diez, Santos nueve y Duque es 34 años más joven.

Es más, salvo por el hecho de que el artículo 197 de la Constitución señala claramente (desde 2015) que “no podrá ser elegido Presidente de la República el ciudadano que a cualquier título hubiere ejercido la Presidencia”, todos los exmandatarios colombianos estarían en edad, al tenor de lo que pasó con Biden, de aspirar a volver a la Casa de Nariño.

De hecho, para viabilizar esa opción de repetir en nuestro país habría que acudir a un literal del mismo artículo de la Carta Magna según el cual “la prohibición de la reelección solo podrá ser reformada o derogada mediante referendo de iniciativa popular o asamblea constituyente”.

Un dato clave adicional aquí: el ahora expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, de 74 años, ya anunció que no descarta, tras lograr 75 millones de votos en noviembre pasado, volver a postularse a la Casa Blanca dentro de cuatro años, cuando tendría 78.

Los candidatos

Otro flanco que se puede analizar sobre este aspecto y lo que podría pasar en la política colombiana a partir de la significación que tiene que una persona de 78 años haya asumido el mando de la primera potencia mundial, es el referente a la edad de los candidatos a la Casa de Nariño.

Veamos lo relativo a 2018: Duque, como se dijo, tenía en campaña 41 años, en tanto que Gustavo Petro, hoy con 60 años, estaba por los 58; a su turno Sergio Fajardo, que hoy cuenta con 64 años, tenía 62 y Germán Vargas Lleras, hoy de 58, tenía 56 en esa contienda proselitista. El de mayor edad fue Humberto de la Calle, que tenía en esa campaña 72 años. Es decir, todos ellos más jóvenes que el hoy titular de la Casa Blanca.



Si tomáramos la edad de Biden como un referente de hasta cuántos años se puede tener vigencia política y posibilidad de aspirar al más alto cargo (obviamente este es un cálculo hipotético que parte de la base de la buena salud mental y física de los mencionados), se podría concluir que a Petro le restan todavía casi cinco periodos cuatrienales para seguir postulándose, a Fajardo cuatro y a Vargas casi seis… La hoy vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, que cuenta con 66 años, todavía tendría como mínimo tres oportunidades más para intentar llegar al Solio de Bolívar, tomando como referente los 78 de Biden.

Ahora si ese mismo cálculo hipotético se hace en comparación a las edades de dirigentes como Alejandro Char, Federico Gutiérrez o Juan Carlos Pinzón el número de chances que tendrían, por edad, para buscar la Casa de Nariño sería más alto.

Más implicaciones

Pero más allá de ese ejercicio matemático hipotético, que obviamente dista mucho de los elementos políticos, electorales y programáticos de coyuntura, que son en realidad los que determinan la viabilidad de una aspiración a la Presidencia en determinado momento, lo cierto es que tener un mandatario de 78 años en la principal potencia del globo abre muchos debates en el escenario local de nuestro país.

Por ejemplo, tiempo atrás hacía carrera en Colombia aquella desgastada frase de la “fila india” de dirigentes que iban teniendo su oportunidad para lanzarse a la Presidencia, partiendo de la tesis de que los chances para hacerlo eran pocos porque detrás venían empujando nuevos liderazgos, que esperaban su ‘turno’, tras pasar por distintos cargos, ya fuera del Ejecutivo, Legislativo, de elección popular o la propia empresa privada.

Obviamente a partir de la reforma que en 2004 dio vía libre a la reelección presidencial inmediata, lo que le permitió a Uribe repetir periodo, luego proyectar en 2010 a un Santos que no tenía ningún antecedente electoral e impulsar en 2018 a un más joven, desconocido y debutante Duque, esa vieja premisa política de la ‘fila india’ quedó revaluada.

Igual pasa con los llamados ‘delfinazgos’, es decir la posibilidad que tiene determinado dirigente de llegar a la Casa de Nariño por provenir de una casa política o una corriente proselitista de tipo casi caudillista. En Colombia ver a los hijos y familiares de los expresidentes aspirando a altos cargos ha hecho carrera, sin que se trate de un hecho bueno o malo, sino simplemente de una característica arraigada de nuestro costumbrismo político. En otros países, incluso, se les denomina de una forma más elegante, “dinastías políticas familiares”, pero en el fondo son el mismo fenómeno.

Con dirigentes políticos de 70, 75 o más años aspirando a la Presidencia u ocupando altos cargos de elección popular, con toda la vigencia de salud física, mental, partidista, programática y proselitista, es claro que el turno para los más jóvenes se demora aún más.

Pero, por otro lado, los jóvenes cada vez ingresan más temprano a la política, tienen más experiencia, preparación académica y profesional, generando una presión de relevo generacional más tangible. Los ministros, parlamentarios, gobernadores y alcaldes son cada vez más jóvenes.

Sin duda se presenta aquí una paradoja: liderazgos políticos y electorales cada vez más longevos, frente a dirigentes jóvenes y adultos mejor preparados a la hora de convencer votantes para poder así pasar al frente rápidamente.

Obviamente, como se dijo, las coyunturas políticas y electorales de cada país son asuntos que difícilmente se pueden comparar. Cada nación es un universo distinto, pero los debates sobre la experiencia, que en muchos casos se relaciona con una edad mayor, frente a la juventud, que no pocos asocian con la audacia para el cambio y la renovación, terminan siendo los mismos en muchas latitudes.

Así las cosas, volviendo a la interrogante inicial en torno a si en Colombia podría repetirse una situación similar a la de un Presidente con 78 años, la respuesta es una sola: si tiene los votos y la salud mental y física necesarias, todo es posible.