Política internacional: más discurso que resultados | El Nuevo Siglo
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Domingo, 7 de Mayo de 2023
Redacción Política

CUMPLIENDO hoy nueve meses en el poder, el presidente Gustavo Petro acumula ya no menos de quince viajes al exterior en ese corto lapso. Si se tiene en cuenta que algunos de esos periplos –sobre todo a Estados Unidos, algunos países europeos e incluso su ida a Egipto para la última cumbre sobre combate al cambio climático– han tardado varios días, bien se podría concluir que ha estado más de un mes por fuera del país en lo que va de su administración.

Según lo evidenció un informe publicado esta semana por este diario, después de su primer viaje, a Perú el 29 de agosto del año pasado, el jefe de Estado ha ido a Nueva York (asamblea de la ONU), Venezuela (ya ha estado en tres ocasiones), Egipto, Francia, México, Brasil, Chile, Suiza (Foro Económico Mundial de Davos), Argentina (VII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), Ecuador, Washington (reunión con el presidente Biden el pasado 16 de abril) y esta semana estuvo en España durante tres días y de allí pasó a Portugal.

Si bien aún es muy temprano para catalogarlo como uno de los mandatarios con mayor promedio de giras internacionales, es evidente que la agenda externa de la Casa de Nariño empieza a tener unos énfasis característicos, sobre todo alrededor del discurso contra el calentamiento global, la necesidad de acelerar la transición energética, una marcada visión latinoamericanista, la reiterada solicitud de recursos para desatrasar a los países más pobres, un nuevo enfoque en la política antidroga, la explicación de la estrategia de “paz total” y la defensa de los gobiernos y las ideologías de izquierda, sobre todo de aquellas que el propio Petro cataloga de “progresistas”.

¿Qué tan productiva ha resultado esa agenda? Para algunos analistas esta es una pregunta difícil de responder por varias razones. La primera, Petro apenas si lleva nueve meses en el poder y, como tal, no tiene muchas ejecutorias que mostrar a nivel externo. En realidad, gran parte de sus exposiciones ante presidentes, gobiernos y demás instancias políticas, económicas, sociales e institucionales externas han estado centradas en discursos con alto corte ideológico y la explicación del tipo de “cambio” que quiere aplicar en Colombia como primer mandatario de izquierda.

De hecho, desde varios sectores de la oposición colombiana una de las principales críticas a la agenda externa del Gobierno es que estaría más dirigida a tratar de posicionar al mandatario como nuevo líder de la izquierda latinoamericana, que a enfatizar en los intereses propios del país en distintos flancos.

Lo cierto es que Petro ha planteado muchas ideas en sus viajes al exterior: no concentrar la lucha antidroga en el campesino cocalero sino en el narcotraficante, crear varias instituciones latinoamericanas para acelerar la integración, una moratoria de una parte de la deuda externa como compensación por los esfuerzos en el combate al calentamiento global, reingeniería de los entes financieros multilaterales, reformar la Carta Democrática, base del Sistema Interamericano de derechos humanos; acelerar el desmonte de sanciones al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, un llamado a la comunidad internacional para que se reinstale a Pedro Castillo en Perú, interconexión de energías limpias en todo el continente, partiendo del marchitamiento de la exploración de petróleo y gas; reforma al sistema de las Naciones Unidas, una modificación de la política migratoria en América, exigiendo un cambio de enfoque en Estados Unidos; que la Unión Europea estudie la posibilidad de desmontar la calificación de organización terrorista que tiene sobre la guerrilla del Eln, el no involucramiento de más países en la guerra entre Rusia y Ucrania…

¿Y los resultados?

¿Cuáles de esas ideas han empezado a cristalizarse o han dado lugar a algún tipo de medida concreta por parte de terceros países o instancias multilaterales? La realidad indica que, más allá de ser escuchado, en el exterior ese cúmulo de propuestas del gobierno Petro no han pasado de esa instancia todavía.

El presidente Joe Biden, por ejemplo, tras la cita hace tres semanas con el mandatario colombiano en la Casa Blanca, sí habló de una necesidad de analizar nuevos enfoques en el combate al narcotráfico, pero a la hora de la verdad enfatizó en la necesidad de reforzar la interdicción antidroga.

De hecho, el Departamento de Estado y la DEA ya prendieron alertas no solo por la disminución de las metas de erradicación de narcocultivos, sino también por las implicaciones de la “paz total” en cuanto al tratamiento penal flexible a carteles del narcotráfico, con la eventual promesa de no extradición.

Incluso, para no pocos analistas el resultado de la reciente gira de Petro por Estados Unidos resultó casi decepcionante, ya que primaron los mensajes formales y generalizantes, pero no hubo decisiones de fondo sobre temas de alta importancia en la agenda.

Resulta claro que afirmaciones tan polémicas como las del canciller Leyva, en el marco de ese periplo, en torno a que los 13 mil millones de dólares que Estados Unidos ha aportado al Plan Colombia se terminaban convirtiendo en “limosnas”, no cayeron nada bien en los altos círculos de poder en el Departamento de Estado y el Congreso norteamericanos.

En materia migratoria hay altas y bajas. Es claro que no tuvo mayor eco en Estados Unidos la posibilidad de que los colombianos pudieran viajar en calidad de turistas a ese país sin visa. Sin embargo, días atrás se anunció que ambas naciones acordaron la inclusión de Colombia en el programa de reunificación de familias, lo que permitirá establecer centros regionales de procesamiento de migrantes para facilitar la migración ordenada, legal y segura.



Pese a ese buen ambiente, esta semana se produjo un nuevo sobresalto: por el incumplimiento de los acuerdos sobre el tratamiento humanitario a los colombianos retornados y la cancelación por parte del Departamento de Seguridad de Estados Unidos de los primeros dos vuelos del Plan Piloto concertado, Migración Colombia, en acuerdo con la Cancillería, suspendió temporalmente varios vuelos procedentes de ese país.

En donde hay poco o nulo avance es en lo relativo a la migración masiva por el tapón del Darién. La Acnur Panamá informó semanas atrás que ya en lo corrido de este año más de 100 mil personas habían atravesado esta peligrosa zona selvática colombiana para arribar al país del istmo.

Aunque Colombia y otros gobiernos latinoamericanos han pedido a la Casa Blanca más flexibilidad para recibir a esos ríos humanos de migrantes, el gobierno Biden cada vez hace más drásticos los filtros y refuerza la vigilancia militar en su frontera sur.

Visto todo ello, al final de cuentas, a hoy no es claro cuál es el estado real de la alianza geopolítica entre Colombia y Estados Unidos. Es claro que en estos nueve meses ha existido una amplia interacción, con visitas de alto calado en ambos países, pero no se ve qué tanto Washington acepta las nuevas tesis de la Casa de Nariño y qué tanto esta última está dispuesta a entrar en la esfera de influencia política de la Casa Blanca, más aun siendo evidente que Petro quiere profundizar relaciones con China e incluso Rusia.

¿Descache con Venezuela?

En cuanto a Venezuela, el presidente de Estados Unidos tomó prudente distancia de la estrategia de Petro para tratar de mediar en el diálogo entre Maduro y la oposición. Precisamente por ello, la cumbre internacional que la Casa de Nariño citó en Bogotá tuvo muy parcos resultados.

La Casa Blanca se mantiene firme: el régimen chavista debe volver a la mesa en México y solo cuando se vean pasos concretos en cuanto a convocatoria de elecciones libres y apertura democrática, se irán flexibilizando las sanciones a Caracas.

Incluso la posibilidad de que Petro se mostrara como un mediador imparcial entre Maduro y la oposición quedó sin mayor sustento tras la accidentada expulsión de Juan Guaidó a Estados Unidos, en donde prácticamente ya anunció que le será difícil volver a su país para ser candidato en los comicios presidenciales de 2024.

Ahora, en lo relativo a la apertura comercial con Venezuela, las cifras de la balanza comercial han subido claramente, pero no en las proyecciones optimistas de octubre pasado. No se han instalado los consulados y todavía hay mucha desconfianza de los empresarios colombianos sobre abrir operaciones en Venezuela o exportar a gran escala, ya que los canales de pago seguro continúan siendo endebles, así como las condiciones económicas y cambiarias.

En cuanto a la seguridad fronteriza, si bien ha empezado a resurgir en algún grado la colaboración judicial (Venezuela deportó a la excongresista Aída Merlano y a un peligroso cabecilla de bandas criminales que delinquen en Barranquilla), en materia de coordinación militar para evitar el contrabando, el narcotráfico y, sobre todo, el paso de un lado a otro de la frontera de grupos armados ilegales, es poco lo conseguido.

Ambiente, más discurso que…

El énfasis en la necesidad de combatir con más eficacia el cambio climático se ha convertido en uno de los principales ejes de la agenda externa del país. En Davos, Estados Unidos, ante la ONU, en la COP 27 de Egipto, la OEA y distintos países, Petro ha expuesto sus tesis.

Sin embargo, hasta el momento no se ha concretado ninguno de los tres ejes de su propuesta: No hay un nuevo compromiso global para reducir sustancialmente a corto plazo la dependencia de combustibles de origen fósil e impulsar decididamente la transición energética. Tampoco se ha viabilizado un flujo sustancial de recursos de las grandes potencias o avanzado en la posible moratoria de deuda a países pobres o emergentes que sufren graves coletazos por el calentamiento global. Y en tercer lugar, salvo algunas promesas de gobiernos individualmente, no se ve una nueva plataforma para aterrizar una iniciativa mundial concreta y financiada para aplicar un plan de choque que permita frenar el deterioro del nodo amazónico.

En otros flancos, la productividad no ha sido tampoco mayor. La propuesta de reformar la Carta Democrática no tuvo eco, y menos aún porque en la OEA se teme que la intención sea abrir paso a un reingreso de Venezuela o Cuba sin que hayan cedido en sus violaciones a los derechos humanos o avanzado en institucionalidad democrática.

Por si fuera poco, hoy Petro es persona no grata en Perú debido a su apoyo reiterado al expresidente Pedro Castillo, destituido y preso. Incluso, Lima retiró su embajador en Bogotá.

De otro lado, no deja de llamar la atención que el mandatario colombiano mantiene permanente controversia con el jefe de Estado de El Salvador, Nayib Bukele, el presidente más popular de Centroamérica. Es claro que ambos representan extremos opuestos en la forma de enfrentar los desafíos criminales en sus respectivos países, pero es atípico este tipo de polémicas, más aún a punta de Twitter.

Hay tensión también con Guatemala debido al proceso en ese país contra el ministro de Defensa colombiano, Iván Velásquez, al tiempo que la Cancillería tuvo que pedir disculpas días atrás a Panamá luego de que Leyva se refiriera a ese país como “departamento”.

Flanco externo de la paz

En cuanto a la posibilidad de allanar apoyos internacionales a la estrategia de paz, por ahora lo más importante es no solo la reactivación del grupo de países garantes y acompañantes de la negociación con la guerrilla del Eln, sino que se mantiene la Misión de la ONU que verifica el cumplimiento del acuerdo de paz con las Farc.

De otro lado, no se sabe qué naciones apoyarán los procesos con el “Estado Mayor Central” (disidencias de las Farc) ni con la “Nueva Marquetalia”, aunque ya hay algunos ofrecimientos de la Unión Europea y se presume que gobiernos como los de Venezuela, Cuba y México ayudarán en el tema.

La petición del presidente Petro, en su visita de estado esta semana a España, en torno a que la Unión Europea contemple a mediano plazo, acorde con el avance de los procesos, la posibilidad de retirar al Eln del listado de organizaciones terroristas, fue recibida con cautela por el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez.

De hecho, esta visita, que incluyó reunión con los reyes Felipe VI y Leticia, así como una comparecencia en el Congreso de Diputados y la entrevista con Sánchez, estuvo marcada por un alto formalismo pero pocos anuncios en materia de nuevas medidas políticas, económicas e institucionales para profundizar la relación entre la Casa de Nariño y La Moncloa, sobre todo ante el papel protagónico que tendrá el gobierno socialista en próximos meses en la Unión Europea.

Lo que sí prendió las alarmas en algunos sectores fueron varias afirmaciones de Petro con respecto al rescate del tesoro del galeón San José, ya que el mandatario habló de “repartir” la valiosa carga, incluso con alguna tribu indígena del Perú.

Ruidos diplomáticos

Una de las polémicas internas que más ha impactado lo relativo a la estrategia internacional del país ha sido la relativa a los nombramientos en embajadas y consulados. Como se sabe, Leyva tuvo que enfrentar incluso un debate de moción de censura en la Cámara (del que salió avante), con el fin de explicar una serie de designaciones de personas que no tendrían la experticia diplomática necesaria, pero sí cercanía con el Gobierno.

A esto debe sumársele la controversia por algunas funciones que Petro ha delegado en la primera dama, Verónica Alcocer, lo que le ha permitido acompañar al canciller Leyva en varios actos, como los funerales de la reina Isabel y la posesión, ayer, de Carlos III como rey de Inglaterra.

La vicepresidenta Francia Márquez también ha generado controversia a nivel externo, sobre todo por el viaje que emprenderá la próxima semana hacia tres naciones africanas. No solo se ha discutido la pertinencia del periplo por Sudáfrica, Kenia y Etiopía, sino el tamaño de la delegación que la acompañará y el costo de la gira.

Tampoco se entendió muy bien la directriz de la Cancillería en torno a que “el Estado colombiano adhiere firmemente al principio de una sola China, reconociendo a la República Popular China y sus autoridades como el único estado legítimo. Por lo tanto Colombia no mantiene relaciones diplomáticas oficiales ni semioficiales con la región de Taiwán, China”.

Para varios expertos, esta tesis ya estaba sentada incluso desde el gobierno de Turbay Ayala y no se ve claro qué busca esta reafirmación.

En materia de llegada a altos cargos no hay muchos avances. Como se sabe, el gobierno Petro no respaldó la candidatura del exministro Fernando Ruiz a la Organización Panamericana de Salud (OPS), pero sí anunció la aspiración de Colombia para ser miembro del Consejo de Derechos Humanos durante el período 2025-2027.

En el campo político, en muchos corrillos se dijo la semana pasada que el presidente Petro pensó en relevar a Leyva de la Cancillería, esto en el marco del remezón ministerial mediante el cual cambió a siete titulares del gabinete.

No hay claridad al respecto, pero se afirma que algunas controversias internas en el Ministerio de Relaciones Exteriores y el impacto de la petición del canciller ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en torno a que se investigara el presunto “entrampamiento” al abatido cabecilla guerrillero ‘Jesús Santrich’, no cayeron bien en la Casa de Nariño.

Como se ve, en estos nueve meses es mucho lo que ha pasado en materia de agenda internacional. El panorama es bastante complicado. Hay mucho anuncio, propuestas y discursos, pero poco de concreto. Las grandes apuestas: reapertura con Venezuela y replanteamiento con Estados Unidos, tienen más dudas que certezas. La bandera ambiental, latinoamericanista, de transición energética y de relación más horizontal con las grandes potencias y nichos de poder mundial está explicada, pero no rinde todavía frutos.