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Foto Montaje El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Octubre de 2016
Unidad de análisis
¿Por qué perdió el “Sí”?
El Gobierno y sus afines se equivocaron en el tipo de campaña que plantearon, hubo exceso de triunfalismo y debilidad en los escuderos
- AUSENCIA DE CONSENSO NACIONAL: el peor error del Gobierno fue no haber conseguido el consenso político y nacional para respaldar el proceso de paz desde un principio. El esquema cerrado de la negociación Gobierno-Farc no sólo excluyó la participación de muchos sectores en La Habana, sino que llevó a que el presidente Santos le planteara al país una especie de pulso político sobre el apoyo o rechazo al proceso. Eso generó la desgastante polarización entre santismo y uribismo, aunque no con pocas derrotas políticas para este último. Lo que no se midió bien es que al salir ese pulso del ámbito cerrado de La Habana y pasar al abierto de las urnas, la polarización pesaría tanto, como se evidenció ayer con un “No” ganando por 54 mil votos en un universo de 12,8 millones de sufragios.
- CAMPAÑA SIN ACCIÓN POLÍTICA: los votos se consiguen activando la acción política real de las maquinarias partidistas. Pero eso no pasó en el último mes de campaña. Aunque muchos dirigentes y colectividades anunciaron actividad proselitista, no hicieron campaña efectiva para conquistar y asegurar votos. Por eso no se entusiasmó ni movilizó sustancialmente al electorado. Por ejemplo, la costa Caribe, según las encuestas, iba a inclinar la balanza a favor del “Sí” pero la votación real fue inferior a la esperada. Igual pasó en otras regiones en donde no hubo campaña política típica y ello explica la baja votación de ayer.
- UN ACUERDO CONFUSO Y LARGO: desde que se conoció el texto del acuerdo final de paz se sabía que era muy difícil que la mayoría de los colombianos leyeran sus 297 páginas. Eso llevó a que el debate a nivel político y en los ámbitos familiares, laborales, estudiantiles, académicos y de otra índole se basara más en posiciones y argumentos emotivos que en los racionales. Ante semejante confusión, alimentada por una campaña publicitaria enfocada más en la avalancha promocional del “Sí” que en la pedagogía ciudadana para explicar el acuerdo, muchas personas prefirieron no tomar partido al no saber quién decía la verdad y quién no. Ello explica en parte la abstención histórica del 63%.
- IMPORTANTES ALIADOS PERDIDOS: la campaña del “Sí” cometió varios errores en pocas semanas. Por ejemplo, la declaración de neutralidad de la Iglesia Católica sorprendió, aunque muchos la asociaron a la polémica sobre ideología de género con la ministra Parody. Los gremios tampoco se jugaron a fondo, en gran parte por las reservas de los empresarios a ser juzgados por el Tribunal de Paz. Gobernadores y alcaldes que apoyaron el “Sí” no hicieron ninguna gran movilización. En las Fuerzas Militares la división en torno al acuerdo de paz era evidente, así como la prevención en las altas Cortes por la justicia transicional, temor que también expresó el propio Vicepresidente.
- FATAL PREEMINENCIA PARTIDISTA: la Casa de Nariño descargó gran parte de la campaña en una cúpula de líderes y partidos políticos (en su mayoría liberales) y estos terminaron adueñándose de la causa, dejando poco espacio a movimientos estudiantiles, sectores sociales, gremiales y regionales clave para allanar votos más allá de las maquinarias políticas tradicionales que no se activaron e incluso condicionaron su aporte electoral a la disponibilidad de recursos para buses, gasolina, refrigerios…
- CONFIANZA EXCESIVA EN ENCUESTAS: desde el momento en que el “Sí” empezó a marcarle más distancia al “No” en las encuestas, el Gobierno y sus partidarios dieron casi que por segura la victoria y optaron por concentrarse en lo que vendría luego de la cita en las urnas, como la agenda de proyectos para el Congreso o el cronograma para el cese el fuego, concentración de frentes subversivos y desarme. Hubo un exceso de confianza en la tendencia de los sondeos de opinión. Aunque en la última semana fue evidente que el “No” empezaba a recortar terreno, todas las maniobras publicitarias y de eco a respaldos locales y extranjeros no revirtieron esa tendencia, llevando a una derrota que no estaba en las cuentas de nadie.
- ESCUDEROS MUY DÉBILES: con el presidente Santos con bajos índices de popularidad y credibilidad, el Gobierno debió formar una más efectiva guardia pretoriana para defender no solo su acuerdo de paz, sino replicar con mayor efectividad a sus críticos, especialmente a Uribe, Pastrana y el exprocurador Ordóñez. Sin embargo, fue claro que estos se tomaron en los últimos días de campaña el escenario y aunque Santos replicó y contratacó a sus críticos, al final era él solo contra el resto. Ni el expresidente César Gaviria –otro de los grandes perdedores ayer- como tampoco los ministros y demás dirigentes partidistas tuvieron el suficiente peso específico para ser eficientes escuderos gubernamentales. Incluso no haber aceptado el debate con Uribe le terminó pasando factura de cobro al “Sí”.
¿Por qué ganó el “No”?
Las 7 razones que explican cómo una opción que, según las encuestas, no tenía chance de ganar, al final se impuso en las urnas por cerrado margen
- FALENCIAS EVIDENTES DEL ACUERDO: Por más propaganda y campaña emotiva que hizo el Gobierno en torno a que el dilema era “paz o guerra”, lo que se evidenció es que una parte de la opinión pública no aceptó ese argumento y centró su atención en los temas más polémicos como la no cárcel a las Farc, las curules en el Congreso, los $24 millones que se le darían a cada desmovilizado en dos años, la no entrega de su fortuna ilícita, el desgaste por cinco años de proceso y otra serie de gabelas políticas, jurídicas, económicas, sociales y territoriales. Esos elementos pesaron mucho en la decisión de no pocos electores, contrario a lo que los del “Sí” preveían.
- EL ODIO A LAS FARC: 52 años de miles demuertes y heridos, secuestros, desplazamiento forzado, amenazas, extorsión, narcotráfico, reclutamiento de menores, minas ‘quiebrapatas’, violencia sexual, atropellos a la población y una amplia gama de delitos no se borran con unos pocos meses de tregua unilateral o con la petición de perdón que hicieran ‘Timochenko’ y compañía. Hay un odio y desconfianza visceral hacia las Farc en muchos sectores y no generaron credibilidad ni absolución sus actos de desminado o entrega de menores reclutados. Una parte de colombianos mantuvo en reserva su postura pero ya en la intimidad del cubículo le ‘cobró’ a la guerrilla todo el daño causado. Esos a los que el uribismo llamaba “mayorías silenciosas” fueron los que inclinaron al final la balanza electoral.
- EL FACTOR URIBE: para muchos de los que pensaban que el expresidente ya no es el factor de poder determinante en Colombia y que su partido venía perdiendo todas las batallas con la coalición santista, lo que pasó ayer es un campanazo. Uribe fue el gran ganador de la jornada y demostró que su campaña, basada en la denuncia reiterada por todo medio posible y una gira regional sin tregua, fue más efectiva que la avalancha publicitaria y promocional del Gobierno y los del “Sí”. Uribe es el hombre anti-Farc en el país y al situar su campaña en este campo, le ganó de mano al Gobierno.
- MÁS ALLÁ DEL URIBISMO: pese a lo anterior, la votación por el “No” fue más allá de los partidarios del Centro Democrático. Prueba de ello es que mientras ese partido apenas tuvo dos millones de votos en las elecciones al Senado en marzo de 2014 y un monto similar en la votación para diputados en octubre de 2015, al final el “No” sumó ayer 6,4 millones de votos, es decir apenas 400 mil menos que los de 6,8 millones que respaldaron a Zuluaga en la segunda vuelta presidencial de 2014, cuando perdió contra la coalición de Santos que respaldaba el proceso de paz y que sumó 7,7 millones de votos.
- EL LASTRE DE LA IMPOPULARIDAD DE SANTOS: aunque partidarios del Gobierno siempre insistieron en que eran escenarios distintos, al final de cuentas fue evidente que un Presidente con una popularidad apenas de 30 o 35% no podía esperar que esa mala percepción pública sobre su gobierno no afectara la votación del plebiscito, que no solo es su principal bandera política, sino que muchos de sus críticos lo acusan de enfocarse únicamente en ese tema y no solucionar otras problemáticas de más urgencia en el ciudadano de a pie, como la crisis económica, el desempleo, la inseguridad urbana, la oposición a una reforma tributaria…
- EL TRIUNFALISMO DEL SÍ: los estrategas políticos suelen advertir que no hay nada más peligroso que la sobradez en una campaña política, porque genera una reacción ciudadana adversa que motiva a hacerle contrapeso a esas posturas triunfalistas y casi arrogantes. Es un voto en contra de, más que a favor de. No es un voto de opinión ni tampoco de lo que suele considerarse la “franja lunática”, sino un voto reactivo destinado a, como se dice popularmente, ‘bajarle los humos’ al contrario, sobre todo si este es acusado de acudir a maniobras ventajistas, en este caso utilizar el presupuesto para impulsar el “Sí”.
- LA COMUNIDAD INTERNACIONAL NO VOTA: mientras que el presidente Santos destinó gran parte de la campaña del plebiscito a aumentar el blindaje internacional del acuerdo, sumando cuanto apoyo podía y realizando en Cartagena una firma del mismo rodeado de la ONU, la OEA, presidentes y muchos dignatarios extranjeros, los del “No” se concentraron en el aspecto interno, en cazar votos aquí y allá. Fue claro que muchos colombianos no valoraron en la dimensión que buscaba el Gobierno ese apoyo externo y se enfocaron en que, al final, la decisión sobre el pacto con las Farc dependía única y exclusivamente del voto de cada quien.