Venezolanos pueden tener la Asamblea que necesitan | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Mayo de 2015

Por Ronal F. Rodríguez (*)

En el 2005,  los entonces líderes opositores le dieron la espalda al pueblo venezolano en las elecciones a la Asamblea Nacional. Vapuleados por la derrota del referendo revocatorio de 2004, contra el presidente Chávez, y amedrentados por la lista Tascon y el programa Maisanta, registros de los solicitantes del referendo que fueron utilizados para persecución política. La cúpula opositora tomó la decisión, en el último momento, de no presentarse a las urnas, alegando falta de garantías y con la vana esperanza de deslegitimar al chavismo.

El resultado fue la entrega del poder legislativo a las filas oficialistas. Una Asamblea Nacional roja rojita facilitó el tránsito de la “Revolución Bolivariana” al “Socialismo Bolivariano del Siglo XXI”, y Venezuela pasó de una democracia imperfecta a un autoritarismo competitivo, como lo han señalado los profesores: Corrales, Penfold, Hidalgo, entre otros.

Gracias al dominio casi absoluto de la Asamblea, el hoy fallecido mandatario Hugo Chávez a punta de leyes habilitantes traslapó las funciones de dicha corporación. Durante su segundo mandato (2006-2013), el Presidente legisló más que la Asamblea Nacional y el control político fue prácticamente inexistente, y cuando se dio fue contra opositores y aquellos que desertaron.

El error de los líderes opositores facilitó al chavismo apropiarse del Estado venezolano. La expedición de leyes habilitantes amplió el margen de acción del Ejecutivo, que se arrogó potestades en un marco legal diseñado a la medida de sus necesidades y ambiciones. Pero fue la elección de funcionarios de los poderes Judicial, Electoral y Ciudadano la que definitivamente rompió el equilibrio de la balanza.

En la siguiente elección de Asamblea, en 2010, la oposición participó activamente y a pesar de lograr la mayoría del voto popular en las urnas, la mayoría de los escaños quedó en manos del oficialismo. La actualización de las circunscripciones según los cambios en la distribución de la población y la puesta al día del registro electoral no dejaron de levantar sospechas. No obstante el regreso de la oposición al foro político revivió la discusión, en algunos momentos se tornó incluso violenta y en no pocas oportunidades se les ha negado la participación por parte de la mesa directiva. No obstante los sectores opositores lograron romper el ánimo obediente con el cual la Asamblea Nacional se sometía a las órdenes de Miraflores.

Es erróneo pensar que la oposición que optó por el Golpe de Estado en 2002 fue la misma del Referendo Revocatorio del 2004 o la misma  que le dio la espalda a sus electores en 2005. Con la victoria de 2007, cuando lograron derrotar la Reforma Constitucional, nuevos liderazgos empezaron a surgir, miembros de la oposición ascendieron al interior de sus propias fuerzas políticas o crearon sus propias toldas, se fueron construyendo uno nuevos liderazgos.

Llena de contradicciones, egos, y visiones de corto plazo se congregó la oposición en torno de la Mesa de Unidad Democrática. Sin victorias espectaculares, sin lograr arrebatarle grandes porciones de poder al oficialismo la MUD fue ganando un espacio de reconocimiento entre los venezolanos, legitimando una tendencia dispuesta a enfrentar al chavismo. Lo cual se evidenció en la elección entre Nicolás Maduro y Henrique Capriles hace dos años.

No sobran las críticas sobre la MUD, menos después de lo ocurrido en febrero y marzo de 2014 cuando el grupo de “La Salida” liderado por María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma, que han tenido que soportar la andanada de la persecución política de un régimen que ya no se cuida en las formas de la democracia, no contaron con el apoyo de la MUD.

La responsabilidad ya no está en manos de los líderes opositores, después de los errores, las diferencias y la persecución, la responsabilidad cae en manos de los electores, tanto opositores como chavistas. El fin de semana pasado se celebraron las primarias de la MUD, con 570.892 votos, el 7,64% del registro electoral, se eligieron los candidatos para los comicios de Asamblea Nacional de final de año.

En un sistema democrático el Congreso está llamado a ejercer control político sobre el Ejecutivo. Y en esta oportunidad son los ciudadanos los que tienen la posibilidad de cambiar la correlación de fuerzas. Quizá la oposición no está lista para gobernar o para hacer frente a una situación calamitosa como la que vive Venezuela, pero definitivamente se requiere un poder legislativo independiente que controvierta al presidente Maduro. Que exija transparencia en los acuerdos firmados por Venezuela, a lo largo del último año, con potencias como China y Rusia, que demande de los ministros verdaderos ejercicios de rendición de cuentas, y que reclame del chavismo claridad sobre el destino de los venezolanos.

(*) Profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Presidente de la Fundación SurContinente.