No importa la razón. Por sobrepeso, porque te lo exige una condición de salud o, incluso, porque quieres tener un abdomen plano. Todos nos hemos propuesto alguna vez el mismo objetivo: bajar de peso.
La cosa es que no es tan fácil como parece. Disminuir los centímetros de la cintura es una meta que involucra de todo un poco: dieta, ejercicio y, aunque no lo creas, mucha psicología también. Como explican Johana Delgado, psicóloga del programa Nutrición Virtual y Juliana Rosales, líder Wellness de Bodytech, “el cambio debe venir desde adentro. De nada sirve exigirse físicamente si nuestro cuerpo y mente no están preparados para los cambios, por lo que es importante realizar un trabajo interdisciplinario con médicos, psicólogos, nutricionistas y fisioterapeutas”.
Entonces, ¿cuáles son las claves para lograr el cambio exitosamente y, lo más importante, mantenerlo? ¿Qué tipo de pautas físicas y emocionales deben seguirse? Estas son algunas:
1. Tomar la decisión concienzudamente: Este es el paso más difícil y el más importante. Una vez decidas que tu objetivo es bajar de peso, lo siguiente es comprometerse con los cambios y hacer lo necesario para alcanzar tu propósito. En este punto no hay ‘pero’ que valga.
2. Fijarse una meta clara y realista: Un error frecuente es ponerse metas inalcanzables, como por ejemplo perder ocho kilos en un mes. Bajar de peso es un proceso que debe hacerse pausadamente, sin afanes y sin presiones. Es fundamental, en términos psicológicos, ser realista, y fijarte pequeños logros que puedas cumplir y celebrar. También es clave trabajar en la autoestima: no se trata de alcanzar un peso por cómo te vean los demás, sino de cumplir una meta que contribuya a tu salud y satisfacción personal.
3. Decirle adiós a viejas costumbres: Romper el ciclo no es tarea sencilla. Requiere de mucha disciplina y, cuando se trata de nutrición, es particularmente difícil controlar circunstancias externas como los antojos, los horarios de trabajo y hasta los eventos sociales. No se trata de realizar cambios abruptos de la noche a la mañana, sino más bien de encontrar opciones intermedias que, poco a poco, te lleven a alcanzar tu objetivo.
4. A mover el esqueleto: La pérdida de peso no solo se logra en la alimentación. La nutrición y entrenamiento son un binomio indisoluble. Hay que alimentarse conscientemente, por supuesto, pero también hay que hacer ejercicio teniendo en mente un objetivo físico claro, ya sea perder grasa o tonificar.
5. Dar un paso a la vez: La frustración y las ganas de ‘retirarse’ a mitad del camino son frecuentes. Hay que revisar a fondo qué es lo que realmente te causa frustración, miedo o inconformidad y aprender a lidiar con esos sentimientos y no ceder ante ellos.
6. Involucrar a la familia: Nada mejor que compartir las metas con tus familiares y amigos más cercanos para que te ayuden a cumplirlas.
7. Buscar el acompañamiento de un profesional: Ser guiado, simultáneamente, por un nutricionista y un psicólogo es lo ideal. De esta forma es posible manejar la parte de la alimentación y, al mismo tiempo, aprender a controlar las emociones. Ambos son factores determinantes en la creación y transformación de los hábitos.
8- Aprender a controlar la ansiedad: Carece de todo sentido llevar una vida llena de prohibiciones. Justamente es ahí donde radica el inconformismo, el estrés y la deserción que pueden llegar a derivarse de un proceso de pérdida de peso. La palabra mágica es: balance. Tener control de las porciones, ser consciente de los antojos y disfrutarlos tranquilamente, de vez en cuando.
9- Cambiar la mentalidad: Perder peso no solo implica mejorar hábitos alimenticios, también es necesario eliminar esquemas mentales que obstaculizan tus esfuerzos. Muchas veces, la falta o el exceso de apetito y la pereza de hacer ejercicio tienen mucho que ver con tu estado de ánimo. Es fundamental acompañar el proceso de pérdida de peso con una orientación psicológica que ayude a mantener el equilibrio emocional.
10. Mantenerse: No basta solo con lograr el objetivo. El último reto -y además, un objetivo permanente, sin fecha de caducidad- es mantenerlo. Por eso, no se trata de llegar al número deseado y luego ‘tirar la toalla’. Para mantener los nuevos hábitos adquiridos es clave conservar la motivación que te llevó a conseguir esa meta y nunca perder de vista el gran esfuerzo que hiciste para alcanzarla.