A pesar de albergar a siete de los países con mayor diversidad biológica en el planeta, América Latina y el Caribe están en la COP15 en Montreal, con poco más que promesas.
Con el antecedente del incumplimiento -como ocurrió también con el resto del mundo- de las 20 Metas de Aichi, adoptadas en 2010 para cumplir en 2020, ahora la región se enfrenta al desafío de asumir objetivos más ambiciosos en un contexto de crisis múltiple, entre ellas, la disminución de la biodiversidad debido a la sobreexplotación, los efectos de la crisis climática y los delitos ambientales.
En 2019, la Plataforma Intergubernamental Científico Normativa de Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) alertó que, a nivel global, estamos experimentando la peor crisis de biodiversidad en la historia, pues un millón de animales y plantas están en riesgo.
Y es en América Latina y el Caribe donde se observa la mayor disminución de poblaciones de vida silvestre monitoreadas a nivel global, revela Informe Planeta Vivo 2022: Hacia una sociedad con la naturaleza en positivo, elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Instituto de Zoología de Londres, con una declinación promedio de 94% entre 1970 y 2018.
Con este panorama, se llega a la COP15, que se escenificará hasta el 19 de diciembre.
La aprobación del marco mundial de la diversidad biológica posterior a 2020 concita la atención en Montreal, donde también se abordarán asuntos como el financiamiento para la conservación de la riqueza biológica y los lineamientos sobre secuenciación digital de material genético.
La propuesta, cuya negociación debe concluir en la cumbre, incluye los objetivos de conservación, uso sostenible, reparto de beneficios y aplicación, y al menos 22 metas sobre ecosistemas degradados, áreas protegidas, especies amenazadas, el rol de las empresas, biotecnología e igualdad de género, que repiten algunos de los temas que las Metas de Aichi trataron de cubrir.
Estas metas versaron sobre educación ambiental, creación de áreas silvestres protegidas, producción y consumo sostenibles, prevención de la extinción de especies y disminución de la polución.
México, por caso, aún no actualiza su Estrategia Nacional de Biodiversidad 2016-2030. Y el gobierno ha aplicado severos recortes presupuestarios al ramo ambiental, al grado de destinar unos 0,5 dólares por hectárea en áreas nacionales protegidas (ANP).
Este país padece disminución de especies animales y vegetales. Miguel Equihua, investigador del estatal Instituto de Ecología, señala que tiene zonas degradadas por la agricultura, la minería y la expansión urbana, además de poseer ecosistemas en “razonable estado de conservación”.
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México conserva 65% de su capital natural original. De las 200 000 especies existentes, más de 2600 enfrentan amenazas.
Además, la degradación del suelo representa 15% del total de los costos ambientales. Por su parte, la degradación y el agotamiento de los recursos forestales representa 3,5%, según el gubernamental Instituto Nacional de Ecología, Geografía y Estadística.
El otro caso lo pone Colombia. En 2022, esta nación, la tercera con mayor biodiversidad del planeta después de Brasil e Indonesia, registró 67 000 especies (5000 más que el año previo), apremiadas por la pérdida de hábitats, la contaminación, la sobreexplotación y los efectos de la crisis climática, como el aumento de la temperatura y la proliferación de plagas.
En ese sentido, 796 variedades de flora y 407 de fauna están amenazadas. Este país posee 1483 áreas protegidas sobre una superficie de 35,5 millones de hectáreas, equivalentes a 15 % del territorio nacional.
Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia, destaca que el país tiene varios instrumentos, como la Política Nacional para la Gestión integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos y su respectivo plan de acción, así como planes sectoriales sobre deforestación, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, océanos sostenibles y de crecimiento verde.
Por la Amazonia, el Pantanal y la selva tropical atlántica, Brasil, que alberga 20% de la biodiversidad global, también está expuesto a la disminución de diversidad biológica.
En 2021, la selva amazónica perdió 10 300 kilómetros cuadrados de ecosistemas naturales, según el Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía.
De hecho, la región llega con varios asuntos pendientes al ambiente gélido de Montreal. Ninguno de los países megadiversos tiene herramientas actualizadas.
En Canadá, la región empujará su agenda, acorde con sus intereses nacionales. México promoverá un enfoque de derechos humanos y género, la creación de ANP y la participación de pueblos indígenas y comunidades locales.
Brasil centrará su estrategia en la defensa de la Amazonia, mientras Colombia empujará el canje de deuda externa por financiamiento internacional ambiental para aplicar acciones nacionales y la formación de una coalición internacional para acelerar la acción para la biodiversidad.
“Tomamos la decisión de defender la Amazonia ante la minería ilegal, la presencia del narcotráfico y el acaparamiento de tierra y crear núcleos de economía comunitaria. Ampliamos las metas de restauración, pero los recursos son insuficientes”, afirma Sandra Vilardy, viceministra colombiana de Ambiente.
Colombia busca al menos detener la tasa de pérdida de selva amazónica, que ronda las 171 000 hectáreas anuales.