Aportes para conservar ecosistemas de agua dulce | El Nuevo Siglo
Fotos Fundación Natura
Viernes, 2 de Diciembre de 2022
Redacción Medio Ambiente

Cuando se habla de la macrocuencua Magdalena-Cauca, muchas veces el enfoque se dirige a los beneficios que esta ofrece a todos esos hombres y mujeres que navegan sus aguas, y comunidades que subsisten del recurso alimenticio que esta brinda. Sin embargo, poco se dialoga sobre sus problemáticas y acciones para mitigar el impacto que estas ocasionan en el país.

Contaminación, cambios en el uso del suelo, erosión, colmatación, sobrexplotación de los recursos, taponamiento y desvío del curso natural de los cuerpos de agua, entre otros, han puesto en peligro la oferta natural y los servicios ecosistémicos de los que dependen los habitantes ribereños y el 77% de la población de Colombia.

La realidad del cambio climático se manifiesta en consecuencias como las inundaciones y los desastres naturales que afectan a las comunidades ribereñas desde hace meses. Se estima que ha perdido el 77% de su cobertura terrestre natural y gran parte de su potencial pesquero en los últimos 30 años. Esta alteración de los ecosistemas ha afectado la existencia de especies emblemáticas y en peligro como el manatí, bagre rayado, mono araña, jaguar, mangle cienaguero, palma estera, entre otros.

Es por ello que, en esta macrocuenca extensa y compleja, Fundación Natura seleccionó cinco núcleos de intervención acordes con las prioridades de conservación establecidas para el país, por la importancia y estado de sus recursos, y por las características socioculturales ligadas al uso tradicional de la biodiversidad. Estos cinco núcleos se extienden desde las zonas altas de la macrocuenca, con páramos y bosques altoandinos en el Eje Cafetero, zonas medias como río Claro y el Magdalena Medio, las zonas del bajo Cauca en Ayapel y el bajo Magdalena con su bosque seco tropical.

Durante su implementación, se brindó apoyo a procesos de declaratoria de las áreas protegidas, formulación de planes de manejo, recuperación de la conectividad de bosques por medio de la restauración terrestre y acuática, promoción de mejores prácticas en la actividad de pesca y comercialización pesquera, articulación con actores locales y apoyo a iniciativas comunitarias, estudios de modelación ecohidrológica para la proyección de escenarios futuros, monitoreos del ecosistema acuático, fortalecimiento a la gobernanza por medio de mesas de gestión territorial y apoyo a diversas alternativas productivas sostenibles de las comunidades en los diversos territorios.

“Estar en la macrocuenca Magdalena-Cauca nos llenó de esperanza y de motivos para creer que, a pesar de encontrarnos en un sistema tan alterado y afectado por las transformaciones de sus partes, aún tiene capacidad de respuesta positiva y resiliente”, expresó Claro Solano, directora ejecutiva de Fundación Natura, quien manifestó que a través de este proyecto se transformó la vida de personas, familias, grupos y organizaciones en diferentes partes del territorio.



Insumos fundamentales

Sandra Vilardy, viceministra de Ministerio de Ambiente, aseguró que el proyecto GEF Magdalena Cauca Vive entrega insumos valiosos para el país sobre los avances en acciones de restauración de humedales: “Hoy que iniciamos el tercer año del fenómeno de la niña y que el gobierno nacional tuvo que declarar emergencia y calamidad por desastre natural, necesitamos más insumos técnicos y más capacidades locales para la restauración de la regulación del ciclo del agua en tiempo de crisis y de incertidumbre climática”.

El proyecto abordó el gran reto de contribuir a la conservación y el uso sostenible de la macrocuenca, desde diversas estrategias como: incorporación de 201.610 nuevas hectáreas al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP), apoyo a cuatro rutas declaratorias de Áreas Protegidas Regionales, diseño y formulación de cinco nuevos planes de manejo, entrega de herramientas para la toma de decisiones (modelaciones ecohidrológicas y protocolo de monitoreo acuático), fortalecimiento de modelos de gobernanza y planeación conjunta involucrando a 30 municipios, siete corporaciones autónomas regionales, cuatro oficinas regionales de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca- Aunap, diez ONG y a diferentes actores sociales y comunitarios, como ganaderos, agricultores, pescadores, artesanos, entre otros.

La implementación de acciones de restauración permitió disminuir la fragmentación actual de los ecosistemas, con más de 116.000 árboles sembrados y 551,74 hectáreas en proceso de restauración ecológica. En estos esfuerzos se vincularon 35 asociaciones comunitarias, a través de una alianza con el Programa de Pequeñas Donaciones del PNUD- PPD, que buscó vincular comunidades locales a los procesos de conservación.

El proyecto tuvo un eje central y prioritario en su trabajo, y fue la vinculación de las comunidades campesinas en la búsqueda de formas de aprovechamiento de los recursos disponibles y la protección de la biodiversidad que sostienen estos ecosistemas estratégicos. “No llegaron a obligarnos o a prohibirnos, simplemente llegaron a capacitarnos y a decirnos que sí se puede y que hay formas de hacerlo. Nos capacitamos y ahora podemos hacer sistemas productivos sostenibles y mitigar el daño en nuestros ecosistemas” comentó Ariolfo Díaz, representante de la JAC Riberas del San Juan de Cimitarra, Santander, respecto a la capacidad instalada que dejó el proyecto en su territorio.