Por la deforestación, Colombia perdió en 2017 un área casi equivalente al tamaño de Luxemburgo.
En un año, la tala de árboles en el Amazonas colombiano se duplicó, mientras que en todo el país se incrementó en 23%, según un informe publicado por las autoridades ambientales del segundo país más biodiverso del mundo.
Entre 2016 y 2017, 144.147 hectáreas de selva desaparecieron en el 'pulmón del mundo', lo que equivale al 65% de la deforestación en territorio colombiano, indicó el estatal Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
En total, cerca de 219.973 hectáreas fueron deforestadas el año pasado, unas 30.000 hectáreas menos que la superficie de Luxemburgo y 1,5 veces más que el tamaño de Hong Kong.
"Si bien en otras regiones (en el centro y en la costa pacífico) se ha logrado estabilizar e incluso detener la deforestación, en la Amazonía tuvimos un ascenso muy fuerte", declaró el ministro del Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo, a la prensa.
Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo por detrás de Brasil. En los bosques naturales, que abarcan 52% de su superficie, se concentra el 10% de las especies animales conocidas del mundo.
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Pero la ganadería extensiva, la generación de infraestructura de transporte, los cultivos ilícitos, la extracción de madera, minería ilegal y praderización están destruyendo grandes extensiones de esos bosques, según el informe del Ideam.
"Las cifras (de destrucción) se han presentado como si el acaparamiento de tierras, ganadería e infraestructura fueran aspectos separados, pero son un mismo fenómeno" llamado "apropiación de tierras no planificada", afirmó en tanto Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.
Para el investigador ambiental, la ampliación de las actividades humanas en zonas que eran antes vírgenes explica la deforestación.
Las cifras del Ideam lo respaldan: el 75% de la tala en los núcleos del Amazonas ocurrieron cerca de una carretera y el 25% en proximidad a un río.
Otro de los problemas que aqueja la mayor región boscosa del país es la presencia de actores armados ilegales que se disputan el territorio tras el desarme de la exguerrilla comunista FARC en noviembre de 2016.
Según Murillo, la tala de árboles "coincide con la presencia de grupos de criminalidad que están promocionando la colonización", mientras que "donde hay comunidades indígenas y negras afrocolombianas, disminuye".
Tanto disidencias de las FARC que se apartaron del proceso de paz como narcotraficantes provenientes de antiguas milicias de extrema derecha hacen presencia en el Amazonas.
"Es imposible que con las actuales condiciones financieras, legales, técnicas, las agencias ambientales puedan responder a ese fenómeno", alerta Botero en declaraciones a la AFP.
El experto pone en duda la capacidad del gobierno de Colombia de cumplir con el compromiso de dejar en cero la tasa de deforestación del Amazonas para 2020.