No hay certeza sobre la cantidad de ciénagas sedimentadas o secadas en el complejo cenagoso de Cascaloa, en Magangué, lo cual afecta a cientos de campesinos que dependen de la pesca. Un problema que se agravó con la construcción de una vía carreteable en 2002, pues taponó la conexión de estas aguas con el río Magdalena. Las autoridades aún no tienen respuesta, por lo que un grupo de investigadores trabajó con la comunidad para intervenir estos puntos, una tutela sería la solución.
El complejo cenagoso de Cascaloa tiene cerca de 11.000 hectáreas, con 92 ciénagas, en las que más de 23.000 personas se benefician de la pesca; sin embargo, desde los años setenta, y debido a los cambios en el uso de estos ecosistemas, esta actividad tradicional se ha disminuido considerablemente, dando lugar a cultivos de arroz, que deterioran y modifican cada vez más las ciénagas.
Así lo describe el investigador Juan Manuel Quinche Roa, magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional (UNAL), para quien el problema es que los playones junto a estos humedales son “terrenos baldíos”, superficies que no tienen una delimitación clara en el país y de las cuales se supone el Estado es dueño. Los procesos administrativos para conocer su extensión son lentos e impiden la atención de fenómenos de apropiación iniciados por actores que no forman parte de las comunidades tradicionales.
“Los procesos de delimitación de estas zonas se llaman deslindes, y determinarían desde qué punto se pueden constituir propiedad privada, disminuyendo los riesgos de apropiación; sin embargo, a febrero de 2023, solo un proceso de este tipo se había culminado en el municipio de Simití, sur de Bolívar, luego de que la Corte Constitucional fallara a favor una acción de tutela interpuesta por las organizaciones campesinas”, asegura.
Desde hace tres años el investigador se ha interesado en aportar de alguna forma a que esto no siga ocurriendo, y a que factores que aceleran los procesos de sedimentación de las ciénagas, como la construcción de vías carreteables que taponan caños como el “rompedero”, no impacten de manera negativa el ciclo reproductivo de los peces, que dependen de un flujo de agua óptimo entre el río y las ciénagas.
Aproximación pionera
En ocasiones pasadas no se había tenido en cuenta la variable del “deslinde”, clave a la hora de atender los conflictos en torno a la tenencia la tierra que afectan a las comunidades. En este caso, el experto analizó la relación existente entre la no culminación del deslinde y el taponamiento de los caños con ocasión a la construcción de la vía carreteable antes mencionada.
Fueron numerosas entrevistas a líderes campesinos y pescadores que habitan la ciénaga, la revisión de 32 expedientes de deslindes abiertos en el complejo, una exhaustiva revisión de sentencias proferidas por tribunales de todo el país, y la sistematización de la información que la Agencia Nacional de Tierras tiene sobre las ciénagas en el sur de Bolívar.
El experto indica que este es un gran logro, pues las administraciones municipales no habían atendido las peticiones que buscaban rehabilitar el caño, lo cual es paradójico, porque alrededor de 2021 la vía carreteable sufrió graves daños, y en vez de tener en cuenta las demandas de la comunidad para restaurar las ciénagas y contemplar obras civiles que no generaran taponamientos en el tránsito del agua, se volvieron a rellenar con material los mismos puntos en donde el daño y la obstrucción ya estaban presentes.
“Debido a los taponamientos de los caños, hay regiones de las ciénagas que aceleran su sedimentación, acentuando problemas de vieja data en humedales sin delimitar como la deforestación, la expansión de ganadería extensiva o los monocultivos. Se busca que con la tutela se suspendan las obras que impiden la conectividad ecológica, interviniendo y garantizando la rehabilitación de los caños, y teniendo procesos de concertación con los habitantes para que la pesca no se vea marchitada”, expresa el magíster.
Para él es importante hacer la distinción entre la forma en que antes se realizaban cultivos temporales que no modificaban el ecosistema cenagoso, y lo que se está haciendo hoy en día en la región, dando lugar a que diversos puntos de las ciénagas tengas cercas y diques, afectando el tránsito natural de agua y materia orgánica entre los ecosistemas.
“Es necesario seguir con los procesos de concertación en torno a la restauración ecológica mientras se espera la culminación del deslinde y una decisión de la tutela presentada. La idea es que las autoridades administrativas y las corporaciones regionales tengan en cuenta la voz de los pescadores artesanales, y que establecer y respetar los límites del complejo cenagoso sea una prioridad”, asegura el investigador.
La tutela fue producto de un trabajo conjunto con la comunidad y la Corporación Tiempos de Vida, y está siendo estudiada por la Corte Constitucional en el despacho de la magistrada Natalia Ángel Cabo.