Las embarcaciones que navegan en la Laguna de Fúquene requieren la matrícula de embarcaciones fluviales, documento que expide el Ministerio de Transporte.
Por esta razón, la navegabilidad en este cuerpo de agua se encuentra restringido, tal y cómo fue confirmado en el encuentro realizado entre los representantes de diferentes entidades públicas y privadas del orden nacional, regional y local.
En la reunión se contó con la presencia de los delegados del Ministerio de Transporte, Viceministerio de Turismo, Gobernación de Cundinamarca, Policía, CAR y representantes de las Alcaldías de los municipios que integran el complejo lagunar, donde se aclaró sobre los requerimientos y exigencias contempladas en la normatividad nacional para el transporte fluvial.
Ismael Zapata Rojas, profesional del Grupo Operativo de Transporte Acuático del Ministerio de Transporte, indicó que todas las embarcaciones sin importar las dimensiones o servicios que presten, deben estar registradas y cumplir con requisitos técnicos para la navegabilidad. Además, los tripulantes u operadores de las naves, deben contar con el permiso de tripulante, trámites que pueden realizarse ante ese despacho nacional sin costo alguno.
“Nosotros tenemos unas Inspecciones Fluviales, todas las matrículas y registros se realizan ante estas inspecciones de forma gratuita. En esta zona de Fúquene no se cuenta con esta figura, la más cercana es Guavio o Tota, pero el Ministerio viendo la necesidad del servicio, está evaluando enviar un funcionario para atender los requerimientos y solicitudes en la región para las embarcaciones pequeñas, medianas o grandes”, indico el vocero del Ministerio de Transporte
Las naves dedicadas a la pesca familiar, tradicional o recreativa que no prestan servicios a particulares, no deben registrarse como empresa pública; mientras las personas u organizaciones que prestan servicio público de transporte de turismo o pasajeros tienen que habilitarse como empresa de transporte fluvial.
Por su parte, Jairo Enrique Pinzón, asesor del Instituto de Cultura y Turismo de Cundinamarca - Idecut, explicó que las empresas encargadas de prestar el servicio público de transporte fluvial de turismo o pasajeros, deben tramitar el registro nacional de turismo bajo la vigilancia del Viceministerio de Turismo, además de expedir las pólizas y cumplir con las normas técnicas sectoriales.
Adicionalmente, las empresas encargadas de prestar el servicio público de transporte fluvial de turismo o pasajeros deben cumplir con las condiciones como el material de las lanchas, chalecos salvavidas en excelentes condiciones, la tripulación debe tener conocimiento y certificación en primeros auxilios, extintores para posibles incendios, equipos de comunicación para estar en contacto con el puerto, entre otros.
Todos de corazón
De acuerdo con la CAR, se tiene plenamente concebido el proyecto para la intervención de la Laguna de Fúquene, en donde ya se iniciaron las obras. “Coincidimos en la necesidad de que la Educación Ambiental sea el primer rubro de inversión de la Corporación”, dijo el director de la CAR.
Dentro de los logros más importantes durante el año 2017, se destaca la extracción en la laguna de 628.422 m3, entre sedimentos y material vegetal. Lo anterior, gracias a la adquisición de maquinaria especializada con recursos de la Corporación, entre las que se encuentran; excavadoras anfibias, minicargadores y watermaster. Entre otras funciones, las maquinas contribuyen al mejoramiento de la capacidad hidráulica, la funcionalidad ecosistémica y la recuperación integral de las poblaciones de algunas especies que se espera, algunas regresen y otras se recuperen.
La laguna de Fúquene es un cuerpo de agua dulce situado en la localidad de Fúquene, entre los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, al este de los Andes colombianos, a una altitud de 2.540 metros, y a una distancia de unos 80 km de la ciudad de Bogotá.
Posee numerosas islas, una de ellas fue santuario de los muiscas; además, existían varios adoratorios atendidos por cien sacerdotes, así como un templo que seguramente fue erigido a Fu, un dios con cabeza y cola de zorro y figura humana que personificaba al demonio. Según cuenta la leyenda, oculto bajo las aguas y dispuesto a defender de los muzos, sus dominios en el valle de Ubaté y Chiquinquirá, permanece Fu, el dios tutelar de las aguas de esta laguna.