A medida que los países intentan dejar de lado los combustibles fósiles en la lucha contra el cambio climático por fuentes de energía renovables, surgen nuevos desafíos en materia de contaminación, como desechar los paneles solares que llegan al fin de su vida útil.
Antes una novedad, la instalación de células fotovoltaicas se ha masificado en Estados Unidos, especialmente en el abrasador oeste, donde California está a la cabeza de la industria.
Pero con una expectativa de uso de unos 30 años, la primera generación de paneles está con miras al retiro, lo que comenzó a levantar incógnitas sobre cómo evitar masivos cementerios solares.
“Lo que está a punto de ocurrir es un tsunami de paneles solares que regresarán a la cadena de abastecimiento”, dice Adam Saghei, director ejecutivo de We Recycle Solar, una de las primeras empresas dedicadas a reciclar y reaprovechar estas enormes y pesadas placas.
El desarrollo de la tecnología también ha generado nuevos y más eficaces modelos que, además de incentivos fiscales, estimulan a los consumidores, residenciales y empresariales, a actualizar sus paneles enviando los antiguos al limbo solar.
“Uno de los desafíos con cualquier industria es que no hay mucha planificación para una economía circular. (La solar) es una forma sostenible de energía, por lo que hace falta un plan para la jubilación de estos bienes”.
De hecho, la reutilización de paneles es otro factor importante que abre espacio para empresas como We Recycle Solar, explica Saghei.
Entre 1 y 5% de las células tienen defectos de fábrica o sufren alguna rotura en la instalación. Aún operativos, los paneles pueden ser reutilizados y vendidos en otros mercados, sostiene el director ejecutivo.
“Estos factores influyen en (la creación) de una empresa como la nuestra que necesita llenar este vacío para tomar estos bienes, desmantelarlos y obtener materias primas, u obtener algunos de los bienes reutilizables para enviar a mercados desatendidos”, explica Saghei.
El resto, que alcanzó su techo de funcionamiento, pasa por una revisión para entrar en la compleja maquinaria que fue diseñada específicamente para reciclar diversos tipos de láminas.
Brazos robóticos y correas separan los componentes y los distribuyen en recipientes con el fin de comercializarlos para otros fines como trampas de arena, campos de golf o el propio sector industrial.
“Hacemos algo llamado ‘minería urbana’”, explica Saghei señalando grandes volúmenes de vidrio y menores cantidad de plata, cobre, aluminio y silicona.
“Sacamos (los componentes) de productos actuales y los reintroducimos en la cadena de suministro”.
La fábrica tiene una capacidad para procesar 7.500 módulos por día, y muy poco se desperdicia, afirma su director ejecutivo.
“Dependiendo del modelo y la marca de los paneles (...) podemos alcanzar una tasa de recuperación de hasta 99%”.
Saghei estima que en el marco de las metas climáticas de Estados Unidos, unos 500 millones de paneles han sido instalados en el país.
“Desafío logístico”
Para Meng Tao, profesor de la escuela de Ingeniería Eléctrica, Informática y Energética de la Universidad Estatal de Arizona, el reciclaje de paneles solares es tan desafiante como importante, considerando una perspectiva a largo plazo.
Con Estados Unidos entre los países que mantienen entre sus metas climáticas el paulatino abandono de los combustibles fósiles, la instalación de paneles solares debe continuar en ascenso en las próximas décadas.
“Una vez que (la industria) madure, la instalación anual y el retiro estarán más o menos al mismo nivel”, dice.
“Pero al menos durante los próximos diez años, veremos más instalaciones que retiros”.
Para Tao, el reciclaje presenta desafíos económicos y logísticos. Por un lado, “el costo de reciclar está muy por encima del lucro”, asegura.
“También implica un gran desafío logístico porque se trata de un típico caso de logística inversa”, agrega en referencia a la complejidad del traslado de los paneles del consumidor hacia centros de eventual reciclaje.
El profesor explica que a diferencia de otros países, Estados Unidos impone al consumidor el costo y la responsabilidad del descarte de los paneles. “Tiene que haber un apoyo en materia de políticas”, opina.
Saghei coincide e insiste en que, desde el punto de vista económico, la ganancia es importante.
“No ves a muchos entrando en el negocio porque reciclar tiene un costo. No es gratis, requiere trabajo, y gasto de energía”.
Pero él ve que hay futuro. “Estos son mercados que están creciendo dentro del espacio de las energías renovables”.
“Estamos viendo la primera generación de paneles solares siendo reciclada”, agrega Saghei mientras decenas de láminas son desmanteladas en intrincadas maquinarias. “Y lo que es emocionante es que estamos a la vanguardia”.