“Soy un hombre de mar”, dice Casimiro Newball, un hombre de 54 años que en los últimos 48 meses ha estado dedicado a sembrar corales para recuperar los que el huracán Iota se llevó.
“…Es que no tenemos absolutamente nada de corales, lo que tenemos de arrecife nos falta de coral”, indica este técnico en restauración ecológica y quien con emoción califica su trabajo como “muy chévere porque estamos devolviéndole a la isla su encanto”.
Recuerda que su vida como pescador inició cuando tenía 14 años y seis meses. “Dejé de estudiar cuando murió mi papá para ayudar a mi mamá y a mis dos hermanos, Dilsa y Justino. Empecé a pescar y bucear, soy profesional en buceo y técnico en corales”, dice.
Con orgullo asegura que “hago todo. Lo que es buceo, antes pescaba langosta, caracol y ahora llevo como técnico de lo que viene de la mar y de coral porque llegué a conocer un poco de eso. Llevo dos años, estamos sembrando muchos corales en guarderías flotantes y en las mesas”.
Pero, ¿qué es una guardería flotante de cuerda? Newball explica que “tiene 20 metros de largo por tres de ancho y una capacidad máxima para alojar 2.500 fragmentos de coral. Allí se cultivarán tres especies de coral divididas del género Acropora, las cuales se encuentran en amenaza de extinción en la región Caribe”.
Añade que “como crece muy rápido, se debe tener espacio, 12 estacas y ahí se pone un ángulo de 5 metros, un tubo amarrado al cojín y dos boyas para mantenerlas flotando”.
Con relación a la tipo mesa, “se hace con pirámides, con una máquina para cortar los fragmentos y cuando crecen se ponen en el fondo en un sitio de 20 por 20 o un cuadrante”.
“Mi trabajo es algo muy chévere, muy excelente porque estamos haciendo todo para recuperar lo que no teníamos hasta hace dos años, para hacer el coral como estaba antes del huracán Iota y estamos haciendo el arrecife”, indica con un dejo de emoción en su voz.
Añade que “es muy bonito ver cómo regresan los peces, eso es un beneficio para todos, para los pescadores, para los pobladores, para los turistas que vienen a bucear. Ya se avistaron rayas. En poco tiempo las especies de peces, crustáceos y moluscos se vienen beneficiando de las guarderías de corales como sitio de refugio y alimentación, logrando un balance positivo en ambos sitios demostrativos”.
En su trabajo de “jardinería” de corales, Casimiro y los 24 pescadores que lo acompañan, entre ellos su hijo menor, bucean para encontrar la palmata, a la que identifican con un número “para saber cuál es el sitio donde está mejor. Si voy a 9 millas lo marcamos para saber si lo ponemos a seis millas o a dos millas, tenemos que ir más afuera”.
El proceso
La primera incursión de Casimiro en la siembra de corales fue “hace como siete años pero no era técnico. Hice la parte de estudio y la práctica. Hoy estoy enseñando a los pescadores nativos cómo hacerlo y ahora tengo cuatro pescadores, Coralina tiene los suyos y lo mismo Índigo”.
Con nostalgia señala que “el arrecife y los bajos estaban tan bonitos y tan chéveres de antes. La tarea con el grupo de trabajo es volverlos a poner como antes”.
El tiempo que debe estar el coral en el vivero “poniéndolo en la cuerda es de unos siete a nueve meses y ya empiezan a brotar, pero realmente el resultado del trabajo se ve en tres o cuatro años”.
Indica que “los corales se siembran en el fondo de mar, sin embargo, ahora vamos a tener un estanque en tierra pero con agua de la mar. Ya vimos el estanque y lo vamos a hacer”.
Y, ¿cuál es la mayor satisfacción de su trabajo? “Es que podamos volver a la isla como era antes, con un arrecife en donde haya muchos peces, lo que siempre habíamos tenido. Hoy hay 3% de lo que había antes del huracán”.
Adicional hay otro beneficio y es “que nos da trabajo a los pescadores y tener todo eso otra vez es muy importante porque ayuda a lo que es al arrecife. Ayuda para todo, para el turismo, hay muchas cosas que pasan. Antes no se sabía que era tan bueno tener corales de palmatas, antes no sabíamos qué era eso”.
Por ello, “hay muchos pescadores que hasta dicen: ‘no me tienen que pagar para ayudarle’”, señala.
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Horas de trabajo
La jornada de Casimiro y demás pescadores comienza a las 8:30 de la mañana, cuando salen del centro con seis tanques de oxígeno, y va hasta la una o dos de la tarde.
“La limpieza de una guardería, cuando tiene sedimentos es fundamental. Debe estar limpia para que crezca el coral normal o si no, no crecen, es un trabajo en el que tiene 15 guarderías flotantes pero si no las limpia no hace nada”.
“Los corales no se tocan, pero las estructuras sí se limpian. Lo que se busca es remover cualquier cosa que esté compitiendo por espacio con el coral o que esté atentando contra su salud. Hemos removido macroalgas, esponjas que están muy cerca, etc. Es como hacer jardinería; uno va y quita malezas”, explica.
Los resultados de esta labor que lo tiene en donde más le gusta y a donde por 40 años perteneció como pescador, se verán con el paso de los años.
En Colombia ya se han sembrado 35 mil fragmentos de coral, en el marco del programa “Un Millón de Corales por Colombia”.
El 60% del millón de corales (600 mil) se están sembrando en San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Los arrecifes coralinos producen alimento, consolidan barreras contra los huracanes y absorben dióxido de carbono.
De acuerdo con la información entregada por la Dirección de Asuntos Marinos, Costeros y Recursos Acuáticos (Damcra) del Minambiente, a la fecha se han sembrado 60.560 fragmentos de corales en guarderías y se han trasplantado 9.444, para un total de 70.004 corales cultivados en el Pacífico y el Caribe.
En la isla de San Andrés se han sembrado 10.135 fragmentos de corales en guarderías y se han trasplantado 4.780, para un total de 14.915 cultivados, mientras que en Providencia se han sembrado 9.532 fragmentos de corales en guarderías y trasplantado 3.725, lo que da 13.257.