Después de “torturar” al río Claro Sur o Cocorná Sur, lo “aprendí a querer” y de “depredadora” de la tortuga de río, Isabel Romero Jerez, conocida como Chava, pasó a ser su protectora y a trabajar para evitar que esta especie endémica se extinga.
“De niña no lo quise, lo contaminaba, lo maltrataba, lo torturaba, no entendía que me brindaba comida, diversión, porque me enseñaron que el río era malo. Pero aprendí que no es malo sino hermoso y por eso trabajamos por él, para cuidarlo, recuperarlo y conservarlo”, dice Chava.
Se dio cuenta de que el río, que desemboca en el Magdalena, era “bonito”, en 1991. “Tiene de 28 a 32 kilómetros, nace en Sonsón y desemboca al Magdalena”.
“Arrancamos haciendo parte de los procesos con unos cuenticos que Cornare nos echó pero la veíamos como amenaza porque nos decía que no podíamos tirar dinamita, que no podíamos pescar con arpones, pero empezó a involucrarnos, a vincularnos, primero con procesos de repoblamiento de bocachico, me enseñaron a valorar la riqueza natural que tenemos en la zona, a trabajar en programas ambientales, de cuidado de las márgenes, reforestando y hoy tenemos el río más hermoso del mundo con reforestación, fauna, proyectos de conservación del mono aullador, de los reptiles, como es el caso de las tortugas. Es mucho lo que nos falta por hacer”, señala esta mujer de 61 años.
Añade que “continuamos vinculando a la comunidad, el SENA, entidades educativas, universidades como La Salle, empresas, con operadores turísticos, estamos haciendo turismo de naturaleza, educación ambiental, repoblación de tortuga”.
Justamente, explica que fue en 2010 cuando “con mucho amor”, empezó a trabajar por la tortuga de río.
“Tenemos una especie endémica, la tortuga de río, que está al borde de la extinción. Había muchas pero se han ido acabando porque nos las comíamos y lo mismo los huevitos, las depredábamos, matábamos los caimanes que controlaban la nutria. Ahora estamos trabajando en este proceso para recuperarlas”, asevera.
En los 12 años que lleva dedicada a la recuperación de la tortuga de río, han sido liberados más 11 mil ejemplares.
“Es un trabajo del Centro de Conservación en el que contamos con siete piscinas. En cada una tenemos diferentes tortugas que la gente entrega de manera voluntaria u otras que son decomisadas. Hacemos la labor de incubación. Poseemos dos incubadoras, una para hembras y otra para machos y seguimos el proceso para que nazcan y después liberarlas”.
Empírica
Explica que cuando dejó de ser “depredadora” de la tortuga de río y “torturadora” del río Claro o Cocorná Sur, lo hizo de manera empírica.
“Soy nativa de La Estación, comprensión municipal de Puerto Triunfo. De niña o adolescente no estudié porque mi papá y mamá se separaron. Mi papá era depredador del río (era pescador artesanal), era muy noviero y las embarazaba, así que no nos daba estudio a los hijos”, indica Chava.
Señala que cuando vino la gente de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), me metí en el tema y se despertó en mí la pasión por la conservación”.
Fue entonces cuando decidió estudiar en nocturna y “tengo la dicha de que a pesar de los obstáculos terminé primaria, el bachillerato, luego una técnica en manejo de gestión ambiental con el SENA y la Universidad Católica del Oriente, cuando me fui a graduar hoy con mucho orgullo les presenté un proyecto de conservación de la tortuga del río, involucrando a la población y a los turistas, que no sean los que dejan el Icopor, la basura, sino que aporten a la conservación”.
Explica que “ese es mi proyecto de vida y nos ha sensibilizado. Involucré a mi familia, estoy muy convencida de que cuidar los recursos naturales vale la pena. Los tenemos que cuidar para que las futuras generaciones pueden disfrutar lo que tenemos ahora y que nos enamora, que nos seduce por su belleza, por lo que nos aporta”.
Su familia está integrada por “mis padres, cuatro hijos, seis nietos y dos bisnietos. Su padre, Héctor Romero, ya falleció, al igual que su progenitora, Ana Inés Jerez. Tengo 20 hermanitos”.
Está casada hace 40 años con Álvaro Díaz Pineda, “quien es uno de los rastreadores que nos ayudan a identificar las huellas de las tortugas para cuidar los nidos, proteger los huevitos para que explosionen y podamos seguir liberando animalitos”.
Tiempo completo
Desde que decidió dejar de hacerle daño al río Claro o Cocorná Sur, se ha dedicado de tiempo completo a conservarlos.
“La labor de la conservación es permanente. Todos los días de mi vida serán dedicados a la conservación de los recursos naturales, si es necesario las 24 horas del día, lo haré con gusto y con mucho amor”.
Agrega que “en el tortugario tenemos mucho que hacer y lo básico lo iniciamos desde las 4 de la mañana con las faenas de rastreo hasta las horas de la tarde”.
Además, Isabel o Chava hace parte de Cornare, cumple con sus labores del hogar, cocina, trabaja en la atención a los turistas, dicta talleres educativos y es guía turística. “A nuestros turistas les ofrecemos varios paquetes, como ingreso al centro de conservación, liberación de tortugas, almuerzo ribereño, recorridos fluviales, avistamiento de fauna (en su momento de hipopótamos), fauna nativa por los diferentes recorridos”.
También hace parte del grupo que capacita personas en cuidado y conversación. “Pero no es lo único. Formo parte del Consejo de Planeación del municipio, del comité de estratificación, de diferentes oenegés ambientalistas y del Oriente antioqueño, como de una que se llama Organización de Ambientalistas del Oriente Antioqueño”.
Dice que una de sus mayores satisfacciones y que recompensa su trabajo es “cuando me llega un niño y me entrega una tortuguita y me dice: se la entrego para que la rehabilitemos y llevemos a su medio natural. Me la regalaron mis padres de cumpleaños pero luego de oír la capacitación y de saber el daño que le podemos hacer teniéndola en casa como mascota, prefiero que usted la cuide. Eso es lo más grato”.
Remata Chava señalando que “me preocupa que a estas alturas de la vida haya gente despiadada, sin conciencia, sin respeto hacia el medio ambiente, su cuidado y conservación; que muchas personas sigan cazando, comercializando animales, depredando los recursos naturales. Eso me mortifica”.
La Podocnemis lewyana es la tortuga de agua dulce más grande de Suramérica y está en peligro de extinción.