Un colorido domo sirve de jaula o “cárcel” a los 1.500 lepidópteros que integran el mariposario del Parque Biotemático Megua, creado para protegerlas de los depredadores naturales, permitir a los visitantes conocer cada una de las cuatro fases de su ciclo vital y observarlas cualquier día del año.
En principio, las mariposas volaban libremente por las 32 hectáreas de bosque seco tropical que integran el parque, pero no era posible disfrutar de su belleza todos los días del año.
Por ello, el ingeniero forestal Iader Lanilla decidió construir un espacio de unos 1.000 metros cuadrados, con unas características especiales y muy original, para ofrecer a los visitantes una experiencia diferente.
“El parque fue creado hace 20 años. Desde un principio fue diseñado para enseñar y sensibilizar a los visitantes en la protección, el cuidado y buen uso de los recursos naturales. Dentro de esos recursos se encuentran las mariposas. De los insectos, la mariposa es la que más llama la atención por su vistosidad, pero en general, lo que siempre buscamos es proteger a todos los que integran la dinámica de vida en el planeta. Por muy pequeños e insignificantes que parezcan, tienen su importancia y función dentro de toda la cadena alimenticia y de vida que rige el planeta”, dice Iader.
Añade que “desde que creamos el Parque Biotemático Megua tuvimos el mariposario, lo que sucede es que lo teníamos a cielo abierto. Es decir, que sembramos unas plantas muy atractivas para las mariposas, la gente llegaba y las veía. La única dificultad que teníamos era que, dependiendo de la época del año, de la existencia de flores y de plantas hospederas, se podían ver. Simplemente dependiendo de la hora, la época del año, había posibilidad de ver poquitas, no ver nada o ver muchas”.
“La idea de montar el mariposario es que el visitante al parque pudiera observar las mariposas sin importar la época del año o la hora y que pudieran estar en contacto con ellas. Con el tiempo lo hemos ido mejorando”, señala el ‘monarca’ de las mariposas.
Explica que “las teníamos a cielo abierto –porque la idea del parque es de libertad–, pero decidimos encerrarlas en una especie de jaula, como si fuera una cárcel y, resulta que no, es al contrario, porque cuando se encierran las mariposas es con el fin de protegerlas, de tal manera que los depredadores no se las coman en cualquiera de sus etapas de vida, bien sea en huevo, oruga, crisálida o ya como mariposa adulta”.
“Ya con la idea de volver el mariposario mixto, con mariposas en libertad y en forma de que se puedan ver de manera directa, expusimos nuestro proyecto a Primax de Colombia. La empresa la estudió y nos apoyó con los recursos económicos para poderla cristalizar como lo teníamos planeado”, cuenta Iader.
La ejecución del proyecto se demoró unos ocho meses. “Lo importante era que no fuera una copia, no nos gusta copiar ideas de otros proyectos similares porque nos da vergüenza tener que copiar cuando existe tanta cosa para inventar”, asevera.
Enseñanza
Manifiesta que “simplemente vimos cuál era el ciclo de vida de la mariposa y diseñamos el mariposario teniendo en cuenta las cuatro etapas. La primera es el huevo, por ello diseñamos un domo en forma de huevo y ese es el escenario en donde vemos aspectos teóricos, mitológicos, curiosidades y toda la parte taxonómica. Ese domo lo aprovechamos con un sistema de vitral donde, de manera secuencial, vemos las cuatro etapas: la parte de abajo los tipos de huevos, los colores, los tamaños; luego la parte de las orugas, en las formas, cómo son; ya más arribita las crisálidas o pupas, que les llaman, tipos, colores, formas, tamaños; y ya en la parte superior, las mariposas, tanto las diurnas como las nocturnas”.
Explica que “las diurnas son las mariposas de colores, que son más o menos 3.500 especies a nivel mundial, y las polillas, que son las nocturnas, que se considera que hay unas 45 mil especies y son las más oscuras, a las que les tienen miedo porque dicen que son de mala suerte. Precisamente en ese domo es que se habla de todas esas leyendas, cuentos populares y se explica por qué tienen o no razón en ello”.
“Dentro de la nave están las mariposas vivas y todas las plantas nutricias, las hospederas, el agua y los elementos del hábitat de ellas. Hay capacidad para tener 1.500 mariposas por meses; lo que sucede es que, como es un proyecto de fomento, la idea es irlas liberando a medida que van naciendo, al medio natural de ellas. En la nave las tenemos como muestrario para que la gente las conozca, las vea, pero el objetivo es liberarlas para que cumplan su función porque dentro de ciclo trófico es una especie que, además de polinizar, es alimento de otros animales que son insectívoros”, indica Iader, un admirador de la mariposa monarca y de las “amarillas, de las que hablaba García Márquez”.
El mariposario cuenta con “más o menos 25 especies, todas son locales”.
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“Las mariposas que más les llaman la atención a los visitantes son todas, pero siempre preguntan por la monarca, que es muy conocida; tenemos la mariposa amarilla de don Mauricio Babilonia, de Gabriel García Márquez, y las que más gustan son la búho, una mariposa nocturna que es color oscuro y que tiene un ojo pintado, ese es su sistema de defensa para que los depredadores crean que es un animal grande y se asusten, pero en realidad es un engaño porque el cuerpo de ella es pequeño, las alas son grandes pero no tiene nada de carnosidad”, relata.
En cuanto a los cuidados que requiere el mariposario, dice que “es precisamente que no entren sus depredadores. Ahí está toda la parte cíclica, ellas deben tener dónde poner huevos. Ahí tenemos las plantas hospederas, esos huevitos se vuelven orugas y se alimentan de esa planta; el siguiente paso es volverse una crisálida y de ahí se transforma en una mariposa adulta”.
Los recursos con que funciona el parque provienen del valor de la entrada que pagan los visitantes: 20 mil pesos. “A nivel de visitantes es que tengamos 30 al día, con 900 al mes estamos muy bien. Sin embargo, hay épocas buenas y malas. Para nosotros las temporadas altas son en las fechas de clases, donde tenemos estudiantes universitarios, de colegios, escuelas, personal del SENA, empresas; viene más que todo de abril y hasta junio, luego de agosto hasta octubre”.
“Nuestro aporte es producir mariposas que sean de la región y liberarlas en el mismo parque y que ellas busquen su lugar de destino. Eso nos va a permitir que esas especies no desaparezcan. Siempre tenemos un muestrario, pero vamos liberando para que no se sature el espacio, que solo tiene una capacidad de carga de 1.500 mariposas”, dice.
Agrega que “todas están en peligro de extinción. El uso de tanto agroquímico las pone en riesgo, bien sea que contamine el aire, las hojas o los frutos donde ellas se posan, todas están en peligro dependiendo de la región donde estén. Afortunadamente en el Atlántico los cultivos tecnificados no son muy comunes y las comunidades campesinas son gentes muy humildes, muy trabajadoras, y no tienen para meterle veneno a sus plantaciones. Los frutos generalmente son orgánicos. Eso nos ayuda a preservar las especies de mariposas”.
UN DOMO sirve de jaula para 1.500 mariposas. Allí los visitantes del Parque Biotemático Megua pueden aprender sobre las especies y escuchar relatos sobre los temores que generan algunas polillas. /Fotos Parque Biotemático Megua
EN EL LUGAR hay 25 especies de mariposas, todas nativas.