Perspectivas. Totumo, la apuesta zenú contra los platos desechables | El Nuevo Siglo
GLEISY HERNÁNDEZ es artesana e impulsora de productos de totumo para reemplazar los de plástico.
Cortesía
Domingo, 8 de Mayo de 2022
Redacción Medio Ambiente

Con una habilidad y precisión que ha ido perfeccionando a lo largo de 13 años, Gleisy Hernández decora las totumas, cucharas, platos, pocillos y copas  hechas en totumo y con las que la comunidad zenú de San Antonio de Palito (Sucre) apuesta por la protección del medio ambiente.

Esos utensilios, que llevan grabadas figuras de conejos, sombrero vueltiao o de especies propias de la región en la que tienen asiento 16 resguardos indígenas zenú, están pensados para “declararle la guerra” al icopor y a los platos, tenedores, cuchillos y vasos desechables, que tardan años en descomponerse y en nada ayudan al cuidado del planeta.

Por ahora, las “obras maestras” que esculpen Gleisy y demás artesanos zenú son empleadas por los restaurantes que atienden a los turistas que llegan a conocer el bosque seco tropical de San Antonio de Palmito y demás maravillas naturales que encierra la región en cuanto a flora y fauna.

“El totumo es una bendición de Dios. Sirve para la salud porque de él se saca jarabe para la tos; sirve para alimentar animales, yo le doy eso a mis gallinas, las vacas y están libres de peste. Lo utilizo para hacer los platos, totumas, cucharas y demás elementos”, dice Gleisy, una mujer de 41 años que trabaja junto a su madre, hermano y su hijo de ocho años, quien quiere seguir la tradición.

“A los turistas se le van los ojos a la artesanía del totumo, tiene muy buena acogida y compran las artesanías, porque con las mujeres zenú que forman parte de la Ruta Etnoecoturística para el Rescate de la Cultura Ancestral Zenú, financiada por el Programa Colombia Sostenible, también fabricamos mochilas, sombreros vueltiaos, llaveros, entre otros”.

Dice Gleisy que lo mejor es que “el totumo se da silvestre, no dañamos el medio ambiente y ahora para no tener que ir a buscarlo al monte, estamos trabajando en un semillero de totumo”.

Explica que el proceso para hacer los platos y demás utensilios es relativamente sencillo. “Después cortarlo, de deja secar al sol dos días, luego le paso un barniz por fuera sobre el dibujo, por dentro no porque afectaría la salud de las personas”.

“A mí me tiene muy contenta esta labor. Yo trabajo con mi mamá, Aída Estrada, mi hermano Álvaro y el niño Juan Diego de ocho años. Un plato lo vendo a $12 mil y dura según lo traten, si lo dejan caer se parte”, indica.

Añade que su sueño y el de las mujeres zenú que trabajan por el medio ambiente, en especial por el cuidado del bosque seco tropical y el impulso del turismo, es que “a nivel nacional conozcan las artesanías y que con el tiempo la gente entienda que podemos cambiar los desechables plásticos y el icopor por el totumo”.

Gastronomía

Al trabajo de Gleisy se suma el de Rodis Clemente Solano, otra de las mujeres zenú comprometidas con el medio ambiente e impulsora de los productos de la región en cuanto a gastronomía se refiere.

“Mi trabajo es como un yoyo, aportamos, nos reunimos, mi parte es la cocina, soy guía turística”, dice esta mujer de voz tranquila.

“Preparo platos típicos para ofrecer a los turistas. Hacemos sancocho de gallina criolla en zumo de coco, los machucados (ensaladas), calducho de candía (tubérculo nativo, baboso frito, asado o cocido y la babilla molida o guisada. Son animales que no están en peligro de extinción”, manifiesta.

También hace “el machucado de ají dulce y picante. Lleva ají, ajo, cebolla, si lo quiere con picada de cerdo, bollo tradicional o dulce. Ensalada de berenjena, productos de la zona, cultivados en el patio de las casas o zonas de monte”.

Pero además fabrica artesanías como bolsos, sombreros, accesorios, pulseras, monederos, llaveros y abanicos con caña flecha.



La ruta

A las mujeres zenú se han sumado hombres para trabajar en el proyecto, entre ellos Nadín Hernández Quintero, un joven de 25 años que se vinculó al grupo en 2018.

Una de las tareas fue el diseño e implementación de una Ruta Etnoecoturística, en donde “se refleja toda nuestra cultura, lo que conservamos como tradiciones, costumbres, del bosque seco tropical y todo lo que tenemos en nuestro medio ambiente”.

“La idea es atraer a los turistas para que conozcan nuestras tradiciones, la gastronomía y se enteren de esta ruta en donde mostramos la realidad de la cultura zenú, lo que somos, lo que hacemos y está basada en tres recorridos”, dice Nadín.

El primer paso consiste en “mostrar nuestra cultura indígena, territorio, costumbres, tradiciones, lo que somos, lo que hacemos. Es un recorrido ancestral. Observamos todo lo que es el tema de plantas medicinales, degustar debidas aromáticas de plantas, esencias y poder ver todo lo que se puede hacer con las plantas de nuestro territorio. También los senderos ecológicos, bebidas tradicionales a base de ron ñeque. Podemos observar todo lo que un señor va a contar, las luchas de nuestros antepasados en recuperación de tierras”.

El segundo recorrido es artesanal: “Vamos a ver todo el tema de trapiches que tenemos para moler la caña y poder degustar guarapo de panela, miel, todo lo que nuestras costumbres, tradiciones, danzas, bailes típicos como los porros, fandangos, cumbias. Así mismo las artesanías a base de caña flecha (es siempre derecha), que es la que se coge para hacer el sombrero vueltiao. Proceso de siembra de la caña flecha y la elaboración de artículos”.

El tercer recorrido es “la ruta productiva, donde vamos a poder observar fincas productivas, agroecológicas, siembra y cosecha, de caña, ñame, que el turista viva la experiencia de sembrar o arrancar estos productos, ordeñar una vaca, hacer pesca artesanal, que tome su caña de pescar o anzuelo y lo consuma en alguno de nuestros restaurantes”.

En total en el proyecto trabajan 67 integrantes de los 19 cabildos del municipio de San Antonio de Palmito.

“Para los restaurantes no utilizamos ningún plato común sino la totuma, vamos a implementar unas totumas para atraer la atención del turista, toda la vajilla hecha con totumo. Los baños son ecológicos, en ellos no usamos agua porque es escasa sino aserrín para reemplazarla”, comenta.

Y lo mejor, además de disfrutar de la flora, la fauna, la gastronomía y toda la magia que encierra este municipio, es que se respira “aire de paz. Acá es seguro para el que venga”.

“Estamos trabajando en el tema de viveros, hicimos en la temporada de cosecha de semillas cuando inició el proyecto la recolección de semillas, del cedro, carbonero, más de 30 variedades. Regulamos el tema de las bolsas plásticas, usamos totumos largos para llenarlos y sembrar la semilla. Las bolsas de agua las reutilizamos para hacer viveros: con esas bolsas reforestamos tres hectáreas en caña flecha, la meta son nueve hectáreas y las otras para el bosque seco tropical”, concluye.