¿Se puede ser adicto a la adrenalina? | El Nuevo Siglo
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Lunes, 26 de Agosto de 2019
Agencia Europapress
Los efectos químicos sobre el organismo hacen que algunas personas que busquen constantemente el "riesgo" en actividades extremas

 

Practicar deportes de riesgo o exponerse a situaciones comprometedoras con cierta regularidad son comportamientos típicos de lo que se ha dado a llamar adicción a la adrenalina, una hormona relacionada con el estrés y el peligro. Pero, ¿se puede hablar de adicción?

"La adrenalina es una hormona que se sintetiza en las glándulas renales y puede actuar como hormona y neurotransmisor", explica en una entrevista con Infosalus el vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el doctor Juan Carlos Portilla.

Es decir, "al igual que la noradrenalina, además de en la glándula suprarrenal también es sintetizada en neuronas del sistema simpático y en el sistema nervioso central", clarifica el experto. Ambas pertenecen al grupo de las catecolaminas, donde también se encuentra la dopamina.

En efecto, "el aumento en la producción de esta hormona/neurotransmisor está claramente asociado a situaciones de estrés y peligro, por lo que son estas, habitualmente asociadas a deportes de riesgo o, incluso, a ciertas actividades sociales, las que pueden provocar un aumento de la descarga de estas catecolaminas", apunta el doctor Portilla, que alude a un estado de "euforia" como resultado.

La síntesis de las catecolaminas "provoca una respuesta tanto a nivel neurológico, fundamentalmente por acción de la noradrenalina, como en el resto del organismo, fundamentalmente por acción de la adrenalina", continúa el doctor Portilla.

Así, la euforia no es el único efecto que las catecolaminas generan. A nivel físico, su actividad se asocia fundamentalmente "a un aumento del ritmo cardíaco, de presión arterial, aumento del ritmo respiratorio, de temperatura corporal, aumento del metabolismo muscular y redistribución del flujo sanguíneo a determinados órganos", enumera el vocal de la SEN.

El doctor Portilla, se centra en la noradrenalina en particular, y explica que actúa "en áreas del cerebro que controlan la atención y las respuestas a estímulos". También tiene una función global, que se relaciona con "la motivación, el estado de alerta, la regulación del sueño, el apetito y la conducta sexual", agrega el experto.

Además, la producción de la noradrenalina se relaciona con la liberación de otros neurotransmisores, fundamentalmente la dopamina, que también está implicada en los procesos placenteros. En concreto, "la dopamina se ha relacionado con el bienestar y con los mecanismos de recompensa tras realizar una acción o actividad en nuestro cerebro", especifica el vocal de la SEN.

No adicción a la hormona

En este contexto, sí puede entenderse que los efectos mencionados sobre el organismo hagan que haya personas que busquen constantemente sentir lo que la adrenalina les proporciona y lo hagan a través de actividades extremas, como los deportes de riesgo.

Sin embargo, el experto no cree que exista una adicción a la adrenalina como tal y prefiere hablar de "una búsqueda de sus efectos". Además, el doctor Portilla no considera peligrosa la adrenalina en sí misma, precisamente porque es una respuesta fisiológica. "No tiene porqué ser un problema en sí misma, probablemente el riesgo venga derivado de las actividades de riesgo que se puede llegar a realizar para aumentar su descarga y su efecto", apunta el experto.

Y, aunque es "probable" que exista un determinado tipo de personalidad que busque esa descarga andrenérgica", según el vocal de la SEN, hay que tener en cuenta que "otro aspecto fundamental en la realización de estas actividades está en la motivación".