Cruzada de Francisco en la cuna del cristianismo | El Nuevo Siglo
EL PAPA Francisco inicia este viernes una visita de cuatro días a Irak
Foto archivo AFP.
Miércoles, 3 de Marzo de 2021
Redacción Nacional

UNA visita reconfortante no sólo para la minoría cristiana que allí reside, sino para todos los iraquíes, será la del Papa Francisco a ese país, escenario de una guerra civil y del fallido intento del yihadismo por borrar cualquier creencia religiosa diferente a su radicalismo musulmán.

En un contexto explosivo por el reciente lanzamiento de cohetes contra enclaves de seguridad norteamericanos, una segunda ola del covid-19, infraestructuras en ruinas pero, sobre todo, con el enemigo agazapado y al acecho (los extremistas del ‘Estado Islámico’), Francisco -excepto un hecho insalvable de última hora- mantiene en pie su viaje desde mañana y hasta el lunes.

Tres hitos se marcarán con esta visita de Francisco a este país del sureste de Asia, conocido en la época bíblica como Mesopotamia: es la primera de un Papa a Irak, la solidaridad in situ con una comunidad religiosa mártir, y tener un gesto espectacular con el islam chiita.

Irak, calificado como un mosaico de mil colores por sus conflictos bélicos y religiosos, es la cuna de la cristiandad. Pero, paradójicamente, es el lugar donde menos hay. Según cálculos de varias ONG, en tiempos de la dictadura de Saddam Hussein (1979-2003) había cerca de 1,5 millones de cristianos, algo así como el 6% de los iraquíes, pero en la actualidad quedan como mucho 400 mil, es decir el 1% de la población.

Algunos se fueron tras la invasión estadounidense, otros durante la guerra civil o cuando los yihadistas ocuparon sus pueblos. Con todas estas tragedias, la comunidad cristiana de Irak casi que se extinguió.



¿Dónde están? 

Desde el exilio muchos añoran su país pero regresar no está en sus planes. Lo consideran imposible, ya que tras la guerra sobrevino la crisis económica y la violencia yihadista, lo que no le ha permitido a Irak levantar cabeza.

Del forzado éxodo de iraquíes cristianos, casi un millón se fueron a Estados Unidos, mientras otros optaron por los países escandinavos o Australia. Es decir, muy, pero muy lejos de las antiguas ciudades donde nacieron, muchas cuna de la cristiandad.

Vale recordar que la comunidad cristiana de Irak es una de las más antiguas y una de las más diversas, en la que destacan los caldeos -católicos-, los armenios ortodoxos y protestantes.

Antes del exilio, la mayoría de los cristianos se encontraba en la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul, una de las ciudades que acogerá al papa Francisco y que durante tres años estuvo bajo el devastador yugo de las facciones del ‘Estado Islámico’.

El periplo

Desde la iglesia Al Tahira, una de las pocas que se mantiene en pie tras la ofensiva armada para poner fin a tres años de dominio yihadista, Francisco pronunciará uno de sus esperados mensajes. Esta iglesia data del Siglo XVII, aunque algunos historiadores aseguran que fue construida mil años antes.

El Santo Padre será testigo allí, al igual que en Qaraqosh, la segunda parada de su agenda ese mismo día, de la destrucción que generaron los extremistas que evocaron sus creencias para aterrorizar, destruir y asesinar.

En esta última localidad, cuya existencia data de antes de la cristiandad, pero hoy de mayoría cristiana, que inclusive ha modernizado el arameo, el Papa realizará otro de sus actos religiosos, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad debido a la presencia en la zona de varios grupos armados vinculados al yihadismo radical.

La agenda papal en Irak iniciará mañana en otro emblemático lugar: la catedral de nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en un céntrico barrio de Bagdad, de triste recordación por el ataque mortal de yihadistas de Al Qaida contra 44 fieles, dos sacerdotes y siete miembros de las fuerzas de seguridad. Las destruidas vidrieras fueron reemplazadas por placas de vidrio con los nombres de las víctimas y encima del altar se puede leer: "¿Dónde está tu victoria, muerte?"

Al día siguiente tendrá lugar el momento más espiritual de la visita y la principal razón por la que el Francisco insistía en ir a Irak: estar en Ur, lugar de nacimiento del patriarca Abraham y que es conocido como "Ur de los caldeos" en la Biblia.

En esta ciudad, situada en la provincia meridional de Zi Qar, el Papa rezará el sábado con musulmanes, yazidíes y sabeos, dos monoteísmos surgidos antes de la cristiandad.

El lugar, actualmente en ruinas, fue fundado en el sexto milenio antes de Cristo, y se convirtió en una de las ciudades más importantes de la Mesopotamia sumeria. Su principal monumento es la "zigurat", estructura piramidal de varios niveles, descubierta a finales de los años 1930.



Diálogo cristiano-musulmán

Si el anteriormente descrito es el mayor momento espiritual de la visita, el punto culmen es para muchos el inédito encuentro que sostendrá en Nayaf, la ciudad santa, con el gran ayatolá Alí Sistani, con quien busca profundizar el diálogo fraterno pero prudente con los responsables musulmanes.

En esta ciudad de 1.230 años de antigüedad está enterrado el imán Alí, yerno del profeta Mahoma y primer imán de los chiitas. Es, por tanto, el corazón de esta corriente del islam y será allí donde el Papa argentino de 84 años y jefe de 1.300 millones de católicos en el mundo será recibido por el gran ayatolá Sistani (90 años), la más alta autoridad religiosa de la mayoría de los chiitas de Irak y de numerosos chiitas en el mundo, que jamás aparece en público. Sin duda, su encuentro será una imagen emblemática para ambas confesiones, pero sobre todo para para la población musulmana de un país 60% chiita y 37% sunita.

El papa Francisco considera los encuentros cara a cara, es decir, personales, como un símbolo de paz, reconciliación y tolerancia. Y así lo ha expresado en reiteradas ocasiones cuando se ha encontrado con líderes religiosos mundiales, como el líder del patriarcado de Constantinopla, Bartolome, o con el gran imán sunita, Ahmed al Tayeb, con quien hace dos años, durante la primera visita de un pontífice a la península arábiga, firmó un "documento sobre la fraternidad humana”.

En la retina mundial, pero sobre todo en los esfuerzos de diálogo ecuménico, quedó el abrazo entre Francisco y el imán sunita. Y ahora, aunque no se haga pública foto alguna -como se supone ocurrirá- por voluntad de Sistani, se dará un nuevo y gigantesco paso en el entendimiento interreligioso.

Los sunitas representan casi el 90% de los musulmanes del mundo, mientras que los chiitas llegan al 10% (la mayoría reside en Irán e Irak). Por tanto, la visita del Papa a Nayaf es una manera de extender la mano a la otra corriente del islam. 

"La visita de Francisco constituye un mensaje político fuerte para una figura (Sistani) comprometida con la defensa de los iraquíes", considera Myriam Benraad, politóloga especializada en Oriente Medio. 

Sistani representa una de las dos corrientes del chiismo moderno, la de Najaf, que distingue política y religión, a diferencia de la defendida por la escuela de Qom en Irán, que desea que los clérigos den directivas a los políticos, como hace el líder supremo iraní Alí Jamenei. 

"Los chiitas de Irak quieren que el Vaticano y el mundo occidental los apoyen contra el aumento de poder de Irán", sostiene, por su parte, el religioso católico iraquí Amir Jajé, muy activo a favor del diálogo interreligioso. 

El historiador Pierre-Jean Luizard, especialista en Irak, considera que Sistani también se ve perjudicado por "un movimiento de desesperación y desafecto hacia lo sagrado", surgido en Irak, especialmente entre los jóvenes. También considera que líder religioso chiita es sensible al "prestigio" internacional del Papa Francisco.

Tras dicho encuentro, el Pontífice tendrá tal el único evento de ‘masas’ de su corta visita. Presidirá el domingo una misa al aire libre en un estadio de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí que, aunque es un feudo musulmán desde años atrás, abrió sus puertas a cientos de miles de cristianos, yazidíes y musulmanes, que huían del ‘Estado Islámico’.

En esta ciudad de 4.000 años de antigüedad, patrimonio mundial de la Unesco desde 2014, son pocos los escogidos para ver y oír -en vivo y en directo- al Santo Padre. Solo cuatro mil personas podrán ingresar al estadio.

Aunque es alta la tensión por la seguridad del Santo Padre y sus acompañantes, es mayor la expectativa por sus mensajes en esta tierra golpeada por guerras, caos económico, violencia yihadista y ahora el coronavirus.