COMO Rosalia, detenida recientemente cerca de Palermo, en el sur de Italia, ellas administran lo cotidiano, transmiten las instrucciones y a veces ordenan asesinatos. Mujeres a menudo invisibles, pero que desempeñan un papel central en la mafia siciliana.
Durante mucho tiempo las mujeres relacionadas con la Cosa Nostra nacían para convertirse en viudas, mostradas en el cine como madonas cubiertas por velos negros, dignas y dolorosas, que encabezaban cortejos fúnebres.
La realidad es sin embargo más compleja y la detención el 3 de marzo de Rosalia Messina Denaro esclarece el lugar activo que muchas de ellas ocupan hoy, especialmente cuando los hombres están escondidos, encarcelados o muertos.
Esta "padrina" de 67 años es descrita por la fiscalía de Palermo como una mujer de tradiciones "totalmente impregnadas de una cultura mafiosa ortodoxa y dura como una roca".
Hermana de Matteo Messina Denaro, último gran padrino de la Cosa Nostra detenido a mediados de enero luego de 30 años en fuga, fue por ella y pese a ella por lo que el hombre más buscado de Italia terminó detenido.
Persona de confianza
Rosalia, apodada "Rosetta", estaba encargada de transmitir los "pizzini", esos pequeños textos manuscritos que pasan de mano en mano y donde se escriben las órdenes a los socios o mensajes personales.
"Estamos perseguidos como canallas, tratados como si no perteneciéramos a la raza humana. Somos una etnia a la que se busca erradicar", escribe Matteo Messina Denaro en uno de esos papelitos hallados en la casa de Rosalia por los investigadores, según la orden de captura de la fiscalía de Palermo.
En otro papel puede verse el saldo mensual de la "caja" familiar alimentada por las actividades ilegales, y que se destina a pagar los gastos cotidianos, la comida de los detenidos y los gastos judiciales: "Saldo final noviembre de 2011 - 81.970 euros".
Para Matteo Messina Denaro, condenado en ausencia en el año 2000 a cadena perpetua por asesinatos y en 2020 por el atentado contra el juez antimafia Giovanni Falcone en 1992, las consignas eran claras: esos mensajes debían ser quemados tras ser leídos. Pero Rosalia prefería a veces esconderlos en vez de destruirlos.
En diciembre de 2022, los carabineros penetraron secretamente en la casa de la sexagenaria en Castelvetrano, bastión familiar, para instalar allí micrófonos y cámaras. Al descubrir el pie hueco de una silla, descubrieron en el interior uno de esos "pizzini" donde figuraba una especie de diario médico en el que se detallaban los cuidados aplicados a un hombre que sufre cáncer de colon.
Van asociados a una identidad, pero se trata de un nombre falso. Más tarde la policía descubriría que se refería a su hermano y por ello utilizaba el nombre en clave "Fragolone", o "fresa grande".
Convencidos de que el paciente es el padrino fugitivo, siguen los indicios y lo detienen poco más terminó por traicionarlo.
"Durante décadas fue su punto de referencia económica y su persona de confianza absoluta", según la fiscalía de Palermo. Al manejar los asuntos diarios "hizo posible que la Cosa Nostra conservara un jefe fuerte (...), último asesino aún libre, cuya fuga seguía alimentando la leyenda".
En la extensa orden de captura (57 páginas) tras hacer una descripción del carácter, rol y manejo de Rosalía en la organización mafiosa, indica que está siendo investigada tanto por ser miembro activo de la misma como por cometer delitos, entre ellos ayudar a su hermano a eludir numerosas penas de cárcel, también a continuar en su papel de jefe de la organización y asegurarse de que otros miembros de la organización pudieran comunicarse con él mientras se escondía de las autoridades.
El "resultado histórico de la captura del jefe de la Cosa Nostra tuvo su origen en una nota, imprudentemente guardada, aunque oculta, por Rosetta", destacó el juez en la orden judicial.
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Dinastía del crimen
Rosalia, pero también sus hermanas menores Anna Patrizia, Giovanna y Bice, son hijas, hermanas y esposas de mafiosos. Su hijo está en la cárcel, y su hija, abogada, asegura la defensa de su tío. Así es como los Messina Denaro construyeron una dinastía del crimen, en la que Rosalia era el brazo operativo.
Tomó el mando cuando arrestaron a Anna Patrizia, definitivamente condenada a 14 años de cárcel en 2018. Ella se ocupaba entonces de cobrar el producto de las extorsiones y defendía los intereses de su hermano en el interior de la Cosa Nostra.
Aunque la pertenencia a una mafia está consagrada por el rito del juramento, reservado a los hombres, eso no impide a algunas mujeres desempeñar un papel capital en la organización, subraya para la AFP Federico Varese, sociólogo de Oxford, y algunas llegan "casi al nivel de padrino".
Y aunque no tengan directamente las manos manchadas de sangre (salvo algunos casos excepcionales), las mujeres de la Cosa Nostra no son consideradas por las autoridades como simples reemplazos.
"Hasta los años 1990, la idea era que las mujeres no debían ser condenadas. Fueron los magistrados y, paradójicamente, las feministas, quienes dijeron que esto era un enfoque machista", destaca Federico Varese.
El jefe
El pasado 16 de enero tras el análisis del ‘pizzini’ encontrado en casa de Rosalía y el cruce de información que contempló desde llamadas telefónicas de los familiares hasta movimientos bancarios, Matteo Messina Denaro, prófugo por 30 años y conocido por ser un padrino sanguinario, fue detenido en Palermo.
"Hoy, 16 de enero, los carabineros (...) detuvieron al fugitivo Matteo Messina Denaro en el interior de una estructura sanitaria en Palermo a la que se había dirigido para seguir terapias clínicas", indicó ese día el general de los carabineros, Pasquale Angelosanto, una victoria para la inteligencia y el Estado italiano.
El "padrino" de la mafia figuraba en la lista de los criminales más buscados del mundo como líder de la poderosa organización criminal Cosa Nostra, especializada en el tráfico de drogas, prostitución, extorsión y lavado de dinero.
El rostro del líder mafioso casi no se conocía y se basaba en reconstrucciones hechas a través de computadoras. De las primeras fotos divulgadas tras su detención su rostro resulta reconocible, aunque llevaba un gorro de lana y chaqueta de invierno además de gafas.
Messina Denaro, de 60 años de edad, conocido por su extrema maldad, se jactaba de poder "llenar un cementerio" entero con sus víctimas, entre ellas un adolescente, hijo de un mafioso arrepentido, al que ordenó disolver en el ácido.
El criminal remplazó a Salvatore "La Bestia" Riina, capturado en 1993 y fallecido en noviembre del 2017.
El líder de la mafia siciliana es acusado de haber ordenado los atentados de 1993 en Roma, Milán y Florencia que causaron la muerte de 10 personas pocos meses después de que Cosa Nostra asesinara a los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en ataques similares.
Nacido en abril de 1962 cerca de Trapani, en Sicilia, fue condenado en la década del 90 en rebeldía a cadena perpetua por varios asesinatos.
Su detención fue posible gracias a una imponente operación en la que participaron cientos de policías y carabineros especializados. "Para capturarlo usamos el método tradicional ( ...) cruzando datos, hablando con informantes, consultando banco de datos de enfermos. Un trabajo muy duro de agentes de los carabineros y de la policía", explicó el general Teo Luzzi, comandante del Arma de los Carabineros.
El líder de Cosa Nostra logró pasar años y décadas escondido en una isla como Sicilia, debido a que no utilizaba móviles ni comunicaciones electrónicas, aunque reservó con falso nombre y por vía telemática los exámenes médicos que llevaron a su captura.
El último padrino de Cosa Nostra, que era un capo despiadado e invisible, lideraba una organización multimillonaria gracias a sus ramificaciones en varios sectores, entre ellos el sector inmobiliario, la energía eólica y las apuestas online.