La guerra en Ucrania tendrá un impacto significativo, a pesar del relativo pequeño tamaño de las economías de los países en conflicto, y podría llegar a restar más de un punto porcentual al crecimiento global, mientras que sumará 2,5 puntos a la inflación, situándola en torno al 6,7 por ciento, según ha advertido la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En este sentido, el 'think tank' de las economías más avanzadas calcula que el impacto de la invasión rusa de Ucrania y de las sanciones implementadas puede llegar a restar alrededor 1,4 puntos porcentuales al crecimiento del PIB estimado para la eurozona, limitándolo al 2,9 por ciento, mientras que la subida de los precios se acelerará en más de dos puntos porcentuales y superará el 5 por ciento.
"Esto refleja mayores aumentos del precio del gas en Europa que en otras partes del mundo y la relativa fortaleza de los vínculos comerciales y energéticos con Rusia antes del conflicto", explica la OCDE.
De este modo, la organización espera que en las economías avanzadas de la región Asia-Pacífico y de las Américas, cuyos vínculos comerciales y de inversión con Rusia son más débiles, el impacto directo sea más moderado, aunque anticipa que el crecimiento aún se verá afectado indirectamente por una demanda mundial más débil y el efecto de los precios más altos sobre la renta de los hogares.
En el caso de Estados Unidos, las previsiones de la OCDE anticipan un freno de ocho décimas al crecimiento del PIB en 2022 y una aceleración de 1,5 puntos de las presiones inflacionistas.
Asimismo, bajo el supuesto de que las perturbaciones de los mercados financieros y de materias primas persistan durante el año, las previsiones de la OCDE contemplan una "profunda recesión" en Rusia, con una caída del PIB de más del 10 por ciento y un aumento de la inflación de hasta 15 puntos porcentuales.
"Justo cuando la economía mundial parecía estar emergiendo de dos años de la crisis del Covid-19, ha estallado una guerra brutal y devastadora en Europa", ha señalado la economista jefe y secretaria general adjunta de la OCDE, Laurence Boone.
En su análisis, la OCDE reconoce que la guerra complica la labor de las autoridades políticas y monetarias, pero considera que los pasos hacia la normalización de la política monetaria deberían continuar en las economías avanzadas, aunque subraya que deberá desarrollarse a un ritmo diferenciado y con frecuentes reevaluaciones a medida que evoluciona el conflicto.
"Los argumentos a favor de la normalización son particularmente sólidos en economías como Estados Unidos, donde la recuperación de la pandemia está muy avanzada y las señales de presiones inflacionarias duraderas ya eran evidentes", apunta la organización, que considera recomendable un ritmo más lento de normalización en las economías donde la inflación subyacente sigue siendo baja, las presiones salariales siguen siendo modestas y el impacto adverso del conflicto sobre el crecimiento es mayor.