
Para su protección y cuidado, las Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible, desarrollan planes de manejo, monitoreo y acciones de conservación e investigación, de la mano con las comunidades a través de estrategias de educación ambiental, como el llamado a respetar sus hábitats.
Para la protección de los osos del mundo, y en Colombia, según registro de las CAR, se han identificado más de 1.470 avistamientos del Oso Andino en el país, gracias a la gestión de los grupos de monitoreo de la biodiversidad y la estrategia de cámaras trampa.
De acuerdo con el reporte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la población mundial de Tremarctos ornatus no supera los 18.000 individuos, de los que en Colombia se tiene un estimado de 6.000.
Se le conoce como el guardián y jardinero de los bosques y páramos, ya que al que al buscar alimento baja ramas y dispersa semillas, permitiendo la renovación de los bosques al favorecer el crecimiento de nuevos árboles. El Oso Andino es clasificado mundialmente en la categoría de especie vulnerable a la extinción, ya que tiene baja tasa de reproducción (1 cría cada 2 años). Es el segundo mamífero más grande de Sur América, alcanzando una altura de 1.50 a 2.10 metros erguido sobre sus extremidades posteriores y pesando de 90 hasta 180 Kg, por lo que requiere una gran extensión de hábitat bien conservado para sobrevivir.
Un total de 26 Corporaciones Autónomas han participado del Programa Nacional para la Conservación en Colombia del Oso Andino (PNOA) y desarrollan programas regionales para la conservación, manejo e investigación del oso andino junto con universidades y ONG locales.
Las claves
WWF da a conocer por qué se necesita proteger los osos entre todos.
1. El único oso de Suramérica. El oso de anteojos vive en los bosques andinos, desde los 1000 metros de altura hasta los páramos. Los machos miden entre 1,5 y 2 metros y pesan hasta 180 kilogramos.
Llegan a la edad adulta entre los tres y cinco años. El tiempo de gestación del oso de anteojos dura entre seis y ocho meses, luego de los cuales la hembra pare hasta dos crías.
El único oso de Suramérica es en gran medida vegetariano. Transita por áreas muy amplias. Un macho cubre hasta 61 kilómetros cuadrados.
2. Una especie fundamental. Son excelentes trepadores gracias a sus garras, con las que cavan en la tierra y manipulan ramas y tallos de plantas. Aunque son omnívoros, consumen principalmente frutas y plantas. Por su dieta y sus largos recorridos, ayudan a diseminar semillas permitiendo la perdurabilidad de los bosques donde habitan.
Para la conservación de la biodiversidad, el oso de anteojos funciona como especie sombrilla, es decir su conservación beneficia la protección del páramo, de los bosques de niebla y decenas de especies que habitan en él. De estos espacios proviene gran parte del agua que consumen los colombianos.
Su presencia es además un poderoso indicador de la salud de los ecosistemas y dinamiza la vida de los bosques cuando derriba arbustos y ramas para buscar alimento. Para numerosos grupos indígenas el oso de anteojos es un animal sagrado, un ser mágico que algunas culturas era un vínculo entre el cielo y la tierra, un mediador entre el bien y el mal o un hermano mayor.
3. Se encuentra en peligro de extinción. Según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), el oso de anteojos está en peligro de extinción, en la categoría “vulnerable”.
A pesar de ser un animal huidizo, tímido y de que no hay registros de ataques contra humanos, algunos piensan que es peligroso. Por eso, algunos campesinos los cazan para evitar que destruyan sus cultivos y ataquen a los animales domésticos.
La ampliación de la frontera agrícola y la deforestación son una de las principales amenazas que enfrenta, generando mayor interacción entre ambas especies (osos de anteojos y seres humanos) provocando tensiones enfrentándose a ser asesinados a manos de cazadores, los cuales comercializan con sus garras, pelaje, grasa o simplemente por diversión.