Las cuarentenas, un fracaso de la salud pública | El Nuevo Siglo
Se debería estar haciendo un tamizaje PCR por cada 1.000 habitantes pero el número de pruebas sigue en descenso. Foto: Diana Rubiano
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Domingo, 4 de Abril de 2021

Nos acercamos a un tercer pico pandémico de covid-19 en Bogotá. Lo sabemos y lo que preocupa es que volvamos a la moda de las cuarentenas. ¿Qué no ha funcionado y qué se debería corregir?

Esta amenaza se manifiesta por el comportamiento de los siguientes indicadores: un aumento de coeficiente de transmisibilidad, es decir, el número de contactos que se pueden infectar a partir de un caso. En lo que respecta a Bogotá durante el mes de febrero estuvo debajo de 0,5 en casi todas las localidades, pero a partir de la mitad de marzo al menos seis localidades ya tenían este valor por encima de 1: Bosa, Puente Aranda, Teusaquillo, Chapinero, Candelaria y Usaquén.

Un aumento de la ocupación de las UCI, lo cual se ve afectado también por la variación de camas. Muchos servicios de cuidado intensivo e intermedio han venido desmontando sus camas exclusivas UCI.

La tasa de incidencia de casos activos, es decir aquellos que fueron confirmados por laboratorio o tuvieron síntomas los últimos 14 días. Este valor ha venido aumentando significativamente en población adolescente y adultos menores de 30 años, lo cual se debe a la mayor movilidad en la calle de esta población y su frecuencia de interacciones sociales de riesgo en reuniones sociales, fiestas, amigos o encuentros con familiares.

Sabemos, por otro lado, que durante la pasada temporada de diciembre se cometieron errores por parte de grupos de ciudadanos, pero también por los gobiernos nacional, departamental y municipal. Un ejemplo fue el aumento de las aglomeraciones como consecuencia de permitir celebraciones después de partidos de fútbol o jornadas de ventas ambulantes sin mayor control. Estas acciones deben evitarse en Semana Santa.



 

Fatiga ciudadana

En el marco de todo lo inmediatamente referido, hay que tener en cuenta que existe una fatiga ciudadana frente a las cuarentenas. Al mismo tiempo no se ha logrado una adecuada comunicación del riesgo por parte de las autoridades sanitarias debido a que se recurre más al lenguaje policial y de restricción en vez de optar por una adecuada comunicación construida en conjunto con los adolescentes y jóvenes, los cuales cada vez se ven más afectados en su salud por la pandemia.

Así mismo la estrategia PRASS del Ministerio de Salud (Pruebas, Rastreo, Aislamiento Selectivo y Sostenible) definitivamente no arrancó y el número de tamizajes mediante pruebas PCR y de antígeno no ha permanecido con un aumento constante en la población.

Lo que se debería hacer

Se debería estar haciendo al menos un tamizaje PCR por cada 1.000 habitantes, sin embargo, el número de pruebas sigue en descenso.

Así mismo, frente a los contactos por caso se deberían estar identificando de 5 a 20 contactos por cada uno y según información del tablero de control PRASS del Ministerio de Salud, este indicador ha estado alrededor de 2.  

Esta búsqueda de contactos a partir de los casos diagnosticados positivos para covid-19 la deberían estar liderando las EPS y las Secretarías territoriales de Salud. Sin embargo, no hay suficiente talento humano y ha faltado mayor asesoría y asistencia técnica, así como acompañamiento por parte del Ministerio a los entes territoriales y a las EPS.

Una vez identificados los casos y contactos deben aislarse los primeros y hacer cuarentena para los segundos y aquí también hay fallas. De acuerdo con información de la Secretaría de Salud de Bogotá entre el 30 y el 40% de las personas que deberían estar en aislamiento por ser positivos, tener síntomas o ser contactos de casos, no se aíslan por razones socioeconómicas.

Para un taxista o un vendedor informal, así como un mensajero de plataformas digitales no opera someterse a una cuarentena de 14 días, a no ser que se dé un efectivo apoyo por parte del gobierno municipal para que el aislamiento sea “selectivo y sostenible” como lo propone la estrategia PRASS.

Ausencia de indicadores

El Ministerio de Salud dispone de un tablero de control que presenta los indicadores de la estrategia PRASS pero los gobiernos departamentales y municipales no lo tienen. De hecho, en Bogotá la estrategia se llama DAR: Detectar, Aislar y Reportar, pero igualmente en el Observatorio institucional SALUDATA no se muestra ningún indicador de esta estrategia para la capital.

Así mismo la Secretaría de Salud de Bogotá sigue analizando la información epidemiológica de covid-19 por localidades, sin avanzar en un ejercicio de las 116 UPZ del Distrito Capital y sin asumir un concepto de área metropolitana que incluya los 17 municipios que rodean la Bogotá-Región.

¿De dónde es una persona que trabaja en Bogotá, pero duerme en Soacha? De los dos territorios porque hay una exposición compartida a determinantes sociales y ambientales, así como riesgos conjuntos en salud.

El Ministerio de Salud sigue presentando la información epidemiológica diaria de covid-19 como número de casos y muertos, sin avanzar en incluir indicadores de respuesta institucional y ciudadana como el número de casos y contactos aislados en las primeras 48 horas de detectados; el número de porcentaje de casos con aislamiento sostenido y sostenible; el número y variación de tamizajes covid-19 realizados por PCR y antígeno; el número de muestras para vigilancia genómica para identificar variaciones o linajes nuevos del virus y resultados obtenidos, y la cobertura de inmunización por etapas según el Plan Nacional de Vacunación.

Si lo anterior funcionara bien no se requerirían cuarentenas ni toques de queda, pero para un gobierno es más “fácil” decretar un confinamiento generalizado, pues las anteriores estrategias señaladas requieren una vigilancia epidemiológica más de cercanía con la población. Necesitan también más afinamiento en la vigilancia de los territorios más pequeños como UPZ o barrios y reforzar todo el Plan Nacional de Vacunación. 

Cuando lo anterior fracasa se recurre a las cuarentenas masivas y “estrictas” que ya se sabe son medidas extremas que no funcionan.  Destaca como ejemplo lo sucedido en Alemania, España o Argentina, donde han hecho cuarentenas colectivas y ven con sorpresa un aumento creciente de casos. La razón es porque como ya se sabe, los confinamientos facilitan la transmisión del virus en espacios cerrados como son la mayoría de nuestros apartamentos y casas.



Como no podemos tener cuarentenas estrictas estilo país totalitario, siempre un adulto joven de la familia va a salir, se infecta y llega a su hogar encontrando adultos mayores o personas vulnerables confinadas, operando entonces lo que ya sabemos desde los Principios de Causalidad de Doll y Hill, dos eminentes médicos ingleses que en los años cincuenta descubrieron la relación entre fumar y cáncer de pulmón.

¿Qué descubrieron? Los efectos tiempo-respuesta y dosis-respuesta. Eso quiere decir que si estamos encerrados con una persona infectada nos vamos a infectar también y las cuarentenas facilitan eso. Por eso se recomiendan las actividades al aire libre y en espacios bien ventilados, no el encierro.

Las cuarentenas son el fracaso de la salud pública en cuanto nuestro sistema de salud y social no ha sido capaz de establecer estrategias adecuadas de prevención, contención y mitigación en la población. Desde el Observatorio José Félix Patiño de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de los Andes concluimos escuetamente: se requiere más política sanitaria y menos policía sanitaria.

Escrito por: Luis Jorge Hernández, profesor epidemiólogo y salubrista de la Universidad de los Andes