EL INESPERADO y drástico cambio en la política exterior del presidente español, el socialista Pedro Sánchez con Marruecos si bien le permitió ayer en su visita a Rabat un relanzamiento de las relaciones bilaterales, con énfasis en el comercio, avivó las críticas internas de los partidos políticos (incluyendo sus socios de gobierno) y la indignación de Argelia que evalúa aumentar el precio del gas.
El ’giro’ que el gobernante socialista español dio el pasado 18 de marzo, al reconocer el plan de autonomía marroquí para el Sahara Occidental, fue de inmediato rechazado por todos los partidos, al punto que ayer mientras a cientos de kilómetros Sánchez celebraba el tradicional ‘iftar’ -cena con la que los musulmanes rompen el ayuno por el Ramadán- con el rey Mohamed VI, el Congreso de los Diputados español reprobaba la decisión del gobernante con la que abandonó la “histórica” posición de neutralidad de España frente al conflicto marroquí de vieja data.
La indignación política se evidenció con los cuestionamientos y la votación a una moción (no vinculante) sobre el referendo pactado sobre el Sahara Occidental en el marco del proyecto de Naciones Unidas. Fue aprobada por 168 votos a favor, incluidos los socios del gobierno Podemos, ERC y Bildu, contra 118 en contra y 61 abstenciones. El conservador Partido Popular, ahora bajo la dirección del gallego Alberto Núñez Feijóo, también la apoyó, no sin antes reprocharle a Pedro Sánchez haber cambiado en solitario una política de Estado en pie desde la salida de los españoles de esa vasta región, en 1975.
"Lo que ha hecho el gobierno es inadmisible desde todos los puntos de vista, ha roto la forma, el fondo…Ha roto 40 años de consenso", sostuvo el líder de la oposición.
Así, los socialistas del Psoe marcaron distancia de sus compañeros gubernamentales y aliados parlamentarios, repitiendo las palabras de Sánchez: “lo que buscamos es proteger el interés de los españoles de Ceuta, Melilla, Canarias y Andalucía”.
El texto aprobado llama a respaldar un referendo en el marco de la ONU "en el convencimiento de que sólo el diálogo, la negociación y el acuerdo llevado a cabo de buena fe y de manera constructiva, conforme al Derecho Internacional, ayudarán a alcanzar una solución política justa, realista, viable y aceptable por ambas partes al conflicto en el Sáhara Occidental".
Y agrega que este cambio respecto a la "posición histórica" española "supone de facto apoyar la vía propuesta por Marruecos, abandonando la base de una solución política que sea mutuamente aceptable" por Rabat y los independentistas saharauis del Frente Polisario.
Aunque como reseñamos esta iniciativa no es vinculante supone un revés para el presidente Sánchez, que quedó totalmente aislado en el Parlamento sobre este asunto.
Rabat, que controla alrededor del 80% de esta zona, propuso un plan de autonomía bajo su soberanía, mientras que el Polisario reclama un referéndum de autodeterminación.
De una crisis diplomática a otra
Al apoyar por primera vez públicamente la propuesta marroquí de autonomía para la antigua colonia española, Madrid, que hasta hace 20 días defendía su neutralidad, hizo el gesto que Rabat esperaba para poner fin a una importante crisis diplomática. De allí que de inmediato invitó a Sánchez para relanzar las relaciones bilaterales.
Provocada por la acogida en España en abril del líder del movimiento independentista saharaui, el Frente Polisario, para ser tratado por Covid, esta disputa había provocado la llegada a mediados de mayo de más de 10.000 inmigrantes al enclave español de Ceuta, gracias a una relajación de los controles en el lado marroquí. Convocada entonces por Rabat, la embajadora de Marruecos en España no regresó a Madrid hasta el pasado domingo y se verificó ayer la visita de Sánchez a Rabat para abrir una nueva era diplomática y de intercambio comercial.
A cambio de su giro sobre el Sahara, una causa nacional en Marruecos, Madrid asegura que puede contar con la "cooperación" de Rabat en la "gestión de los flujos migratorios", que es el motivo central de este acuerdo.
"España sabe por experiencia que cuando las relaciones con Marruecos son buenas, disminuyen drásticamente las llegadas de migrantes", constató Eduard Soler, experto en el norte de África del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (Cidob).
Pero "no se puede dar por sentado" que las garantías recibidas por España "vayan a durar", advirtió Irene Fernández Molina, profesora de relaciones internacionales de la universidad británica de Exeter.
El gobierno español sostiene además que el acuerdo con Marruecos le asegura su "integridad territorial", en alusión a Ceuta y Melilla, dos enclaves españoles en territorio marroquí sobre los que Rabat habría aparcado sus reivindicaciones.
Argelia, principal apoyo del Frente Polisario, el movimiento independentista saharaui, respondió a la decisión de Madrid llamando a consultas a su embajador en España, y abriendo una crisis diplomática de alcance incierto.
El delegado del Frente Polisario en España, Abdulah Arabi, indicó días atrás que el presidente Sánchez "complicó" la solución al conflicto del Sáhara Occidental al “inclinarse por Marruecos", lo que supone "salirse de la legalidad" internacional.
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¿Peligra el gas?
Argelia es uno de los principales suministradores de gas a España, que ahora se expone a unas represalias particularmente peligrosas en pleno encarecimiento de los precios de la energía, acentuado por la guerra en Ucrania.
De todos modos, Enric Bartlett Castellà, profesor de la escuela de negocios Esade, juzga "improbable" que Argel vaya a cortar o reducir el suministro teniendo en cuenta "los precios actuales del gas", y porque "cumplir los contratos firmados" es esencial para su credibilidad.
Pero Argelia podría a medio plazo revisar sus relaciones con Madrid y reservar sus excedentes de producción para otros países, avisó Barlett, lo que obligaría a España a recurrir a otros proveedores, más lejanos y más caros.
"Argelia es un socio muy importante para España que ha venido proporcionándonos estabilidad en el suministro de gas y va a seguir proporcionándola en el futuro", afirmó el lunes la ministra de Economía, Nadia Calviño.
España redujo recientemente su dependencia de las importaciones de gas natural licuado (GNL) de Argelia, obligado por el cierre, por parte de Argel, de un gasoducto que pasa por Marruecos, en el marco de la crisis entre los dos países del Magreb.
"Antes, casi el 50% de las importaciones de gas en España provenían venían de Argelia, pero, en enero, Washington ha superado Argel como primer proveedor, con el 30% del gas importado, en contra del 28% para Argelia", afirmó Gonzalo Escribano, investigador del Real Instituto Elcano de Madrid.
El plan marroquí
Marruecos presentó "la iniciativa marroquí para la negociación de un estatus de autonomía de la región del Sáhara" el 11 de abril de 2007 para responder a los llamados del Consejo de seguridad de la ONU, que pedía una "solución política definitiva".
Marruecos, que controla cerca del 80% de este territorio desértico situado en la costa Atlántica, rico en fosfatos y aguas con abundante pesca, considera que el Sahara occidental -sus "provincias del sur"- formaba históricamente parte de su territorio antes de ser colonizado por España y que su esencia marroquí no puede ser objeto de "ninguna negociación".
Con este plan, el Estado marroquí conservaría su soberanía sobre el territorio, pero transferiría parte de sus poderes administrativos, legislativos y judiciales a las poblaciones locales, que gestionarían sus asuntos "por sí mismas y democráticamente".
La "región autónoma del Sáhara" tendría un gobierno, un parlamento (compuesto por representantes de las distintas tribus saharauis y miembros elegidos por el sufragio universal directo) y jurisdicciones propias bajo la supervisión de un tribunal superior.
"El gobierno, el parlamento y los tribunales saharauis regularán, legislarán y juzgarán de acuerdo con el estatuto de autonomía de la región y la Constitución", precisa el texto.
La región autónoma mantendría el control sobre el presupuesto y la fiscalidad local (impuestos, tasas y contribuciones territoriales), con el fin de financiar el desarrollo del territorio. Sin embargo, el Estado conservaría las competencias de relaciones exteriores, seguridad, defensa nacional, así como la bandera y la moneda.
El jefe de gobierno español Sánchez hizo ayer un relanzamiento de alto nivel en sus relaciones con Marruecos, con una “ambiciosa hoja de ruta que abarca todos los ámbitos de una cooperación estratégica”, según explicó. Su tiquete para ello fue el espaldarazo al plan de autonomía, una decisión arriesgada y de impredecibles consecuencias políticas en su país