MÁS ALLÁ de los resultados de la cumbre internacional de buenos oficios para los diálogos entre el régimen venezolano y la oposición, que se realiza hoy en Colombia, es claro que la posibilidad de que se destraben las tratativas en México depende no sólo de la disposición del chavismo a ofrecer las garantías para unas elecciones presidenciales libres y transparentes el próximo año, sino de que el propio Nicolás Maduro considere la opción de no ser candidato.
Ese es el verdadero cuello de botella de los diálogos entre las delegaciones del chavismo y la oposición que se instalaron el agosto de 2021 en México y fueron suspendidas en noviembre pasado en medio de un cruce de señalamientos entre las partes.
¿Aceptará Maduro dar un paso al costado y dejar que otro de los líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) lleve las banderas de la ‘revolución bolivariana’ en los comicios de 2024? Al decir de muchos analistas de ese país e internacionales esa condición, por más que Estados Unidos y otros gobiernos la consideren primordial, no tiene mucho futuro.
Para la Casa Blanca es claro que un retorno a la democracia en Venezuela pasa por unas elecciones libres y garantistas en donde los candidatos de todos los partidos, incluido el del gobierno, compitan de forma equilibrada.
En ese orden de ideas, tener a Maduro como candidato - presidente es una limitante, más aún por el poder del Estado en la mayoría de las esferas nacionales, regionales y locales. Si a ello se le suma que la economía y el aparato productivo se han empezado a recuperar, la aspiración del PSUV tiene hoy más caja para financiar la campaña proselitista que en 2019. Paradójicamente, la dolarización rápida de la economía venezolana tras la pandemia termina siendo un factor que beneficia a Maduro y le quita espacio al discurso de la oposición sobre la profundización de la crisis política, económica, social, institucional, de derechos humanos y de seguridad, entre muchos otros aspectos.
“… Sinceramente no sé si Estados Unidos lo esté planteando como inamovible, al menos públicamente no ha puesto esa condición, aunque es apenas lógico que no quiera a Maduro en el escenario, y menos ante su creciente alianza con Rusia y China… De hecho, la oposición venezolana tiene como principal argumento hoy para superar su división y unirse en torno a un solo candidato, el que, precisamente, se van a enfrentar a Maduro, un presidente con más de diez años en el poder e incluso más, si se tiene en cuenta que ya tenía las riendas del Gobierno en los últimos meses de agonía de Chávez…”, precisó a EL NUEVO SIGLO ex alto diplomático colombiano que conoce muy bien la realidad política venezolana.
Agregó que “…, si usted me pregunta, le puedo decir que a quien menos le conviene que Maduro no sea candidato es a la oposición… Más allá de las ambiciones personales de Maduro, que ya anunció que será candidato, lo único que no se puede permitir la oposición es que la dictadura trate de lavarse la cara poniendo, no a (Diosdado) Cabello ni otros jefes los de la vieja guardia chavista, sino a algunos dirigentes jóvenes del gobierno Maduro, que los hay y en el gabinete… Creo que hasta Estados Unidos sabe que lo peor que puede hacer es que la dictadura presente una nueva cara, más joven, menos desgastada…”.
“… El chavismo no tiene mayor problema, porque es un partido único, disciplinado para votar y que no tiene ni admite, obviamente, fisuras… O acaso alguien es tan ingenuo como para creer que la misma maquinaria política, presupuestal, militar, institucional y de organización de base que le ha dado ocho triunfos electorales seguidos a Maduro, no funcionaría igual para un eventual sucesor suyo, incluso si postulara a su propia esposa Cilia Flores… No nos engañemos: Maduro estará desprestigiado en el exterior y en la órbita de la CPI, pero sigue siendo el hombre más poderoso en Venezuela y el PSUV sabe que resistió todo el peso de las presiones internacionales, con Estados Unidos a la cabeza”, puntualizó la fuente.
Tampoco Petro
En las declaraciones del presidente Gustavo Petro en su gira de la semana pasada por Estados Unidos, especialmente en la entrevista con el titular de la Casa Blanca, Joe Biden, y tras las afirmaciones del canciller Álvaro Leyva en su última entrevista con Maduro, lo que queda claro es que la intención del gobierno colombiano es facilitar un acuerdo que lleve a que el próximo año se realicen elecciones libres y transparentes y, una vez esto se vaya concretando, se empiecen a levantar las drásticas sanciones económicas internacionales impuestas a Caracas, con Washington y la Unión Europea a la cabeza.
En modo alguno el gobierno colombiano contempla, y menos apoya, la posibilidad de que Maduro no sea candidato. Es más, se parte de la base de que Petro lo que busca es que el mandatario chavista siga en el poder, pero esta vez sin tacha alguna a su proceso de escogencia. De hecho, la propuesta del titular de la Casa de Nariño en torno a reformar la Carta Democrática, base del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, va en la dirección que abrirle paso al reingreso de Caracas y La Habana a la OEA, sin forzar ningún cambio de gobierno en ambos regímenes.
El gobierno Biden, como lo indicaron varios de sus voceros la semana pasada en el marco de la gira de Petro, solo contempla esa flexibilización de las sanciones a mediano plazo, cuando se asegure y compruebe que la campaña presidencial será garantista, no haya persecución ni represión a la oposición, los comicios cuenten con verificación internacional e incluso salgan de la cárcel o cesen los procesos penales y administrativos contra partidos y dirigentes opositores.
Visto todo lo anterior, parecería evidente que por más que Estados Unidos y otros gobiernos consideren, tanto en privado como en público, que Maduro como candidato es una ‘piedra en el zapato’ para el retorno de la democracia real y activa en Venezuela, pensar en que tras más de una década en el poder aceptaría dar un paso al costado y no postularse en 2024 termina siendo una utopía que solo podría concretarse en uno de los dos siguientes casos: que los procesos en la CPI avancen hasta ponerlo a riesgo de banquillo; o que los escándalos de corrupción en su gobierno lo golpeen tan directa e innegablemente que, incluso en medio de la polarización política, sus partidarios crean que su desgaste es tal que arriesgan perder en las urnas. Por ahora, ninguna de esas dos condiciones se ve cercana.
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Cumbre internacional hoy en Colombia
La Cancillería colombiana precisó ayer que a esta “Conferencia Internacional sobre el proceso político en Venezuela” no están invitados voceros del gobierno Maduro ni de la oposición. De hecho, con el primero el canciller Álvaro Leyva se reunió hace diez días en Caracas. Y, con representantes de la segunda hubo un encuentro el sábado, en la Casa de Nariño, con Petro a la cabeza. Asistieron delegados de Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, tres de las cuatro principales organizaciones políticas contradictoras.
Si bien, el día de ayer el líder opositor y hasta hace algunos meses considerado presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó, arribó a Colombia, pasando a pie por la frontera en Cúcuta, no estará en la cumbre.
“Espero que la cumbre pueda garantizar que el régimen de Maduro regrese a la mesa de negociaciones en México y se acuerde un cronograma creíble para unas elecciones libres y justas como solución al conflicto. Nuestra lucha es para que los derechos de los venezolanos valgan”, expresó, tras reiterar que espera reunirse con algunos delegados internacionales. Guaidó, como se sabe, no estuvo en el encuentro del sábado con Petro.
Así las cosas, los invitados a participar en la Conferencia hoy, que se llevará a cabo en el Palacio de San Carlos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, son los delegados de los gobiernos de Alemania, Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Honduras, Italia, México, Noruega, Portugal, Reino Unido, San Vicente y las Granadinas, Sudáfrica y Turquía, y el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Unión Europea, Josep Borrell.
El embajador de Colombia ante la Unión Europea, Jorge Rojas, sostuvo que la conferencia en la que participará Borrell no pretende interferir en los diálogos de México, “sino que facilita otro espacio distinto al de México para ver si se puede avanzar”.
La Casa Blanca informó que el asesor adjunto de Seguridad Nacional, Jon Finer, encabezará la delegación, acompañado del asesor especial para las Américas, Chris Dodd, y el director para asuntos del hemisferio occidental, Juan González.
La conferencia la instalará el presidente Petro y al finalizar la jornada, el canciller Leyva dará un balance.