“Hablaba con él a escondidas de mis papás y, generalmente, en horas de la madrugada… Siempre destacaba mi estudio en el colegio y me decía que era muy bonita”.
Quien habla es una joven de 18 años que a su corta edad vivió un infierno al caer en el drama de la extorsión a través de las redes sociales. Ella, como lamentablemente les ha ocurrido a muchas otras niñas en nuestro país, fue engañada por un presunto galán en internet.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, la joven, hoy ya en la universidad y con un futuro promisorio, relató que cuando tenía 16 años se enamoró por la red de un muchacho que parecía de su misma edad, que supuestamente era de origen australiano e incluso le decía que tenía aspiraciones de ser actor de cine por su “gran pinta y figura”.
Al principio eran diálogos muy inocentes y sobre temas muy cotidianos. “Así pasaron los días y muchas semanas… Incluso me dijo que cuando se diera la oportunidad me invitaría a la casa de sus padres en Sidney… Lo más sorprendente es que cuando cumplí años a través de quien dijo que era un amigo suyo, me hizo llegar un ramo de flores. Quedé atónita y más enamorada”, indicó.
“Hablábamos de todo y en alguna ocasión me tocó el tema del sexo… Me fue induciendo de forma lenta, casi que desprevenida… Primero me envió unas fotografías en las que aparecía con el torso desnudo y luego otras en ropa interior… En principio nunca me sugirió que hiciera lo mismo, pero luego, poco a poco, me fue induciendo lentamente para que también le enviara fotos sin mi blusa”, señaló.
De acuerdo con la muchacha, cuya identidad se mantiene en reserva por obvias razones, “… luego me pidió que me quitara el brasier y que, como éramos novios, no había ningún problema… Siempre me insistió en que era nuestro secreto, ya que sus padres ni los míos nos perdonarían si descubrían lo que hacíamos a escondidas”.
Pasaron las semanas y la intimidad de las fotos fue aumentando cada vez más. “Mi novio tras recibir cada fotografía se mostraba muy amoroso y alegre, pero de un momento a otros perdí todo contacto. Desapareció como por arte de magia. Pasó un mes sin ninguna noticia, hasta que una persona desconocida me llamó y me exigió dinero a cambio de no publicar mis fotografías en las redes sociales”.
“Entré en pánico, pensé en mi familia, en la vergüenza y que de pronto me expulsaran del colegio… Por eso empecé a vender, a escondidas, todo lo que tenía de valor para pagar lo que me exigían”.
Fue así como la joven vendió su computador e incluso unos anillos y aretes de oro. Hasta a la alcancía recurrió. “Envié el dinero por una empresa de giros. Hubo un par de meses de silencio, me tranquilicé y pensé que todo había pasado… Pero esa persona volvió a llamar para decir que ese dinero no era suficiente y que necesitaba otro giro y así me devolvería las fotografías… Estaba desesperada y en esas le conté a una amiga para que me prestara algo de dinero, pero ella le informó secretamente a un familiar que trabajaba en la Policía”, relató.
Luz al final del túnel…
A los pocos días, cuando la atribulada joven llegó a su casa, sus papás la estaban esperando en la sala y claramente estaban aterrados y preocupados. “Me aterré también pero mis padres me dijeron que ya sabían lo que pasaba, porque agentes de la Dijin de la Policía llegaron a la casa y les contaron todo… Necesitaban que les informara de principio a fin todo lo de mi supuesto novio australiano”.
Ya “agotada” con todo lo que había pasado en los últimos meses decidió hablar. Fue un ejercicio de catarsis y liberador, pese a que seguía muy asustada porque el hombre que la había extorsionado le había advertido que si iba con la Policía publicaría las fotos e incluso las mandaría a todos sus contactos en Facebook, twitter y otras redes sociales.
Tras analizar los mensajes y las fotografías, los expertos de la Policía llegaron a la conclusión de que se trataba de casos típicos de sexting (envió de fotos y contenidos eróticos por la red) y de groaming (abuso sexual y extorsivo a través de internet).
“Mi supuesto novio no era ningún jovencito ni australiano, sino un extorsionista experimentado, colombiano y que gracias a Dios fue capturado y hoy está en la cárcel… Finalmente pude recuperar las fotografías”, explica la víctima.
“Cuento mi historia para que muchos niños y adolescentes no caigan en la trampa… Hay que tener mucho cuidado, yo sabía los riesgos en la red, nos los habían advertido en el colegio muchas veces pero cuando entras en contacto y empiezas a tomar confianza con alguien en la red, te vas descuidando y bajando la guardia, y sin saber cómo ni cuándo terminas en cosas raras, arriesgándote y cayendo en manos de estos criminales que pueden parecer encantadores pero son delincuentes peligrosos que harán todo lo que sea para sacarte plata y ponerte contra la pared … Por eso cuento mi historia, para que a nadie más le pase el infierno que me tocó vivir a mí, pese a todas las advertencias que hay”, precisó la joven a EL NUEVO SIGLO.
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Ciberdelincuentes
Lamentablemente este tipo de extorsiones es tan solo uno más de los delitos que hoy se cometen a través de las plataformas digitales y electrónicas. En realidad, el cibercrimen ya es una completa red mafiosa.
El director de Investigación Criminal e Interpol de la Dijin de la Policía, general Fernando Murillo Orrego, advierte que “los ciberdelincuentes cada vez buscan alternativas diferentes e innovadoras modalidades criminales para obtener su cometido”.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO reveló que “en lo corrido de 2022 se han registrado 14.961 denuncias por estafas a través de medios informáticos. Es decir, un promedio diario de 127 denuncias. En Colombia durante el 2021 las estafas se incrementaron en un 31% con respecto a 2020 y se estima que el monto perdido por las víctimas podría ascender aproximadamente a los 5,2 billones de pesos”.
Murillo Orrego explicó que a través de los delitos informáticos se comercializan los datos personales hurtados. “Cuando un ciudadano es víctima de delitos como acceso abusivo a un sistema informático, violación de datos personales o suplantación de sitios web para capturar datos personales, en las cuales han sido hurtadas sus credenciales de cuentas en redes sociales, correos electrónicos, tarjetas de créditos u otro tipo de información, el ciberdelincuente aprovecha todos los datos obtenidos o almacenados en estas cuentas para suplantar a la víctima o vender la información”.
“La extorsión es uno de los delitos más frecuentes en Colombia y una de sus modalidades es la utilización de los medios digitales para cometer el hecho delictivo, utilizando información de la víctima que encuentran publicada en plataformas web. Las víctimas son presionadas para que puedan realizar pagos a cambio de no hacerles daños físicos, psicológicos o a su reputación, entre otros. El utilizar la red es ideal para el ciberdelincuente dado que posibilita la comunicación rápida y sin límites geográficos, permite mantener el anonimato y dificulta la persecución e investigación policial para aquellos delitos de carácter trasnacional”, explicó el director de la Dijin. Sin embargo, las autoridades también se han especializado y cada vez son más eficientes contra los cibercriminales, como en el mencionado caso de la joven.