Una nueva película colombiana renueva la cartelera cinematográfica con “Álvaro”, el segundo largometraje de José Alejandro González, un realizador bogotano que ha dedicado su carrera a retratar al ser humano a partir de la captura de imágenes genuinas, con una profunda cercanía con los sujetos retratados.
Tras graduarse en 2006 en Dirección Cinematográfica y Montaje de Cine del Centro de Estudios Cinematográficos de Catalunya, este director, fotógrafo y productor encontró en el documental el género perfecto para construir y retratar las vidas de aquellas personas que se cruzan por la suya, y que para otros pueden pasar desapercibidas.
Es el caso de Álvaro Duque Isaza, el protagonista de su segunda película documental que se estrena el 23 de este mes en la Cinemateca de Bogotá, un hombre colombiano que dejó a su familia para buscar el sueño americano y que ahora, a los 70 años, mira frente a la cámara su vida en retrospectiva y con sinceridad habla de sus deseos de reencontrarse con sus seres queridos y de la relación conflictiva que tiene con Doris, su pareja.
Con “Álvaro”, el director José Alejandro González sigue la línea narrativa que lo ha definido como realizador, esa que forjó desde que realizó la serie documental “Todos somos buenos”, en la que retrata a personajes que conoció en un viaje que hizo desde Nueva York hasta Bogotá. El título de este trabajo audiovisual responde a su premisa de vida de que los seres humanos no son totalmente buenos o malos, simplemente son muchas cosas a la vez y resulta difícil definirlos en una sola faceta.
“Álvaro”, producida por Felipe Guerrero con su empresa Mutokino, ya se ha presentado en distintos e importantes festivales de cine, en The Colombian Film Festival de Nueva York en Estados Unidos, en Panorama Cine Colombiano de París en Francia, en la Muestra Internacional Documental de Bogotá y el Festival Internacional de Cine de Cali 2021, donde se llevó el premio Luis Ospina a mejor director de largometraje nacional.
El director de esta cinta habla en entrevista sobre las relaciones humanas que se llevan desde el respeto, sobre una historia de la empatía y la búsqueda de compañía.
¿Cómo surgió “Álvaro”? ¿Por qué decidió retratarlo a él y no a otra persona?
JOSÉ ALEJANDRO GONZÁLEZ: En mis historias dejo que las cosas sucedan. Después de hacer la serie “Todos somos buenos”, en la que compartía 24 horas con personas a las que les preguntaba espontáneamente sobre temas de sus vidas, pensé qué pasaría si seguía a una de estas personas durante más tiempo. Y lo hice con Álvaro, con quien nos acompañamos, quizá por su soledad y la mía, en una ciudad como Nueva York. Él tiene una fuerza vital sorprendente, su salud mental lo lleva a estar en el borde todo el tiempo, viviendo en una línea delgada que lo acerca y lo aleja de su propio bienestar.
¿Qué más se retrata de él en la película?
JAG: Su fuerza como personaje es evidente, sus profundas reflexiones, sus cambios de ánimo, su filosofía de vida. Algo que me interesó mucho fue su ausencia de Colombia por tanto tiempo, una deuda de su pasado que pudo saldar. Al final puedo decir que nos conocimos en el 2013 y filmamos durante siete años, tiempo en el cual nació una amistad que aún se mantiene y en la que de cierta manera nos hemos apoyado mutuamente.
Después de tanto tiempo de grabación, ¿cómo define el “Álvaro” que presenta en este documental?
JAG: Alguien lleno de humanidad, de contradicciones, pero sobre todo alguien aferrado a la vida, buscando bienestar, como lo hacemos todos a nuestra manera. Obviamente, Álvaro ha tenido sus consecuencias, ha estado preso, alejado de su familia, inmerso en un caos, pero hay algo en él que lo hace seguir adelante y eso para mí es muy potente en su historia. No creo en tener vidas perfectas porque todos en la intimidad tenemos nuestra realidad, a la que debemos enfrentarnos, y eso viene con luz, pero también con oscuridad. “Álvaro” es un retrato de la soledad, del desarraigo, de esa decisión de ir a vivir en Estados Unidos en busca de un mejor futuro.
“Álvaro” ya se presentó en Nueva York, París, Bogotá y Cali. ¿Cuál ha sido la reacción del público?
JAG: La mayoría de las personas puede ver su humanidad en la pantalla. Cuando la presentamos en París, muchos franceses comentaron que la película fue un descubrimiento, sentí que algunos se habían visto reflejados en la pantalla, así sus vidas fueran completamente diferentes vieron algo, eso me genera satisfacción. En mis películas la gente ve su propia vida. Los primeros 15 minutos de la película pueden resultar incómodos, pero luego se genera una empatía y mucha solidaridad con el protagonista, porque de alguna manera todos somos Álvaro.
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“Álvaro”, al igual que “Lázaro”, son historias que tienen como hilo conductor a un personaje, así esté rodeado de amigos o familiares. ¿Por qué le gusta esta individualidad?
JAG: Creo que tiene mucho que ver con lo que considero que debe ser una película. Mi forma de hacer audiovisual está muy ligada a mi vida personal, a lo que estoy viviendo. “Álvaro” no hubiera nacido si yo no hubiera vivido Nueva York como él la vive. La película fue un seguimiento intenso a su cotidianidad, a su intimidad y lo que al comienzo era un juego de “estar haciendo una película” terminó convirtiéndose en un retrato humano que puede servir de espejo a cualquier espectador. Es una vida, nada más que eso. Me gusta filmar así.
Usted retrata temas que no son fáciles de ver en la pantalla, como la enfermedad, o personajes conflictivos. ¿Siente que es un cineasta rebelde, o cómo se define?
JAG: No me considero un cineasta rebelde, más bien un sobreviviente de la vida y también un afortunado de poder salir adelante, contar mis historias y que la gente pueda ir a verlas. Hay algo en este oficio que he descubierto en la reacción de los espectadores y que me llena de ilusión: estamos tocando fibras de vida, tratando de explicar lo que no se puede explicar. La intuición siempre ha marcado mi camino y mi cinematografía. Cuando estudié en Barcelona fui a ver muchas películas, iba por lo menos tres veces al cine cada día y, aunque me encantaba lo que veía, no era lo que quería producir. Estas películas hacen parte de esa búsqueda que hace tantos años emprendí.
¿Después de “Álvaro”, qué sigue en su carrera?
JAG: Estoy trabajando en una tercera película que se llama “Habitante” y es la que cierra esta trilogía de documentales. Involucro todo mi archivo audiovisual, las grabaciones de los encuentros que considero preciosos y que he tenido con personas en muchos lugares del mundo, como en la India, Holanda, España, Estados Unidos, Guatemala, Centro América y Colombia.
¿Cómo es su relación con la cámara ahora?
JAG: Pues es súper distante. Realmente no tengo ningún interés de filmar nada, estoy en el montaje de “Habitante”. También escribí un guion de ficción que lleva en mi mente 10 años, lo estoy tratando de mover. Quiero escribir porque es un ejercicio más solitario. He estado leyendo novelas y quiero un día escribir una.