La batalla de Boyacá | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Agosto de 2020
  • Dimensión histórica de campaña libertadora
  • El genio incomparable de Simón Bolívar

 

La batalla del Puente de Boyacá que tuvo lugar el 7 de agosto de 1819, y que hoy se conmemora, tiene una dimensión histórica mucho más amplia de la que a veces le reconocemos. No solo terminó en aquella gloriosa fecha el dominio español sobre el Virreinato de la Nueva Granada, sino que el visionario diseño político Bolivariano, que había comenzado a tomar perfiles seis meses antes con el célebre discurso del Libertador ante el congreso de Angostura, donde propuso crear una gran patria común conformada por los territorios entonces ocupados por Venezuela y la Nueva Granada, encontró su mejor concreción.

Arturo Uslar Pietri pronunció alguna vez estas frases luminosas: “Antes de seis meses habrá marchado con sus tropas miserables al través de los llanos inundados y del hielo y la ventisca de los páramos hasta Boyacá, para caer con el increíble salto de un jaguar de los llanos sobre el sorprendido ejército realista y poner en el palacio del solemne Virreinato las banderas de la América independiente. La espada de Boyacá brilla con otra luz porque sobre ella reverbera el pensamiento del discurso de Angostura”.

Después comienzan las arduas tareas para hacer realidad el sueño de Bolívar que exigía una patria grande y generosa, más allá de las pequeñeces que desde la primera hora conspiraron contra las visiones del Libertador. Los sueños de grandeza comienzan en Boyacá cuando pasa a control patriota el virreinato de la Nueva Granada y se extienden hasta la frustrada convención de Ocaña, que termina por ponerle una lápida ominosa a la Gran Colombia.

La visión de Bolívar para intentar lo que a primera vista parecía imposible, subir los Andes en la ciclópea aventura que concluye en los triunfos fulminantes de Boyacá sobre el ejército realista, y sorprender así a Santa Fe y a sus autoridades, se vio recompensada con la acogida calurosa y el apoyo que las gentes del altiplano prestaron a las tropas libertadoras desde un comienzo.

La moderna bibliografía sobre la campaña libertadora como es, por ejemplo, el libro titulado “1819” del joven historiador Daniel Gutiérrez Ardila, apoyándose en la correspondencia, bastante olvidada por cierto, que se cruzaron el general Barreiro y el Virrey Sámano, demuestra con lujo de detalles cómo el paso de Pisba escogido por Bolívar para trasmontar la cordillera (dentro de los siete pasos posibles de que disponía) para caer como un rayo sobre los realistas, tomó por sorpresa al militar español. También sorprendió a las autoridades virreinales el apoyo popular de que gozaron las tropas libertadoras desde cuando asoman exhaustas al final del épico ascenso.

El Virreinato estaba mal protegido. Los contingentes militares de los españoles siempre fueron insuficientes para contener la furia libertadora que nunca se amilanó con los esfuerzos del paso heroico de los Andes. El apoyo popular fue igualmente inexistente para los realistas. Y una guerra de liberación -como lo ha demostrado la historia ampliamente- nunca se gana sin el apoyo popular.

“La rapidez será la divisa de esta campaña” le decía Bolívar al vicepresidente Zea en carta al comienzo de la gran marcha libertadora. Y así fue exactamente. Las desarrapadas tropas libertadoras se movieron como un rayo por toda la ruta que recorrieron: de Guasdualito, a Tame, a Pore, a Socha, a Paya, a Labranza grande, a Sogamoso, a Tunja, al Pantano de Vargas y, finalmente, al puente glorioso. Toda la geografía de esta insigne campaña está marcada por el vértigo y el genio del Libertador y del general Santander, entonces su aliado genuino. No iba a durar mucho tiempo ese buen entendimiento. La innecesaria orden de fusilamiento que impartió Santander a un grupo de oficiales en la plaza mayor de Bogotá el 10 de octubre de 1819, dentro de los cuales se encontraba junto con otros 38 oficiales realistas el general Barreiro, sin contar con la aprobación previa de Bolívar, empezó a sembrar entre ellos suspicacias que luego terminarían en graves desavenencias entre ambos próceres.

Gracias al triunfo militar y político que representó la victoria de Boyacá, el Libertador retorna a Angostura donde se expide la Ley Fundamental que creaba la Gran Colombia el 17 de diciembre de 1819. Con ella se sellaba la unión entre los pueblos de Venezuela y Colombia. Su gran sueño. Y se citaba para enero de 1821, en la Villa del Rosario de Cúcuta, a los delegados de la nueva República para ratificar la ley fundamental aprobada por el congreso de Angostura y darnos así nuestra primera constitución.

Sí: la batalla de Boyacá dio comienzo a un periplo de grandeza en la biografía del padre de la patria. Nunca brilló tanto el genio de Bolívar como en aquel 7 de agosto de 1819 que hoy conmemoramos.