La crudeza de las imágenes de videos virales que muestran cómo los delincuentes atacan con sevicia a sus víctimas para robarlas tiene impactados a los bogotanos así como a personas de todo el país.
En los últimos días, por ejemplo, las cámaras de vigilancia en el barrio La Estrada, en la capital colombiana, muestran cuando un ladrón golpea a un hombre en la cabeza, quien cae ipso facto. El delincuente y su cómplice empiezan a saquearlo en el piso, cuando posiblemente la víctima ya había muerto.
Estos hechos, que se están multiplicando en todo el país, demuestran que la inseguridad en Bogotá y otras ciudades ha venido creciendo peligrosamente.
En la más reciente encuesta “Pulso Social”, hecha por el DANE, se preguntó a las personas qué tan seguras se sienten caminando solas en su barrio de noche. El 64,3% de los jefes de hogar y sus cónyuges en la capital colombiana afirmaron sentirse “inseguros” y “muy inseguros” caminando su barrio de noche.
El director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, Néstor Rosanía, en declaraciones a EL NUEVO SIGLO, dijo que este no es un tema de percepción, sino una realidad.
“Uno lo que siente es una desconexión entre lo que dice la administración y lo que realmente están percibiendo los ciudadanos. En cuanto a esa percepción de los ciudadanos, sobre todo en el tema de la noche, es una realidad, porque muchos de los hurtos, mucha de la criminalidad se da en horas nocturnas”.
“… En Bogotá y otras ciudades lo que hay es un alto nivel de subregistro o criminalidad no registrada. Es que la gente no denuncia, y como no hay denuncia el indicador no crece. Y como no crece, no se crea una estrategia en materia de seguridad, no hay evolución en materia de inteligencia y no se llega nunca a las capturas. Ahí está la diferencia entre lo que ellos creen (los funcionarios oficiales) y lo que de verdad pasa en la calle”, explicó el experto.
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A nivel nacional
La encuesta hizo la misma pregunta de Bogotá en otras 22 ciudades de Colombia y hubo una sensación general de inseguridad.
De acuerdo con el sondeo, en el trimestre mayo-julio de 2021 el 28,6% de las personas jefes de hogar y sus cónyuges en Medellín afirmaron sentirse inseguras y muy inseguras caminando su barrio de noche.
En Cali fue el 50,8%; en Bucaramanga el 52,4%; en Barranquilla el 32,3%; en Manizales el 16%; en Armenia el 30,1%; en Cartagena el 86,3%; en Cúcuta el 74%; en Florencia el 50,1%; en Ibagué el 59,5%; en Montería el 12,4%; en Neiva el 55,2%; en Pasto el 52%; en Pereira el 35,4%; en Popayán el 48,2%; en Quibdó el 93,3%; en Riohacha el 88,9%; en Santa Marta el 28%; en Sincelejo el 33,9%; en Tunja el 10,3%; en Valledupar el 55% y en Villavicencio el 44,7%.
El promedio total de las 23 ciudades fue del 50,04%. Llama la atención que la gente se siente más insegura en la capital chocoana (93,3%) y le siguen dos ciudades de la región Caribe: Riohacha y Cartagena. La ciudad donde menos se sienten inseguros es Tunja (10,3 %) y le siguen Montería y Manizales.
La pospandemia
Según manifestó Rosanía, sentirse inseguros no es una situación que se está presentando solo a nivel nacional, sino también mundial. Para él todos los indicadores de inseguridad han venido creciendo por la pospandemia, y, mucho más, en países de renta media baja como Colombia, a causa del desempleo.
“No existe un plan estratégico en materia de seguridad pensado en pospandemia. En Bogotá, la administración de Claudia López salió con banderas de victoria, porque se habían reducido los indicadores en junio de 2020, cuando la población estaba en un confinamiento obligatorio, todos, incluidos los delincuentes”, añadió.
Para entonces, los expertos en seguridad determinaron que en el país esos indicadores eran un sofisma, y que después de un año se iba a presentar un aumento del desempleo y de la pobreza, y así se incrementaría la criminalidad, con esos dos factores de riesgo potencializado. Y eso ocurrió, como lo evidencian los indicadores delictivos del primer semestre.
Hacerle frente a toda esta crisis no es fácil y exige un plan integral y de largo plazo. Esta semana, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, escribía en su cuenta de Twitter al respecto: “Para responder a desafíos de criminalidad pospandemia, propusimos a Mindefensa y a la Policía Nacional elevar la seguridad de la ciudadanía a máxima prioridad de seguridad nacional, dedicando esfuerzos e inversiones del compromiso y monto usados para desarticular los carteles o las Farc”.
Ante esto, el profesor de economía de la Universidad de los Andes y exsecretario de Seguridad Distrital, Daniel Mejía, replicó en un trino: “La pregunta es si esa prioridad que Ud. pide se le dará también en el presupuesto del gobierno de Bogotá ¿En cuánto va a aumentar el presupuesto para Seguridad en Bogotá? Va usted alcaldesa a gerenciar y coordinar más y pelear menos con Policía de Bogotá y la Fiscalía”.
También dijo que “de nada sirve echarle la culpa a la migración venezolana si no gerencia los temas de seguridad, se necesita una gerencia al respecto”.
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Sobre el impacto de los migrantes en el pico de criminalidad urbana, Rosanía afirmó que “los venezolanos no son los dueños de las bandas, los dueños siguen siendo colombianos. Donde se ve mayor participación de los venezolanos es en la delincuencia común, que es más un crimen de oportunidad, como el cosquilleo en Transmilenio, el raponazo, pero no obedece a una estructura de crimen organizado. Ahí está el gran volumen de venezolanos. Dentro del crimen organizado, fleteo, extorsión, narcotráfico… Eso sigue dominado por colombianos, pero en la parte operativa, sí se han visto venezolanos”.
Aumentar el pie de fuerza en las ciudades no necesariamente influye en la seguridad, como lo afirmó el experto: “Así se lleven mil policías a cualquier ciudad, ellos se dividen en tres turnos de ocho horas, o sea que del número total, realmente disponible, en calle, hay una tercera parte. A eso hay que restar el número que están en funciones administrativas de oficina, y a eso hay que restar el número de policías que están en cualquier tipo de licencia”.
Por último, como posibles soluciones destacó lo que se está haciendo a nivel internacional. “Lo que se está priorizando hoy son las cámaras de reconocimiento facial, más construcción de los centros de mando y control. Centros de vigilancia con drones, es un enfoque entre ciencia y tecnología. Lo segundo un aumento del pie de fuerza muy grande, en términos de inteligencia e investigación criminal. Aquí en Colombia aún no se ha planteado eso”.