Ucrania reconquistó varias ciudades y miles de kilómetros cuadrados de las manos rusas, un giro ante el cual la respuesta de Moscú es imprevisible.
A finales de agosto, las posiciones de ambos contendientes estaban estancadas. Pero desde entonces, el conflicto ha dado un vuelco y Ucrania ha realizado fuertes avances territoriales.
"Va ser como una bola de nieve, va empezar a rodar, rodar, rodar (... )Y veremos retroceder al segundo ejército más grande del mundo", declaró al diario francés Le Monde el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov.
Durante semanas, los ucranianos anunciaron una contraofensiva en Jersón, en el sur, una de las primeras ciudades capturadas por Moscú tras la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Pero el repliegue más importante de las fuerzas rusas se produjo en el norte. "El ataque sobre Jersón no fue solo una distracción, pero también desempeñó este papel", señala Alexandre Grinberg, del Instituto de Seguridad y Estrategia de Jerusalén.
Después del anuncio, explica el experto, muchas tropas rusas abandonaron la región de Járkov y de Izium, en el norte, con el objetivo de reforzar el frente sur. Pero no lo lograron.
Los analistas occidentales creen que Ucrania desea apuntar a las líneas de suministro de su enemigo.
El sábado, las fuerzas de Kiev afirmaron haber recuperado Kupiansk, un nudo ferroviario estratégico del norte del país.
Los rusos "dependen en gran medida del ferrocarril para el equipo pesado y la munición de artillería", explicó el general estadounidense jubilado Ben Hodges, excomandante de las fuerzas de la Alianza Atlántica (OTAN) en Europa.
En una región que cuenta con muchos ríos, "basta con destruir los puentes [para] cortar las cadenas logísticas", confirma Alexandre Grinberg.
En pocos días, Kiev recuperó la eficacia que la caracterizó durante la primavera, cuando las fuerzas del Kremlin abandonaron la toma de la capital, Kiev, para centrarse en el Donbás, la cuenca minera del este del país.
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Móvil, con pequeñas unidades autónomas y galvanizado por su patriotismo, el ejército ucraniano desafía a las tropas rusas que cuentan con una jerarquía demasiado piramidal y un estado mayor descrito como desconectado del terreno.
"A Rusia le faltan sobre todo efectivos humanos", asegura Alexandre Khramchikhin, un experto militar ruso independiente. "Es incapaz de controlar grandes territorios y una gran línea de frente", agrega.
El experto apunta también a "los datos de la inteligencia estadounidense", que ayudan a Kiev.
Como resultado, los ucranianos obtuvieron en el norte "la primera dislocación de una posición enemiga en campo abierto desde el comienzo de la guerra", señala el coronel francés Michel Goya.
"Incluso si hubiera fracasado, el simple hecho de poder organizar dos operaciones ofensivas simultáneas con 20.000 hombres a una distancia de 700 km, contra unos rusos que ya no son capaces de hacerlo, ya demostraría que las curvas de capacidad se han cruzado", añade.
La historia de la guerra, sin embargo, está llena de giros de guion. Rusia insiste en que reaccionará.
El portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashenkov, informó ayer de bombardeos en zonas recuperadas por Kiev en el este y el Kremlin aseguró que su ofensiva continuaría "hasta alcanzar los objetivos".
Alexander Grinberg anticipa importantes movimientos rusos, aunque prefiere no aventurarse respecto a su eficacia. "Habrá que ver si esta derrota, muy espectacular incluso si es solo táctica, tiene un impacto cualquiera en la opinión pública" rusa.
El presidente ruso, Vladimir Putin, "está muy limitado en sus opciones", considera Ivan Klyszcz, investigador del Instituto de política exterior de Tallin, en Estonia.
Incluso una derrota parcial sería invendible después de más de seis meses de esfuerzos. Negociar parece descartado.
Pero a medio plazo, la proximidad del invierno podría cambiar la situación. "Moscú deposita sus esperanzas en el invierno y en los problemas socioeconómicos de Kiev", afirma Alexander Khramchikhin, un experto ruso.