Suecia votó conservador y Kristersson sería el premier | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 14 de Septiembre de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

Calificada de ‘inaudita’ meses atrás, la idea del conservador Ulf Kristersson, de tender la mano a la una extrema derecha que como lo expresa su líder, Jimmie Akesson se ‘civilizó’, llevó a que este bloque lograra una victoria sin precedentes en las parlamentarias del domingo, con lo que pondrán fin a ocho años de mandato de izquierda.

Tras la jornada de las urnas, los suecos entraron en un período de tensa espera por el ajustado resultado obtenido por ambas tendencias políticas. Ese día, las formaciones de derecha aseguraban 175 escaños contra 174 de sus rivales políticos.  Ayer, tras el conteo de los votos depositados por anticipado vía correo y los emitidos desde el exterior, el resultado fue contundente: los primeros sumaron otra curul, en detrimento de los partidos de izquierda (173).

La alternativa de gobierno del Partido Moderado, liderado por Kristersson, fue la que recibió más apoyo de la ciudadanía, tal cual lo reconoció la primera ministra, Magdalena Andersson, quién tras admitir la derrota de su Partido Socialdemócrata anunció que este jueves dejará el cargo y fungirá como jefe de la oposición desde el Parlamento.

Del total escaños conservadores, 73 corresponden a los Demócratas de Suecia (SD) –extrema derecha-  que liderados por Akesson mutaron de ‘parias’ a un peso pesado de la política sueca, y llave para que un nuevo gobierno conservador. Los moderados han obtenido 68 asientos; los democristianos, 19 y los liberales, 16.

Vale explicar que aunque el SD es el primer partido de la mayoría de derechas, su líder no es capaz de hacerse con el apoyo de las otras formaciones para convertirse en primer ministro. De allí que desde que se gestó la inédita alianza tal puesto se prometió al líder conservador, que goza de mayor aceptación y experticia.

En el frente de izquierda, los socialdemócratas subieron sus curules a 107 (siete más que en las pasadas elecciones), pero son insuficientes para una mayoría que le permita gobernar junto al partido de Izquierda y de Centro, así como los Verdes.

"Gracias por la confianza. ¡Ahora pondremos orden en Suecia!", reaccionó inmediatamente en Facebook el llamado a ser el nuevo primer ministro, el conservador Kristersson, mientras que su socio de la extrema derecha, Akesson, también por esa red social aseguró que “ahora empieza el trabajo para hacer que Suecia vaya bien de nuevo”.

" Quiero juntar, no dividir", enfatizó en su mensaje el líder conservador.

El cambio es histórico: nunca antes un gobierno sueco se había apoyado para gobernar en los Demócratas de Suecia, sin duda gran vencedor de la jornada por el avance electoral que registró.

Heredero de una formación neonazi, el partido fundado en 1988 fue normalizándose en el paisaje político sueco y aumentando su representación hasta entrar en el parlamento en 2010 con el 5,7% de los votos. De ahí, ha ido subiendo en cada elección y en la más reciente aumentó esa cuota en once curules, frente a las que obtuvo en 2018.

Sin la certeza, pero confiados en lograr las mayorías, desde que conocieron el resultado electoral el domingo en la noche, los líderes de derecha comenzaron la negociación de la agenda programática que aunque difícil por las divergencias en varios temas entre liberales y la extrema derecha, no es imposible. Máxime porque tras el mayoritario aval para el cambio dado en las urnas, esta tendencia no desaprovechará el viraje que dio el péndulo político y ciudadano.

Es precisamente allí donde el exgimnasta, Ulf Kristersson pone a prueba su capacidad para ‘las acrobacias’ para lograr la unión entre derechas, así como la permanencia de la misma que asegure cumplir el mandato y sentar las bases para una victoria en cuatro años.

Para el profesor de política de la universidad de Gotemburgo "es una situación parlamentaria difícil", pero al mismo tiempo reconoció que esa ‘inédita’ alianza, gestada desde la campaña, tiene chance de gobernar y mantenerse. 

Cuando hoy Andersson haga oficial su dimisión, el presidente del Riksdag, el parlamento sueco, encargará formalmente la tarea de formar gobierno a Kristersson.



Estrategas políticos

Kristersson, de 58 años, aprendió de sus errores y de allí que para estas parlamentarias se acercó a la extrema derecha, la misma que hace cuatro años le frustró su aspiración a gobernar.

Pequeñas gafas redondas y físico de peso pluma, el jefe del partido conservador de los Moderados está a punto de materializar su aplazado sueño. En 2018, también en ajustadas elecciones, no logró que los Demócratas de Suecia y los pequeños partidos de centroderecha, aliados históricos de su formación, lo apoyaran.

Un año después se dijo dispuesto por primera vez a negociar con el SD y desde entonces la relación se hizo más profunda. Por ello, sus detractores lo acusan de “pactar con el diablo”.

Licenciado en Economía y fanático de Tintín, este defensor de recortar y controlar las prestaciones sociales está casado y es padre de tres hijas adoptadas en China.

Entre tanto, el ala radical del conservatismo tiene también al frente a otro estratega político. Jimmie Akesson, en 17 años como líder del SD logró cambiar concepciones radicales del partido, lo que le permite hoy reconocerse como el segundo del país.

Con 43 años, de constitución fuerte, gafas, barba impecable y diputado desde 2010, cultiva la imagen de sueco "corriente".

Igual sucede con la línea política que ha transformado un partido heredero de un grupo neonazi, la organización "Bevara Sverige Svensk" (Mantengamos a Suecia sueca), en un movimiento nacionalista que tiene como logo una flor.

Akesson nació en Solvesborg, una localidad de 9.000 habitantes en el sur de Suecia, en el seno de una familia de clase media, con un padre empresario y una madre auxiliar de enfermería.

Dio sus primeros pasos en la política siendo adolescente y adhiere al partido en los años 1990, tras estar un tiempo en la principal formación de derecha sueca, los Moderados.

En 1998 es consejero municipal de Solvesborg, y en 2005, lidera la formación ultraderechista, cuando sólo contaba con un 1% de los votos.

Bajo su dirección, la identidad del partido cambia, tanto a nivel formal como de fondo.

En 2006, adopta un nuevo emblema: una bonita anémona azul con el corazón amarillo, los colores nacionales suecos, en lugar de una antorcha, mucha más agresiva.

En paralelo, el partido se distancia de los grupúsculos racistas y violentos y habla de una política de "tolerancia cero" contra el racismo.

El SD también renunció en 2019 a un "Swexit", tras ver que una salida de la Unión Europea no tenía apoyo público.

Los analistas coinciden en señalar que el SD ha pasado de ser un partido "que decía no a todo a un partido a uno que vió dónde podía ser más influyente". De allí su gran avance en las urnas.

Son estos dos hombres los que tienen desde hoy la ‘batuta’ para formar gobierno con lo que frustrarían el tempranero ofrecimiento de la dimitente premier Andersson, quien dijo estar dispuesta a “cooperar con cualquiera que sea la solución a los problemas que enfrenta Suecia". En otras palabras, hacer una alianza con cualquier sector conservador si Kristersson no lo logra. Y ello, por ahora, está descartado porque el mandato mayoritario de las urnas fue contundente: viraje político a la derecha. /Redacción internacional con agencias