La amenaza de un Brexit sin acuerdo acecha a las ya maltrechas economías británica y de los miembros de la Unión Europea (UE), duramente golpeadas por la pandemia del coronavirus, lo que hace temer graves efectos en el crecimiento y el empleo de ambas partes.
La posibilidad de llegar al término del periodo de transición, a finales de año, sin un acuerdo gana fuerza en un momento en que las negociaciones sobre la futura relación entre Londres y Bruselas, estancadas desde hace tiempo, se ven amenazadas por la decisión del gobierno británico de revisar partes del Tratado de Retirada, en vigor desde el 31 de enero.
A esto se suma que la administración del primer ministro Boris Johnson ya amenazó con abandonar las tratativas si no han dado resultado a mediados de octubre, fecha límite para llegar a un arreglo, considerando que este debería ser ratificado por los parlamentos de las partes.
Sin embargo, como se recordará, el premier británico dijo sobre esta posibilidad que “una ruptura abrupta con la Unión Europea (también) sería buena para que el país prospere, porque le daría la libertad para cerrar acuerdos comerciales con todos los países del mundo”.
Debate
Pero para Thomas Sampson, economista del London School of Economics (LSE), este escenario supondría “otro gran golpe para la economía británica... que apenas se está recuperando de la mayor conmoción que se recuerda”. Agregó que un Brexit sin acuerdo “podría ser más caro que el covid-19” porque sus consecuencias se extienden por un periodo más largo.
En caso de no conseguir acuerdo las relaciones comerciales británicas con la Unión Europea se regirían, entonces, por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC)
En caso de no conseguir acuerdo las relaciones comerciales británicas con la Unión Europea se regirían, entonces, por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que significaría la reintroducción de onerosos aranceles aduaneros a veces punitivos, que afectarían el intercambio bilateral, en particular sobre los alimentos o los componentes industriales. Algo muy grave a pocos meses de que lleguen a su fin las ayudas estatales para preservar los empleos de los efectos de la pandemia y el confinamiento.
En ese sentido, el director general adjunto de la Confederación de la Industria Británica (CBI), Josh Hardie, asegura que “un acuerdo comercial sentaría las bases para la recuperación poscovid”. Indicó que pese a que los “sectores más afectados por la pandemia, como son la hostelería y el transporte aéreo, parecen poco expuestos al Brexit, la industria manufacturera está en primera línea ya que depende del continente para sus suministros y ventas”. Remató diciendo que incluso “fabricantes de automóviles extranjeros podrían cerrar sus fábricas y suprimir miles de empleos”.
Josh De Lyon, economista del LSE, también advierte que “considerando que el Reino Unido importa gran parte de sus alimentos, sin acuerdo comercial con la UE los consumidores británicos tendrían que pagar precios más altos en los supermercados y este impacto en la industria y los hogares podría aumentar aún más las desigualdades en el Reino Unido”.
Sin embargo el gobierno confía en compensar estos riesgos negociando acuerdos de libre comercio con países como Estados Unidos, Japón, Australia y Canadá. Pero, según De Lyon, “los estudios demuestran que el costo del Brexit superaría ampliamente los posibles beneficios” de estos acuerdos.
Londres también cuenta con la creación de puertos libres y el control de sus regulaciones, aunque esto signifique relajarlas para atraer a empresas e inversores, particularmente en beneficio de su poderoso sector financiero.
Pese a este oscuro panorama, hay quienes rechazan que se vaya a producir una desregulación masiva y aseguran que, a pesar del Brexit, el Reino Unido seguirá siendo una economía próspera con sectores exitosos, como las finanzas o las universidades de élite. “En este sentido, el Brexit no será beneficioso pero tampoco es el fin del mundo”, afirma Jonathan Portes, profesor de Economía del King's College de Londres.
Gobierno británico comunicó su negativa de retirar sus planes para modificar el acuerdo
Comisión Europea e Irlanda
Como se recordará, la Comisión Europea ha exigido a Johnson que enmiende, antes de que acabe este mes, el proyecto de Ley que pone en duda varias disposiciones del acuerdo del Brexit, incluido el protocolo para proteger los Acuerdos de Viernes Santo. De lo contrario, el bloque amenaza con emprender las acciones legales oportunas ante lo que considera una "violación grave" del pacto de divorcio y del Derecho internacional.
La advertencia se la trasladó el vicepresidente del Ejecutivo comunitario responsable de vigilar el cumplimiento del acuerdo, Maros Sefcovic, al gobierno británico en una reunión en Londres, que el eslovaco convocó tras conocerse la radicación de la ley de modificación.
Sin embargo, el gobierno británico comunicó el jueves mismo su negativa de retirar sus planes para modificar el acuerdo.
El citado proyecto fue presentado en el marco de una armonización posbrexit del comercio entre las cuatro naciones del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) para modificar la aplicación de tarifas y controles aduaneros posibles en este último Estado.
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Como se recordará, el tratado original prevé un dispositivo por el cual esa provincia británica mantendrá las reglas del mercado común europeo para evitar reimponer una frontera con la vecina República de Irlanda, con el objetivo de no poner en peligro la frágil paz que reina en la isla desde el Acuerdo de 1998, que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas republicanos.º
A este respecto las autoridades europeas, con Dublín a la cabeza, denuncian que los planes de Johnson son una amenaza a esa estabilidad. Sin embargo, la expresidenta irlandesa y exresponsable de la ONU para los refugiados, Mary Robinson, asegura que "el Tratado de Retirada entre el Reino Unido y la Unión Europea es un texto cuidadosamente negociado que garantiza que los logros del Acuerdo del Viernes Santo se protegen". Agregó que “ningún signatario debe tomar medidas que puedan poner en peligro la paz que tanto ha costado conseguir en la isla de Irlanda", recordando que el Reino Unido tiene una "responsabilidad particular" como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Johnson defiende, sin embargo, que su intención es, precisamente, proteger la paz al asegurar los intereses de los norirlandeses unionistas.
Este choque se produce en un momento especialmente crítico para las estancadas negociaciones del acuerdo de libre comercio que debería regir las relaciones entre Londres y Bruselas a partir del 1 de enero de 2021
Este choque se produce en un momento especialmente crítico para las estancadas negociaciones del acuerdo de libre comercio que debería regir las relaciones entre Londres y Bruselas a partir del 1 de enero de 2021, y coincide con la celebración de la última reunión de la octava ronda de conversaciones, entre los negociadores Michel Barnier, por parte de Europa, y el británico David Frost, cuyo resultado provoca gran expectación dado que ahora parecen seriamente en peligro.
Otra importante consecuencia de una ruptura en malos términos radica en que Escocia, que había decidido permanecer en el Reino Unido para evitar su salida de la Unión, podría revisar esa postura.
Los europeos ya advirtieron que la negociación no puede progresar sin confianza entre las partes, pero esperan que no se produzca una ruptura brutal entre el Reino Unido y su principal socio comercial.