El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo ayer que el Senado confirmará "fácilmente", antes de las elecciones, a su nominada a la Corte Suprema Amy Coney Barrett, pese a que los demócratas se oponen pro la clara inclinación a la derecha que se daría en el máximo tribunal.
Trump nominó a Barrett, favorita de los conservadores por su visión religiosa, para remplazar el lugar que tenía la fallecida magistrada Ruth Bader Ginsburg en la corte. Esta designación impacta de manera potencial algunos de los temas más discutidos en Estados Unidos, desde el aborto hasta los derechos a las armas y el cuidado de la salud.
La decisión de impulsar su nominación tan solo tres semanas antes de la elección del 3 de noviembre ha enfurecido a los demócratas, que están pidiendo que el ganador de la votación sea quien tome esta decisión.
"El Senado no debería proceder sobre esta vacante hasta que el pueblo de Estados Unidos seleccione su siguiente presidente y el nuevo Congreso", dijo el sábado Biden, sólo unos momentos después de que Trump anunciara la nominación de Barrett.
Pero Trump se mostró confiado ayer y dijo que "creo que vamos a tenerlo hecho fácilmente antes de la elección. Agregó que "creo que estaría bien hacerlo y pasar a otra cosa".
Salvo una gran sorpresa, los senadores republicanos, que tienen 53 de los 100 votos en la Cámara Alta, esperan confirmar a Barrett.
El líder de la mayoría en el Senado, el republicano Mitch McConnell, anunció que la votación se llevará a cabo "este año".
Tras su nominación Barrett declaró que "amo los Estados Unidos y amo la Constitución de Estados Unidos". La juez ya formó parte en 2018 de la lista de finalistas presentada por el presidente Donald Trump para una vacante liberada tras el retiro de Anthony Kennedy; pero el cargo fue para Brett Kavanaugh, nombrado a raíz de una feroz batalla por la confirmación.
Con apenas 48 años, su nombramiento de por vida garantizaría una fuerte presencia conservadora durante décadas en la corte. Católica practicante y madre de siete hijos, incluidos dos adoptados de Haití y un pequeño con síndrome de Down, Barrett se opone al aborto, uno de los temas claves dentro de la polarización cultural que domina la actualidad de Estados Unidos.
Tras pasar la infancia en Nueva Orleans, en el sur conservador, se convirtió en una de las mejores estudiantes de la escuela de derecho de Notre Dame en Indiana, institución en la que enseñó durante 15 años.
Al comienzo de su carrera como abogada, trabajó como secretaria del renombrado juez de la Corte Suprema Antonin Scalia. Elogiada por sus argumentos legales finamente pulidos, Barrett es criticada su escasa experiencia como jueza federal, un cargo que ha ocupado desde 2017, tras ser nombrada por Trump.
Su proceso de confirmación en el Senado, obligatorio según la Constitución estadounidense, fue polémico en aquel momento. Una frase lapidaria de la veterana demócrata Dianne Feinstein quedó para el recuerdo. "El dogma vive ruidosamente dentro de ti", le dijo a la jueza. Sin embargo la declaración fue utilizada por los partidarios de Barrett para acusar de intolerancia a la propia Feinstein, y solo sirvió para impulsar su figura.
Sin perder su postura, Barrett respondió que era capaz de distinguir entre su fe y sus deberes como juez.
Pero sus críticos no están convencidos y a menudo citan los numerosos artículos que escribió sobre asuntos judiciales mientras estuvo en Notre Dame, y cuestionan sus recientes fallos como magistrada.
En la corte federal de apelaciones de Chicago, la jueza adoptó posiciones a favor del derecho a portar armas y muy rígidas para controlar la inmigración y el aborto. También mostró su oposición a la llamada Obamacare, la reforma de salud impulsada por el expresidente que los republicanos han intentado modificar en los últimos años. /